DE OMNIBUS REBUS

Por Diversos colaboradores

El Código da Beza, por Dan Rius
Por Asilvestratus Mordens

Pensábamos que después de una controvertidísima tesis sobre el “Perì Archón” de Orígenes en el Pontificio Instituto Oriental de Roma in illo tempore, de sus despropósitos sobre las Pseudoclementinas (Homiliae y Recognitiones), de habernos aturdido con una riada de artículos sobre las “Cartas” de Ignacio de Antioquía en las que desmontaba y volvía a montar, según su iluminado criterio (el de Rius), las epístolas del obispo mártir de Asia y que tuvieron su culminación en una obra en inglés que hizo destornillarse de risa a toda la república de las letras griegas, y después de su prolongada dedicación al libro Hechos de los Apóstoles con una cuantiosa producción de trabajos en los que exponía sus ideas eclesiológicas atribuyéndolas a Lucas y a su versión “occidental” de ese libro, el pseudoerudito catalán, como el viudo Rius de la teleserie, iba a dedicar los últimos años de su existencia terrenal a recomponer su curriculum existencial y a componer, como Agustín de Hipona, sus “Retractaciones”. Pues, no señor. Rius se ha convertido en novelista. Imitador, en catalán, de Dan Brown, ha compuesto, con una señorita galesa, una novela de “misterio”: “Demostració a Teòfil”.

La noticia apareció hace unos días en La Vanguardia. Da referencia de ello el sagaz y experto periodisteólogo Oriol Domingo. La trama, como en el modelo, gira entorno de un escrito enigmático: el Codex Bezae Cantabrigiensis. Como en el Código da Vinci, Josep Rius y su oráculo, Oriol Domingo, deturpan la historia para dar pie a un argumento inverosímil y al suspense. El texto griego del códice se remontaría al siglo II y contendría el “verdadero texto” del Evangelio según Lucas y de los Hechos de los Apóstoles, falsificado después en el textus receptus. El libro habría recorrido toda una verdadera y novelesca peripecia antes de terminar en Cambridge. Gracias a él, los dos autores habrían hecho un descubrimiento sensacional: lo que está en todos los manuales y comentarios desde hace casi dos siglos, que Lc. y Hech son las dos partes de una misma obra.

Permita el lector que mi pedantería le explique de lo que realmente se trata. En la Biblioteca (en inglés Library) de la Universidad de Cambridge se conserva un códice manuscrito bilingüe con el nº II 41, que contiene el texto en griego y en latín y por este orden de Mt, Jn, Lc, Mc, Hech y un fragmento de 3Jn. Tiene 415 hojas, de 23 x 16,5 cm. y con el texto dispuesto en columnas de 33 líneas. El texto griego queda a la izquierda y el latino a la derecha. La longitud de las líneas es distinta de acuerdo con el sentido del texto, para facilitar la lectura y el canto en la celebración litúrgica. Las tres primeras líneas de cada libro están escritas con tinta roja, mientas que, en la conclusión, se alternan el rojo y el negro. Se trata, pues, a todas luces de un leccionario no dividido, como se hará más tarde, en perícopas.

El texto de este leccionario del siglo V se aparta notablemente del texto normal del Nuevo Testamento. Para los especialistas en crítica textual neotestamentaria de hoy, son más que evidentes las libres añadiduras textuales que alteran no sólo las palabras sino algún entero relato. Esta creatividad, tardía y litúrgica, al igual que la de la hodierna escuela francesa de “pastoral litúrgica”, desea convertir la celebración en una “catequesis”, se manifiesta especialmente en el libro Hechos de los Apóstoles. Allí se producen las mayores diferencias respecto a los otros (casi todos) testimonios textuales y se amplifica el texto con relatos añadidos. El texto pertenece al llamado “texto occidental” que en el catálogo de von Soden lleva la sigla d(delta)3. Algunos expertos proponen como probable lugar de origen del texto Egipto o el Norte de África y piensan que fue escrito por un escriba conocedor del griego pero que tenía como lengua materna el latín. Otros, en cambio, menos crédulos, indican el Sur de Francia, Italia Meridional, o quizás Sicilia, donde se hablaba latín pero era conocido el griego, como el lugar de origen del texto.

Este testimonio de la creatividad altomedieval ha sido el punto de partida de la última fantasiosa y novelesca creación del padre Rius. En él aparecería el verdadero texto de Lc y de Hech. Y sería la respuesta del “rabino” Lucas (¡aunque Lucas es de los pocos personajes del Nuevo Testamento del que sabemos que no estaba circuncidado!) a una pregunta del “excelentísimo” Teófilo, por el tratamiento sumo sacerdote, tercer hijo de Anás y cuñado de Caifás, sobre la identidad de Jesús de Nazaret después de la destrucción de Jerusalén, percibida como un castigo divino. Se trataría de un Evangelio ad personam en el que se presentaría a Jesús como Mesías, hijo de Dios, rechazado por Israel y ofrecido como tal a las naciones y con el cual se realizaba la esperada parusía en una especie de escatología consecuente. Hasta aquí algo muy poco original a partir de un montaje muy imaginativo y novelesco.

Pero la carga ideológica de la obra del jubilado Rius, a la par de toda la literatura que, desde el siglo XVII con Spinoza y del XVIII con Locke, se llamó la “crítica histórica”, está en el punto de partida de la investigación, que no es de índole histórica sino filosófica: se quiere demostrar históricamente lo que se profesa ideológicamente. Y eso es lo que se quiere probar con un rocambolesco procedimiento en la obra cumbre de Rius-Camps y de la señorita Read-Heimerdinger con “una nueva y mejorada lectura de los textos neotestamentarios”. Con ella se revelan “las enormes dificultades que los discípulos y las Iglesias experimentaron y debieron superar para comprender el alcance del mensaje y de la mesianidad de Jesús y para practicar sus enseñanzas (...] las tradiciones y la formación judía que los discípulos habían recibido les impedían comprender a fondo el mensaje de Jesús”. Rius-Camps y Read-Heimerdinger han “descubierto” el códice de Teodoro de Beza y han sabido desentrañar su código interpretativo de este mensaje.

Con esta superchería catalana (“Demostració a Teòfil”) presenta una gran novedad, y lo hace en catalán y desde Catalunya” dice Oriol Domingo, y de este modo se tiene una prueba más del grado de estupidez, del bajo nivel académico, de las escasas luces en la investigación y de la capacidad de fabulación de la Facultat de Teologia de Catalunya en la obra cumbre de una de sus mayores lumbreras.


 

Forcades: La monja benedictino-bolivariana (18/12/2009)

Por Gratianus Simplex

La revista "Qüestions de Vida Cristiana", en su nueva etapa bajo la dirección de la Fundación Joan Maragall, dedicó el número 233 de marzo del 2009, titulado "Església Catòlica a Catalunya", al análisis de la Iglesia en Cataluña, donde un articulista indicaba que la monja Teresa Forcades forma parte de los grandes teólogos de la nueva teología catalana.

