Unidad del episcopado catalán frente a grupos anónimos que "levantan muros"
Catalunya, país de misión
ORIOL DOMINGO - Barcelona - 18/01/2009

La nueva carta pastoral conjunta de los obispos de las diez diócesis de la Iglesia católica en Catalunya confirma su unidad frente a sectores que "levantan muros" en la comunidad eclesial. Estos individuos o grupos actúan en el anonimato de internet y cuentan con el apoyo de ultraconservadores, católicos o no, españoles.

Este documento del episcopado catalán se titula Pau, apòstol del nostre poble. Su tesis es que la Catalunya milenaria es un país de misión y que la pastoral eclesial a aplicar ha de consistir en un retorno a lo sustancial del mensaje de Jesús y en la apertura a la sociedad del siglo XXI.

El texto se dará a conocer oficialmente el próximo miércoles en un encuentro de los obispos con los sacerdotes en Tarragona. Dicha pastoral analiza la aportación de Pablo al cristianismo. Y es que se tiene en cuenta la actual celebración del año jubilar paulino en la Iglesia universal y la vinculación de la Iglesia catalana con Pablo. El apóstol expresó en sus cartas el deseo de desplazarse a Hispania y hay sólidos argumentos a favor de su estancia en Tarraco.

Catalunya, como Europa occidental, vive en estado de misión.

Desde entonces y a lo largo de veinte siglos, el cristianismo ha cristalizado en diversas formas. El régimen de cristiandad y el nacionalcatolicismo con la confusión entre trono y altar son etapas superadas. Catalunya, como la Europa occidental, vive, pese sus raíces cristianas, en estado de misión.

"Catalunya es un pueblo milenario, pero la semilla del evangelio fue sembrada en esta tierra hace casi dos mil años", se afirma en esta última carta pastoral. Ello sintoniza con la anterior carta, Creure en l´Evangeli i anunciar-lo amb nou ardor,de febrero del 2007. "Allí decíamos -escriben los obispos-que la Iglesia se encuentra en estado de misión, y que hoy es urgente llevar el mensaje de Jesús a todos sin excepción, tanto a los que están adheridos a la fe cristiana como a los que, en grados diversos, se muestran próximos, o bien están apartados".

Sobre lo que se entiende por misión continúa vigente lo que los obispos afirmaban hace dos años. Hoy "se cuestiona de forma radical y generalizada a Dios y Jesucristo" y también se da "un alejamiento cada vez más radical de la fe y de la antropología cristiana".

"El objetivo es ir a lo sustancial del Evangelio de Jesús".

Ante esta situación, los obispos afirman: "Nuestros tiempos se parecen a los de la misión de Pablo entre los paganos, y es urgente que vivamos en estado de misión". El objetivo es ir a lo sustancial de la fe, del Evangelio y de la Iglesia. Así se asume lo que se decía en el anterior documento: "¿Cómo será posible la misión si no volvemos de nuevo al corazón mismo del Evangelio, si no cultivamos una actitud esperanzada ante la actual situación?". Ahora se precisa que hay que vivir "fieles al Señor, compartiendo sus sentimientos, y siendo sensibles a los hombres y mujeres que nos rodean, para anunciar la compasión de Dios".

En cuanto a la Iglesia, los obispos catalanes proponen el modelo eclesial paulino: "El apóstol subraya que la Iglesia es la comunidad de aquéllos que se reúnen en nombre de Cristo (...) La Iglesia está formada por personas muy diversas en su origen, cultura y estatus social, pero esta diversidad no impide formar unidos un solo cuerpo del que Cristo es la cabeza (...) La Iglesia es santa, pero no excluye a nadie. Al contrario, acoge y recibe a los débiles y pecadores".

Llamamiento a superar tensiones y resentimientos.

El octavo de los 10 apartados de la carta pastoral puede ser leído en clave eclesial interna. Es un llamamiento a los grupos y tendencias que conforman la Iglesia para superar tensiones, resentimientos y fiscalizaciones desmesuradas.

El episcopado catalán señala: "La unidad no se ha de confundir nunca con la homogeneidad, ni menos aún con la disolución de los carismas propios de los cristianos que la integran. La Iglesia está llamada a ser una bella sinfonía, una armoniosa conjunción de voces que expresan la unidad del cuerpo místico de Cristo".

Los obispos apelan a no utilizar estilos que descalifican a los discrepantes: "La santidad se vive en comunidad, el uno al lado del otro, no el uno ignorando al otro o malhablando de él o hiriéndolo".

Los obispos catalanes realizan una apelación final: "Tenemos que superar las tensiones y los resentimientos que a menudo se dan entre maneras de vivir y de expresar la fe en el Cristo. No tendríamos que ver esta pluralidad como problema sino como don. No tendríamos que criticar o fiscalizar los dones y los carismas de los hermanos en la fe, sino ver en ello una forma laical y eclesial propia, capaz de expresar la misma fecundidad de la fe (...) ¿Qué autoridad moral tendríamos para construir un mundo unido y en paz, si levantamos muros dentro de la misma comunidad de fe?".