En este enlace se puede acceder al video donde la monja Teresa Forcades intervino el jueves 29 de octubre en el programa Contragolpe de la Venezolana de Televisión para ser entrevistada sobre la Teología de la Liberación. (es el segundo video)

Aquí hay un resumen de esta entrevista en 4 puntos, añadiendo otros dos, el 5 y el 6, procedentes de su blog y de un libro suyo:
 
1. La verdadera Teología es de la Liberación y Feminista
2. Secuestro patriarcal del mensaje liberador del evangelio
3. Sacerdocio femenino y gobernación femenina eclesial
4. Co-creación
5. Sexo-diversidad y ritos indígenas
6. La Trinidad como comunidad de diversos e iguales

Desarrollo

1. La auténtica teología sólo es la Teología de la Liberación, que es ecuménica, feminista, interdisciplinar, fundada en la libre autodeterminación de la persona y en la opción preferencial por los desfavorecidos, basada en el imperativo categórico moral tanto de cambiar de forma radical toda la Iglesia y la sociedad como de comprometer a sus practicantes hasta el martirio.
 
2. Esta verdadera teología ha sido objeto del
secuestro patriarcal del mensaje liberador del Evangelio. El patriarcado ejerce un dominio de abuso de poder de índole hipócrita: abusa y se llama benefactor; a su vez, a través del lenguaje, margina y enmascara, la experiencia de las mujeres.
 
3. La Teología de la Liberación propugna el
sacerdocio femenino y la gobernación femenina de la Iglesia, como manera de cambiar la realidad de la presente discriminación estructural de la mujer dentro de la Iglesia y la sociedad.
 
4. Desarrolla un nuevo concepto teológico, la
co-creación, por el cual, todo hombre y mujer da luz a la Luz, siguiendo metafóricamente el ejemplo histórico que dio María de Nazaret. La co-creación la desarrolla en su blog personal
Dios crea al mundo, y Dios tiene una relación con el mundo como "polo donador y polo receptor". Dios, la Creación y el Hombre están en una relación tanto de reciprocidad igualitaria (trato de igual a igual entre Dios y hombre) como de amor libre. María es el lugar teológico de libertad cristiana, en el cual Dios nos busca para realizar con cada persona una relación íntima de libertad y amor, para que así, de esta manera, quedemos embarazados de la realidad de Dios, que es el Amor, y podamos dar luz a la Luz (Dios)
 
5. La Teoría de la Liberación incluye también la diversidad sexual o
sexo-diversidad (LGBT, homosexual, bisexual y transexual) como los ritos y cosmovisión propia de las comunidades indígenas (multiculturalismo liberal).

6. Considera que la divinidad trinitaria es una comunidad de amor de personas relacionadas en la diversidad y en la igualdad, y da a entender que sólo existe una relación directa entre Dios y el hombre sin la presencia de la Iglesia.

Crítica 

Forcades inició la polémica sobre la píldora del día después, el aborto y el sacerdocio femenino en la entrevista en el programa Singulars de TV3 del 16 de junio del 2009 (minutos 35 a 50).

A primeros de octubre del 2009, vino la exigencia del Cardenal Rodés de que adhiriera públicamente a la Fe de la Iglesia y posteriormente la respuesta de Forcades.
 
Pero el 29 de octubre del 2009, Forcades vuelve a pedir el sacerdocio femenino
en el programa
Contragolpe de la Venezolana de Televisión (minuto 11). 
 
La monja Forcades ya debería saber, según la Nota Doctrinal a la Carta Encíclica
Ad Tuendam Fidem (1998), que la ordenación sacerdotal reservada sólo a los hombres es doctrina definitiva, fundada sobre la Palabra de Dios escrita y la constante Tradición de la Iglesia, ha sido propuesta infaliblemente por el Magisterio ordinario y universal, y además, sin perjuicio de que dicha verdad definitiva pueda ser en un futuro elevada a verdad divinamente revelada.
 
Y sigue diciendo que quien lo negara, asume la posición de rechazo de la verdad de la doctrina católica, y por tanto,
no estaría en plena comunión con la Iglesia Católica.
 

Además, sería interesante comprobar si esta Teología de la Neoliberación no vulnera lo dicho por la Instrucción
Libertatits
Nuntius de 1984 sobre la Teología de la Liberación.
 
Curiosidad
 

La Venezuela de Hugo Cháves
tiene 5 poderes: los tres clásicos, el Legislativo, Ejecutivo y Judicial, con el añadido de dos poderes más, el Ciudadano y el Electoral.
 
El Poder Ciudadano está integrado por el Consejo Moral Republicano con función de investigar y sancionar toda conducta contraria a la ética publica y moral administrativa... Éste es el contexto político-jurídico de la monja benedictino-bolivariana...

 


 

Los cuernos y el rabo de Albert Manent (13/12/2009)

Por Severus Parvus

Ese personaje, con cuernos y rabo, que quiere encarnar la quinta esencia de la catolicidad catalana, ha iniciado la campaña para mover ficha en el tablero de ajedrez de los nombramientos episcopales en Cataluña, tras la jubilación de nuestro n.s.b.a. Cardenal Sistach. Él apuesta por hombres cultos, sin fisuras raciales ni ideológicas en su catalanidad y dotados de aquel porte elegante que él mismo cree tener. La rabia manentina no tiene límites si, además, supone hasta llegar a dar por hecho, que se le puede escapar el control ideológico de los futuros pastores de su “Iglesia Catalana”. Para evitarlo, Manent vuelve a engrasar las baterías y los antiaéreos.

En estos menesteres Manent es ducho en la materia. A Max (Maximiliano, en realidad) Cahner i García, Consejero de Cultura en la Generalitat pujolista y del que Manent era uno de sus directores generales, le amargó la existencia con los más impensables chismes y, cuando eso no funcionó, con una lluvia de anónimos que el mismo Manent fabricaba casi cotidianamente. No cesó hasta que con todas sus intrigas y con los periódicos informes a Pujol, consiguió deshacerse del consejero. Pero, mal calculó la jugada la corta inteligencia (seguramente sólo herencia materna) del degenerativo hijo del poeta Marià Manent. Pujol no le designó a él como consejero substituto de Max Cahner, sino a su hombre de confianza Joan Guitart.

Con Guitart intentó la misma jugada, pero pintaron bastos y le costó la cabeza, es decir el pesebre. Mientras Convergencia estuvo en el poder, ese hombre que apareció en la vida pública con un cinturón de payés atado por debajo del esternón y que recibía sentado en el sofá y colocando a sus visitas en los butacones, no tuvo problemas de sobrevivencia. Maestro en intrigas se dedicó, por mandato de su señor y alimentador Jordi Pujol, intensamente a su pasión: el mundo eclesiástico. Cartas a la nunciatura, a Roma, a los arzobispos y obispos y a quien conviniera. Campañas en pro de la catalanidad de la Iglesia “nostrada”. Otras denigratorias de Carles y de todos sus sostenedores. Contactos discretos con el “nou patriarca de Catalunya”, es decir Joan Carrera Planas, y con algunos miembros del clero recomendados por él. Intrigas sin número para defender los bastiones de la patria catalana. Todo ello le entretenía, dejaba a los convergentes tranquilos y, ellos, a cambio, le daban de comer y una plataforma de semioficialidad. Su columna en La Vanguardia ayudaba a redondearle el presupuesto.

Pero los tiempos han cambiado. Los convergentes, sin poder y sin dinero, ya no le hacen caso. Y los que manejan el dinero, como Pujol y Guitart más bien lo evitan. Muerto el ‘patriarca’, en el mundo eclesiástico no tiene grandes valedores. Sistach desconfía de un reptil tan peligroso y habla con él mediante cura interpuesto. Los demás obispos de Cataluña, ¡oh dolor!, son de un signo muy opuesto al suyo, con excepción de Traserra que alguna vez le ha usado para sus intrigas particulares. Pero incluso éste, como Soler Perdigó, otro intrigante, están ya cantado los júbilos del Señor, preparándose a una buena muerte y quizás temiendo que el Supremo Juez les pida estricta cuenta de sus muchas tropelías.

La creatividad manentina ha debido imaginar una estrategia de reconversión. Ha vuelto, ahora su atención hacia la cantera. Hacia a los valores clérico-catalanistas que prometan. Ya durante el exilio posterior a su salida de la Consejería de Cultura se había dedicado intensamente a cultivar las jóvenes promesas. Ahora es el momento de asegurar a sus futuros protectores. En el campo político no le anda muy bien la cosa. En el clerical tiene algún adepto. Así él va preparando pausadamente su plan de supervivencia.

Pero ahora, ¡por Dios!, amenaza otra vez el peligro integrista y españolista. Y para más inri, hacen a los obispos cada vez “más raros e insólitos”. ¿Es qué vayan a promover a personas que él ha trabajado tanto por hundir y aniquilar? ¿Es qué hay peligro de que sus protegidos y sus pupilos vayan a encontrar obstáculos por ese lado? Pues, no señor: ¡aquí está el Albert Manent de siempre, almogávar invicto, con ganas de atravesar a quien convenga! Ahora, vestido de marinero y “amb barret de cop” (con gorra antichoque), se apresta a salvar el honor de “Catalunya y de la catalana Iglesia”, ese navegante de Internet. La contraseña es clara para este neocarlista como Sardá y Salvany: ¡El integrismo es pecado!


 

Sistach pide la venia a la Peiró (11/12/2009)

Por Virgilius Hospitalensis

La Eminentísima sagacidad de n.s.b.a. ordinario de Barcelona, ha publicado urbi et orbe, en los fraternales coloquios “in camera caritatis” de las sobremesas clericales y sobre todo en todos las oportunidades que ha tenido de conferenciar con los políticos de izquierdas, que, ante la beatificación del Dr. Samsó, había visitado personalmente en Mataró a la hija de Joan Peiró (en la fotografia), el jefe jerárquico de los ejecutores del Dr. Samsó.

Y parece que dicha señora dio su nihil obstat.

La útil gaceta mediática, que es el “parochus interruptus” de Badalona, ha dado, por todo el arciprestazgo de Mataró, abundantes detalles de la visita a quien ha querido escucharle. La visita se efectuó en la tarde del día 27 de julio de 2009. Era la fiesta de las Santas Patronas de Mataró, Juliana y Semproniana, vírgenes y mártires de la época romana. Al Cardenal Sistach le acompañaron el inagotable informador, el sudoroso secretario de Su Eminencia y, por expresa indicación del purpurado, ese prelado mataronés que, si no conociéramos su abundante currículum académico, pensaríamos que es un ingenuo incapaz de darse cuenta que, desde hace años, ha estado colaborando, ayudando y sirviendo a quienes les ha faltado tiempo para sacarle los ojos: Jubany, Carles, Soler Perdigó, Traserra, Carrera, Tena, Vives y Sistach.

Parece que la Sra. Peiró quedó sumamente complacida de la purpúrea visita y del pontificio séquito. También aprovechó la ocasión para asegurar que su “glorioso papá” nada tuvo que ver con la ejecución del Dr. Samsó y ello por algo más que evidente: no estaba el 1 de septiembre de 1936 en Mataró. Por lo tanto, ella que no es cristiana, nada tenía que objetar a la inminente beatificación del párroco que algunos mataron. Pero que, como mataronesa y por el respeto que le merecía el Dr. Samsó cuando era niña, veía muy bien que se reconocieran sus méritos.

Martínez Sistach salió henchido de gozo de la entrevista. La prueba era que ahora tenía una buena carta en la manga para echar sobre la mesa cuando las izquierdas, especialmente las “izquierdas cristianas” de Mataró pusieran algún reparo a la empresa con la que había pensado coronar los festivales del milenario de la Parroquia de Santa María de Mataró: la beatificación del Dr. José Samsó presididas por él mismo como legado ad latere del Papa.

Dios Nuestro Señor, sin embargo, suele confundir y desbaratar los planes de los necios.

Primero: el Papa no le ha nombrado a él como legado sino al arzobispo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y que para más inri ni siquiera es cardenal.

Segundo: la entrevista con la Sra. Peiró no ha servido para el fin que él se proponía, el uncir al carro de la beatificación a los católicos progres, sino sólo para reafirmar en Mataró que Joan Peiró nada tuvo que ver con el asesinato del Dr. Samsó y que la beatificación es obra del cardenal y de los carcas.

Lo primero, no necesita verificación alguna: será Mons. Amato el centro de la celebración.

Lo segundo, es una falsedad mayúscula. Lo había explicado fehacientemente, hace 23 años, el sacerdote mataronés, miembro del Tercio de Ntra. Sra. de Montserrat, Salvador Nonell i Bru, en su libro “El Dr. José Samsó Elías, Párroco-Mártir de Sta. M.ª de Mataró (Barcelona) y su tiempo”, en las páginas 338-341. Joan Peiró (a la izquierda con artesanos cristaleros de Mataró) estaba en Mataró el 1 de septiembre de 1936. Era el líder sindicalista de la CNT-FAI, es decir de los anarquistas que asesinaron a Samsó.

Pasó aquel día toda la mañana en el Ayuntamiento. En él estaba, y precisamente en el “Salón de Comisiones” cuando llegó la noticia del asesinato del párroco de Santa María. Se enteró cuando estaba hablando con quien Nonell reproduce el testimonio. Se enfadó mucho un momento, pero únicamente por la inoportunidad política del asesinato. Luego siguió conversando con el testigo como si nada hubiera pasado. Estaba también en la casa consistorial, cuando, por los altavoces exteriores al edificio, se dijo: “Esta mañana se ha empezado a hacer justicia, fusilando de cara, al ex párroco de Santa María”. Nunca Peiró rectificó en público esta barbaridad.

Para n.s.b.a. Cardenal, no muy habituado a leer, se trataría sólo de un pecado de omisión. Pero hay más. El propio Peiró escribía y firmaba con su nombre, el 5 de septiembre de 1936, en el diario mataronés “Llibertat” estas aterradoras palabras: “La Iglesia a través de los siglos ha sido siempre la aliada de todos los tiranos. Ha sido la actora de todos los hechos criminales […] La destrucción de la Iglesia es un hecho de justicia”. Era un terrible epitafio para una vida sacerdotal santa dedicada al amor a Dios y al prójimo. Vida que sus compañeros anarquistas habían truncado cuatro días antes a golpe de fusil. Lo escribió cuando el nicho nº 41 de la isla 1ª del cementerio de Mataró, donde había sido sepultado el cuerpo del Dr. Samsó, tenía todavía fresco el estuco.

¿Titanic Sistach habrá leído algo sobre el Dr. Samsó a parte de lo que le ha escrito Jordi Piquer para que pareciera que era suyo? ¿Quién le engañó haciéndole pensar que la beatificación de Samsó sería un acto donde él luciría las prestigiosas ínfulas pontificias pero sin otros problemas que los de los otros actos grotescos y descafeinados del milenario parroquial? ¿Tiene idea por donde hacer andar el carro ahora que la beatificación del Dr. Samsó ha sido asumida por los católicos de Mataró como una cuestión de honor? ¿Cómo logrará calmar el enfado de los clérigos y de los laicos católicos hijos de Mataró ante la constitución de dos comisiones integradas por antisamsonistas tan conocidos y furiosos como José Antonio [Primo de Rivera] Arenas?

Quizá su reciente defensa del Estatut catalán en la portada de “La Vanguardia” es el inicio de la campaña palingenésica para hacerse perdonar por los progres la “heterodoxia” de haber promovido la beatificación en Cataluña de un carca que era la misma negación de su iluminado y progresista pensamiento eclesial.


 

El estudiado folklore de las ideas muertas (10/12/2009)

Por Justus ut Palma

Parece que forma parte de nuestro sentimiento colectivo enaltecer apresuradamente lo que mejor estaría en claro silencio hacia los hombres para saber ser digno interlocutor de Dios. No han faltado, en nuestra ajetreada vida social catalana, ejemplos de nerviosismo ideológico cada vez que por fragilidad humana algún identificado como valedor de la patria nacionalista ha dado el paso a la eternidad (según se mire). Tenemos en nuestra memoria ceremonias laicas o, lo que es lo mismo, homenajes de despedida de este mundo de los más variopintos personajes de la literatura, del espectáculo o de la política en las que preside la simple palabrería sin sabor a trascendencia. De un retroceso semejante quedarían estupefactos hasta los mismísimos faraones reunidos en asamblea cultual deseosos de seguir a sus sacerdotes en la ejecución de los rituales más ancestrales. Aquí no se les pega nada. Escondiéndose detrás de su nihilismo cuanto más bajo descienden a lo soez del lenguaje y al vacío de los gestos, más se les identifica como sensibles, avanzados e incomprendidos. En algunos casos son premiados y enaltecidos itinerarios vitales auténticamente suicidas cubiertos con el nada sospechoso disfraz de lo heroico. En resumen, cuanto más una vida tiene de esperpéntica y en la que puede encontrarse de todo menos fidelidad y coherencia, tanto más goza de reputación para organizar la procesión de muchos contemporáneos nuestros dispuestos a volver a su propio vómito. Es curioso que, a pesar de que en estas ceremonias y homenajes, acudan muchos admiradores muy pocos están dispuestos a imitar el modelo con pies de barro que yace ante sus ojos.

En un contexto de exaltación adolescente sin medida hay dos posibles salidas. La primera de ellas es, por parte del interesado y antes del último respiro, buscar el apoyo de las ideologías como una forma de asociarse a las mejores influencias del club de la comedia. En cambio, la segunda salida, es movilizar a los adictos “in extremis” para conceder un postrero y público reconocimiento al que se cuenta como incorporado al club angustioso de los poetas muertos. En ambas sedes sociales los homenajes y discursos transmiten a la perfección el estudiado folklore de las ideas muertas. Lo importante es el disimulo y seguir el guión. ¿Qué raíces pretende mostrar un pueblo que cuando tiene la oportunidad no duda en destacar y exhibir con orgullo lo que es objetivamente contradictorio? ¿Dónde encontraremos una belleza cultural sin la cual nos desfiguraremos a sabiendas? ¿Qué espíritu será capaz de humanizar a las futuras generaciones cuando parece que nada hay más alto que la cima del morir?

Algo parecido nos sucede en la vida de la Iglesia. A pesar de todos los documentos habidos y por haber hay quien morirá intentando descontextualizar el aura divina de una Liturgia que tanto más suena a cercana cuanto más secuestra lo humano y lo explica sin Gracia. Los signos de nuestra “Iglesia Patriótica” se ponen de manifiesto por doquier cuando se exhibe sin pudor la violencia de las formas, del lenguaje y de la apropiación sin respeto a presbiterios, basílicas o catedrales. El decoro se pierde cuando las medallas, premios y homenajes que reciben personas o instituciones eclesiásticas responden al objetivo que amablemente nos presta la fundación Carulla como síntesis transversal de un denominador común: “fortalecer la conciencia de comunidad nacional y el sentido de pertenecer a la cultura de los países de lengua catalana”. Es decir, lo correcto es destacar convenientemente a quien no ha olvidado que el fin de la misión evangelizadora es contribuir al endiosamiento de la nación.

Lo peor es que ya la mismísima “Catalunya Cristiana” se adhiere al editorial de los periódicos catalanes por la dignidad y el Estatuto sin posibilidad para la duda o el desmarque.  Lo peor es que el mismísimo cardenal Sistach canta la música del autogobierno como imprescindible para la vida de la Iglesia y lo hace con la melodía desfasada de unas raíces más catalanas que cristianas de las que ya no brota nada sano. Lo peor es que entronizamos a quien, como en un taller de desguace, utiliza el magisterio pontificio para obedecer a ciegas todo lo que se pueda aplicar a la nación que queremos. En cambio, lo mejor, es que los centros islámicos ya están dispuestos para abrir sus puertas a la consulta soberanista: a este paso lo cristiano ya no servirá para nada.

Mientras tanto, unos sacerdotes mueren con la dignidad de haber compartido la misma suerte de Cristo: ni buscando la aprobación de los hombres ni procurando que todos hablen bien de uno sino simplemente acreditándose como servidores. Y es que la mayoría de los sacerdotes, actualmente más o menos jóvenes, si reciben el don de la longevidad, ya no podrán presentarse al reconocimiento social como cooperadores de algún sindicato clandestino, como disidentes de un régimen o como animadores de alguna ideología de moda o padrinos de futuros políticos. Tampoco pasarán a la historia de la Iglesia por acudir habitualmente al supermercado más cercano, poner la lavadora, saber charlar cercana y tranquilamente con los feligreses en plena calle o por procurar asistencia social a familias o matrimonios, enfermos o pobres. También es el final de las ideas sobre el sacerdocio. El verdadero sacerdote muere en el silencio. Pero junto a él también va muriendo una generación sacerdotal en la que ha brillado el activismo social, la lucha por la causa, la solidaridad con un tipo de desfavorecidos, el diálogo con unos alejados que lo han de ser siempre, en fin, la necesidad de enarbolar una bandera desde la sospecha de una Iglesia que no es tan madre como parece. Son los avanzados a su tiempo por discutirlo todo y enseñar a hacer lo mismo. Si la influencia vocacional que estos han proyectado desde su “compromiso cristiano” sobre la cultura y los políticos es lo que hemos visto desde el imperio de la democracia, mejor ser ateos. Pero, felizmente, está volviendo lo que iguala a todos: predicó, santificó y pastoreó. Hizo lo que sabía que tenía que hacer y todo por amar con pasión el mismo amor de Cristo: la Iglesia.

Pero no pasemos por alto lo más atractivo no sea que lo profundo nos aparte de lo “guay”. Estemos atentos a los análisis del aficionado a todo, Llisterri, sobre el regreso de los anglicanos a la comunión o su airada reacción al nuevo destino de Mons. Munilla. Acudamos a la iglesia de Nuestra Señora del Pino para concienciarnos de los aborígenes Adivasi de la India. Y si todavía nos sobra tiempo es recomendable un paseo sosegado a través de las pastorales emitidas desde el palacio episcopal de Girona. Desde una de las primeras ya se indicó que “para conocer mejor los servicios del obispo, los presbíteros y diáconos, he pedido a un experto que, a partir de la próxima semana, nos lo explique” (18.01.09). El peso de obispo que, por lo que se ve, cada vez pesa más y cuesta menos, se vende ya en el mercado negro. Todo de ensueño, sin miedo al ridículo y con afanes de restauración. ¿Podemos aspirar a más?


El Nuncio habla muy claro a los obispos (27/11/2009)

Por Felix Laetus

En la mañana del 23 de noviembre, al inicio de la XCIV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española El cardenal Antonio María Rouco ha dejado muy claro al nuevo nuncio apostólico, el arzobispo Renzo Fratini, cuál es su  misión como nuncio. Rouco ha recordado, en el pleno episcopal, que el Nuncio representa al Papa ante las Iglesias particulares y las autoridades públicas. También ha recordado que el nuncio tiene encomendado "mantener frecuentes relaciones con la Conferencia Episcopal, prestándole todo tipo de colaboración". Evidentemente Fratini conoce de sobras cual es su misión. Al fin y al cabo, pertenece desde 1974 al servicio diplomático de la Santa Sede. Y ha ejercido sus funciones en países difíciles para la Iglesia católica como, por ejemplo, Japón, Etiopia, Grecia, Ecuador, Jerusalén, Palestina, Nigeria. Pero Rouco, de talante presidencialista, ha parecido que quería seguir llevando las riendas de las relaciones de la Iglesia con el Gobierno en tantas cuestiones pendientes y en la política de nombramientos episcopales. Sin embargo, parece que las instrucciones de la Santa Sede al Nuncio van por otros derroteros.

El nuevo Nuncio de Su santidad en España, Mons. Renzo Fratini, en su ponderado discurso, a modo de respuesta, ha hablado muy clara y rotundamente a los Señores Obispos españoles. Les ha dicho: “En este primer encuentro aprovecho para confiarles algunos deseos como Representante del Santo Padre y también algunas primeras impresiones de España”:

1.     Hay “urgencia del anuncio de Nuestro Señor Jesucristo, y esto no solo en los países llamados “de misión” sino en toda sociedad humana. Cristo tiene que ser conocido y amado. Su evangelio, fuente de amor y de perenne humanización, está para impregnar y dar sentido a la vida y ser cauce de comunión entre todos los hombres radicados en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Mi profundo deseo de servir quiere contribuir a esta dimensión misionera que es constitutiva de la Iglesia”.

2.     “El papel del Nuncio, pues, no puede sino estar al servicio de tan primordial tarea aunque realizada de un modo especifico como marca el Derecho: mantener en primer lugar la unidad entre la Iglesia Universal y las Iglesias particulares y buscar, mediante un servicio de tipo pastoral, el bien común, con deseo de colaborar y de ayudar a todos ustedes, los señores obispos.

3.     Después de una elogiosa alusión a la historia espiritual y católica de España, ha añadido: “Las raíces cristianas están ahí, tenemos que ser optimistas y positivos, sobre todo no olvidar que es Dios quien con su providencia amorosa dirige los hilos de la historia. En Cristo no puede faltarnos la esperanza”. Por lo tanto:

4.     Hay que afrontar “el desafío de la secularización”.

5.     “Se hace urgente pues trabajar por una formación religiosa seria, la insistencia en la profundización en la fe y educar para trasladarla a la vida de cada día, teniendo en máxima cuenta la importancia de la coherencia”.

6.     Por lo que respecta a los sacerdotes, deben “renovar cada día las palabras y los gestos de Cristo a los fieles cristianos y al mundo entero, ello conlleva en si el identificarse con sus pensamientos, deseos y sentimientos, así como con su estilo de vida”.

7.     Por lo tanto “el método pastoral, no tiene nada que ver con un funcionalismo. Lo “pastoral” es la expresión de un ser, de una identidad peculiar sacramental. […] La identidad del presbítero “se halla en un vínculo ontológico especifico que une al sacerdote con Cristo, Sumo Sacerdote y Buen Pastor”. Ahí hay que poner los ojos. La acción pastoral es un oficio de amor, expresión de una intensa vida espiritual, vivida en intimidad con Cristo, en la que el sacerdote es siempre sacerdote y en la que, propiamente, puede decirse así, no hay horarios”.

8.     Contamos con que los sacerdotes son los que de forma directa están en primera línea, en contacto inmediato con los fieles. Necesitan por ello de la cercanía del Obispo, sentir el impulso de su ánimo en una misión tanto más delicada cuanto que el mundo no puede apreciar, muchas veces, su sacrificada entrega”. El Obispo por eso debe dedicarse, “con amor especial”, sobre todo a sus sacerdotes, procurar su imprescindible formación permanente, y atender en particular a los que pasan por problemas que no dejan de repercutir seriamente en su ministerio. A su vez todos los sacerdotes deben apreciar en su obispo al padre, al hermano, al amigo como quiso el último Concilio”.

9.     Vivido así el sacerdocio producirá sus frutos “en la percepción de la llamada por parte de muchos jóvenes corazones que desearán ejercer el sagrado ministerio como expresión de total amor a Cristo”.

Esperamos que todos los Obispos españoles, empezando por los miembros de la mesa de la presidencia, entre los que ha estado nuestro n.s.b.a. Cardenal Arzobispo, Lluís Martínez Sistach, habrán tomado buena nota en orden a su clero, a su Seminario y a su propio ministerio episcopal.


 

El coro gallináceo de Martínez Sistach (25/11/2009)

Por Aemilianus Faventius

Las declaraciones sobre la ley del aborto de Mons. Juan Antonio Martínez Camino, secretario y portavoz de la CEE, del 17 de noviembre, dejaron descolocado al otro Martínez del Comité ejecutivo de la CEE, formado por Rouco Varela, Blázquez, Martínez Sistach, Osoro,  Del Río y Martínez Camino. El Arzobispo de Barcelona, persona de apariencia cándida y casi angelical para los que no le conocen, es, en cambio, un animal retorcido y complicado, pero eficaz en los bajos niveles relacionales en los que se mueve.

Si Martínez Camino hablaba en nombre de la CEE, expresaba con toda claridad el sentir de su Comité Ejecutivo. Martínez Sistach forma parte de él. “Calamidad de las calamidades”, se dijo el purpurado del aristocrático barrio barcelonés del Guinardó (la aristocracia se la confiere él, “Príncipe de la Iglesia”, que jamás se ha mezclado durante toda su vida, ni por la calle, con la plebe proletaria y nauseabunda de aquel barrio: desde recién ordenado se hacía acompañar terminada la celebración, enfundado en su inseparable gabardina y con guantes de excelente napa negra, que ahora ha apartado por pudor sólo en Barcelona, en coche por alguna filotea desde la iglesia parroquial hasta su casa). Este obrerista de guante negro: este adictísimo al Sumo Pontífice, pero sólo sobre papel oficial o personalmente en Madrid o Roma, y al mismo tiempo sostenedor y promotor de los antirromanos como Turull; este renombrado canonista que ha escrito sólo un libro en toda su ya dilatada vida; este austerísimo clérigo con mansión en Cadaqués y, luego, en las Baleares, odia a muerte la actual mundialización. Especialmente su mayor vehículo que es Internet, y en concreto esta “pérfida web” llamada “Germinans Germinabit”. Con esa inmediatez informadora y documental no consigue jugar exitosamente, como su ídolo, el infausto Jubany, al arte de la “carabina”, es decir, de las dos caras.

Si él aparecía como parte del “colegio” propulsor de las declaraciones de Martínez Camino, ¿cómo podía conservar su clientela progre de Barcelona y aledaños? Si desmentía al obispo secretario, ¿cómo iba a presentarse en los próximos faustos madrileños que le aguardaban en la CEE y en la Nunciatura y en la próxima sesión del pleno signaturial, donde el presidente, Mons. Raymond L. Burke, está en las mismas antípodas de sus planteamientos eclesiales? Y, ¿cómo tendría credibilidad al intentar “renovar” el episcopado catalán a partir de su sexteto de progres a los que el mismo funcionarial Monteiro de Castro ya puso el veto? En su desasosiego del día 17, mientras n.s.b.a. deambulaba angustiado por el estrecho corredor que conduce del comedor a su living, se encendió la bombilla salvadora sobre su, ahora, canosa cabeza: ¡era una idea genial! . Atravesó a la carrera, con pasos menudos y nerviosos que ridiculizaban todavía más los viejos y algo cortos pantalones que usa en la intimidad, su despacho, contorneó la enorme mesa que allí dejó Jubany, pasó velozmente por la antesala, salió al vestíbulo, entró en la secretaría y dijo al tímido e incauto muchacho que allí asegura la permanencia durante las prolongadas ausencias del secretario: “Ponme, primero con López Camps, luego con Oriol Domingo”. Se trataba que lograr que las gallinas de su gallinero cantaran clara y explícitamente su música.

El palo de un gallinero no es un arnés al que conviene acercarse si uno quiere salvaguardar la blanca candidez de la túnica. El católicoprogresismo catalán ensucia más aún la candidez de la túnica bautismal que las incontenibles gallinas el traje terrenal. Pero cuando el palo está lleno de esas hediondas gallinas caganeras (cagadoras) que han unido lo más execrable de los guillotinadores franceses dieciochescos, lo más hediondo del pensamiento marxista del siglo XIX, lo más vituperable de los esbirros bolcheviques del XX al personalismo mariteniano y a un cristianismo protestantinizado, secularizado e infecto por la teología de la liberación, uno tiene que entrar con traje de buzo. Pero n.s.b.a. no estaba por esas menudencias. Se trataba de lograr que sus gallinas predilectas dieran la respuesta que Martínez Camino, es decir Rouco Varela, merecían. Y vean como lo consiguió.

El día siguiente, miércoles 18 de noviembre, con una inmediatez que periodísticamente honra a BTV, esa estación televisiva dominada por el PSC-PSOE, el programa “Els uns i els altres”, dirigido por Vanessa Petit, que dio pruebas sobradas de la precipitación con que se había preparado un tema  que les desbordaba a ella y a sus colaboradores, tuvo como argumento las declaraciones de Mons. Martínez Camino sobre la ley del aborto. Era evidente que Jordi López Camps, consejero áulico de Montilla para los asuntos religiosos, era el artífice. Tanto que estuvo a punto de escapársele quien era el inspirador al afirmar que a él le constaba que un destacado pontífice catalán estaba en desacuerdo con las tesis de Martínez Camino. Pero el primer palo gallineril estaba ya puesto. Las gallinas eran seis: Jaume Botey, exescolapio, comunista y cristiano de izquierdas, Jaume Aymar, subcrecencia de la Casa de Santiago y director de Catalunya Cristiana y de Radio Estel, Manel Silva, vicedirector de E-cristians, Joan Carles Marset, vicepresidente de la Liga de Ateos de Cataluña, Rafael Martínez, profesor de la UB y el mismo Jordi López Camps, excomunista, socialista cristiano y director ejecutivo del Patronato de la Montaña de Montserrat. Evidentemente Silva y Martínez eran dos floreros de adorno. Se trataba de que “los cristianos de Cataluña” le dieran en el hocico a Martínez Camino, quedando a salvo la integridad de Su Eminencia. Y, a fe, que lo lograron con creces. Casi hasta en algunas de las expresiones del “e-cristianísimo” Silva.

El proyecto fruto de la eminentísima clarividencia, con todo, no quedaba ultimado. Faltaba el segundo palo del gallinero. El domingo 23 de noviembre, lo puso Oriol Domingo, confidente secreto y ejecutor solícito de las órdenes del Sr. Cardenal del Guinardó. Publicó, en La Vanguardia, una entrevista a Gaspar Mora, vicedecano recién confirmado por la Santa Sede (engañada y vilipendiada por Sistach y el Decano de la Facultad de Teología de Cataluña, defensor de la no virginidad de María en la misma La Vanguardia), en la que, con una barbaridad tras otra, desautorizaba al secretario de la CEE y vertía su particular doctrina sobre el aborto que precisamente es la negación de lo que enseña el Magisterio Pontificio. Pero el segundo palo estaba puesto y otras dos gallinas caganeras se unían al concierto contra el secretario de la CEE.

Pero ¿cuáles son las instrucciones que n.s.b.a. Ordinario da a esos gallineros impresentables? ¿En qué parámetros teológicos se mueve ese purpurado que no para de verter veneno con tal de salvar su pellejo? No se apuren, la inconsciente solicitud de Sistach nunca falla y atiende con prodigalidad a toda clase de  dudas e inquietudes. Su última carta dominical es la profunda expresión de su pensamiento siempre en oculta, pero real, sintonía con el progresismo católico más descarado y la doctrina tenenda por sus secuaces en el affaire Martínez Camino: “La voluntad de Dios y la realeza de Cristo sobre la creación sólo se van realizando progresivamente a medida que los hombres ponen las cosas creadas al servicio real de toda la humanidad. […] Los cristianos hemos de distinguir entre el crecimiento del reino de Dios y el progreso de la cultura y de la sociedad en la que están comprometidos. Esta distinción no es una separación. La vocación del hombre a la vida eterna no suprime sino que refuerza su deber de poner en práctica las energías y los medios recibidos del Creador  para servir en este mundo a la justicia y a la paz”. Cualquier comentario ante tanta ambigüedad y tanto disimulo es innecesario: se niega  -contra San Pablo, el Apocalipsis, el Vaticano I, Pío XI, el Vaticano II y Benedicto XVI-  la realeza cósmica y social de Cristo Señor. Cualquier comparación con Martínez Camino no es necesaria ante tal evidente disparidad.

Quizás Martínez Sistach no sabe, o no quiere saber, que la Iglesia ya se ha pronunciado sobre el aborto y la responsabilidad en él de los políticos;

1. La Congregación para la Doctrina de la Fe, en 1974 dijo “Un cristiano no puede conformarse a una ley que en sí es inmoral; tal es el caso de una ley que admita la licitud del aborto. Tampoco puede participar en una campaña de propaganda de una ley, ni votar por ella. Más aún, no puede colaborar en su aplicación».

2. La Congregación para la Doctrina de la Fe reiteró en 2002: Los católicos “tienen la precisa obligación de oponerse a toda ley que atente contra la vida humana […] No pueden participar en campañas de opinión a favor de semejantes leyes, y a ninguno de ellos les está permitido apoyarlas con el propio voto”.

3. La Congregación para la Doctrina de la Fe, insistió en 2004: A “un político católico”, cuya “cooperación formal se hace manifiesta” mediante una “campaña consistente y el voto por leyes permisivas de aborto y eutanasia” no se le puede dejar comulgar “hasta que acabe con su situación objetiva de pecado”.

4. Las referencias al código canónico, un eminente canonista como es n.s.b.a. Sr. Cardenal esperamos que las sabrá encontrar él solito.

Quizás Martínez Sistach y sus secuaces (Jordi López Camps, Oriol Domingo y Gaspar Mora) no estén de acuerdo con todo ello. Las gallinas lo han cacareado claramente. El dueño del gallinero ¿porque no se atreve a decirlo claramente? Quizás es el peso de la púrpura… o el miedo a ser exonerado, por felón y hereje, de ese, por él, amadísimo peso. Debe ser esta la causa de que, como siempre, sólo escuchamos a las  “gallinas caganeras”.


 

Otro vergonzoso y cobarde silencio del episcopado catalán (20/11/2009)

Por Amadeus Guinardonensis

La Generalitat de Cataluña en su propósito de implantar la eutanasia ha encontrado un camino algo retorcido pero muy útil y eficaz: la vía administrativa.  Se badea la legislación y se impone de hecho una práctica eutanásica insoslayable e implacable.

¿Cuál ha sido el procedimiento? Pues muy simple. Acaba de difundir, mediante el Departamento (Consejería) de Salud, el documento que publicó, el pasado mes de octubre, el Comité Consultivo de Bioética de Cataluña, órgano asesor de la misma Consejería y ya conocido por sus opiniones extremas sobre el aborto. Pero la difusión no ha sido sólo e intensamente mediática. Mediante una circular a todos los hospitales, clínicas, centros de atención primaria, residencias de ancianos, etc., ha procurado que las propuestas eutanásicas de dicho Comité de Bioética llegaran a todos lo profesionales de la sanidad y de la asistencia a ancianos. Y, lo que es peor, ha dado otro paso. En este curioso escrito hay una serie de recomendaciones a los profesionales para “ayudar al enfermo en el fin de la vida”. La Consejería de Salud de la Generalitat de Catalunya ha dispuesto que dichas “ayudas” pasen a ser de obligado cumplimiento por parte de todo el personal sanitario de los centros de curas paliativas. Y ello sin excepciones, ni excusas y, menos aún, objeciones de conciencia.

¿En qué consisten las “recomendaciones”?

Parten de un axioma fundamental: “el principio de máxima eficacia contra la enfermedad ha de ser compatible con el de la máxima ayuda posible a la persona enferma, incluyendo la ayuda a morir”. Este principio parece, a primera vista, expresión de la más pura filantropía, pero esconde una afirmación inaceptable: la derogación del principio y fundamento del Juramento Hipocrático: el principio de la no maleficencia, o del “Primum non nocere”, que no permite hacer mal a otro , aunque éste lo autorice.  Es el mandato de respeto a la vida, a la salud, a la integridad física y a la evolución natural de las personas.

La actuación del principio contrario al non nocere en las antedichas recomendaciones, ahora normas inexorables de la Generalitat es devastador. Se manda:

1.     “Priorización del respeto a la voluntad del paciente y de su conocimiento integral de sus necesidades y de la idea de bien integral”. En lenguaje de la calle: el principio antirreligioso de no permitir que el enfermo sepa que va a morir, ahora se invierte. Es del todo necesario que conozca punto por punto la gravedad de su estado y su sentencia clínica de muerte. Consecuentemente tiene el derecho a no consentir propuestas terapéuticas y su voluntad debe respetarse sin que haya lugar para la objeción de conciencia del personal sanitario. ¿Cómo se prepara a esa decisión “informada, libre y consciente”?: “el profesional debe ayudar a morir al paciente que está cerca de la muerte, sin que esta acción se considere de ninguna manera como ‘eutanasia pasiva’, sino como aceptación de pleno derecho a la integridad y al no-sufrimiento del paciente”.

2.     ¿En qué parámetros deberá moverse el personal sanitario? La preparación: “La ‘planificación anticipada de las curas’ a través de la cual los profesionales sanitarios, el paciente y los familiares hacen una previsión consensuada, dentro de los límites de lo razonable y posible, del proceso de actuación: indicaciones terapéuticas, sedación, traslados y lugar en el que desea morir”. El medio: La, tan discutida en el mundo científico, sedación terminal ‘terapéutica’, no siempre distinta de la eutanasia activa y con la clara posibilidad de conculcar los principios de autonomía y beneficencia. Se trata de lo que fue clamoroso: El caso del jefe de Urgencias del hospital madrileño Severo Ochoa, Luis Montes, acusado de "acelerar" la muerte de cuatrocientos pacientes.

3.     Tanto en el documento de la Generalitat como en otros más elaborados de otras autonomías todo queda justificado por la libertad y autonomía de la decisión del paciente. El medio para conseguirlas en el “documento de voluntadas anticipadas” que se dispone que ha de aconsejar el profesional sanitario. Sin otra garantía jurídica que el buen hacer de los facultativos.

4.     Iniciar una cruzada a favor de la eutanasia activa, mediante la “cura paliativa” de la sedación terminal eutanásica.

Todo ello, desgraciadamente no difiere demasiado de las propuestas de un lamentable documento la Declaración del Instituto Borja de Bioética de la universidad Ramón Llull), del mes de enero de 2005. Documento publicado  durante el pontificado de n.s.b.a. cardenal Lluís Martínez Sistach y bajo su patrocinio ya que él mismo era, y es, el Gran Canciller de esa Universidad de “inspiración cristiana” criatura de, su modelo inalcanzable y no precisamente recomendable, Jubany. El Departamento de Teología Moral de la Facultad de Teología de Cataluña, regido por el vicedecano (postulada recientemente su continuidad pese a su senectud y su acérrima e intransigente oposición al Magisterio Pontificio) ante la Santa Sede, el Dr. Gaspar Mora, profesor ordinario; por el Dr. (relativamente reciente y con una tesis combatida por sus mismos compañeros de claustro y férreo combatiente contra la doctrina de la Humanae vitae y ahora encargado de la pastoral familiar por nuestro n.s.b.a.) Manuel Claret, profesor extraordinario; el Dr. (clonado, bajo la protección de Carles, aunque ambiguo en su doctrina, y candidato al episcopado propuesto a la Nunciatura por Martínez Sistach en la ominosa “lista de los seis”) Antoni Babra, encargado de curso; y el P. y Dr. (canonista reconvertido, en la más pura tradición jesuítica, en moralista y devastador de las familias, junto con Gaspar Mora, en el conocido y nuevamente impuesto por Sistach movimiento CPM de preparación al matrimonio) Ignasi Salvat, profesor emérito y juez eclesiástico; haber dado su bendición a la Generalitat, de la que mama abundantemente recursos económicos, en su campaña eutanásica.

Pero lo más alarmante es que el Episcopado catalán, ahora ocupado en la cesión o no de los locales parroquiales para las elecciones locales independentistas, “no ha dicho esta boca es mía” y permanece en el más cobarde y vergonzoso silencio respecto a algo que causa gran inquietud entre los católicos.


 

El fracaso del progresismo frailuno y monjil (13/11/2009)

Por Amadeus Guinardonensis

El progresismo catalán, paticorto y de baja ralea, arraigó especialmente en monasterios, conventos, casas religiosas y colegios utriusque sexi. Pero lo más espectacular fue ver la reconversión ideológica de muchas de esas desgraciadas comunidades. Del pro-franquismo más irracional y encendido, pasaron, la mayoría y sin solución de continuidad, al más desaforado e ilógico nacional-cristianismo catalán independentista y/o con deriva hacia la izquierda.

Esas comunidades “progres”, instaladas en pisitos (más bien pisazos) de frailes (y asimilados) in y de monjas, antes de rebeca y bolso, ahora de pantalón (en verano “pirata”) y camisa a cuadros, son el paradigma del desastre, que con las consabidas excepciones, asola la hoy mal llamada “vida consagrada”. Individuos e individuas “consagrados” con poca oración y mucha atención a lo que pasa en la calle, son motivo de tropiezo, escándalo en griego, para los fieles católicos .

La antigua, y limitada a pocas órdenes religiosas, “exención” de los “consagrados”, se ha crecido hoy no poco en la actual, universal, ilimitada e intocable “autonomía” de frailes y monjas respecto al poder del Ordinario diocesano y se ha extendido a todo quisque con o sin fundamento jurídico. En la Archidiócesis de Barcelona la cuestión se ha agravado durante el prolongado reinado del mandarín episcopal para “consagrados” José Antonio [sus padres farmacéuticos arruinados de Mataró se lo pusieron en honor del fundador de la Falange] Arenas Sampera.

Las comunidades religiosas y sobre todo sus asociaciones sindicales, gracias a la gestión de tanto incompetente y a la tolerancia de tanto obispo iluso, se habían convertido en el cuarto poder. Pero no al servicio de la Sede Apostólica,, como antes lo fueron los jesuitas y clérigos regulares asimilados, sino exactamente todo lo contrario. Servían, en un nuevo cristianismo, refrito de sopa de convento y de ágape protestante, a la propuesta de un cristianismo de los “seguidores de Jesús”, “evangélico”, “libre y liberador” y tirando a socialdemócrata en los más contenidos y prudentes, y en lucha constante contra la Iglesia institucional. Durante más de cuarenta años esa híbrida mezcla de jesuitismo reduccionista, de salesianismo festivalero, de benedictinismo aufklerungnista, de superficialidad marista y de feminismo casi lésbico ha ido invadiendo y corroyendo las comunidades religiosas catalanas.

Esa ha sido la ideología “pastoral” o más bien pastoril que se ha impartido en no pocos de los colegios propiedad de esas instituciones religiosas. Esa ha sido la causa de que tanta juventud maleducada en los colegios religiosos no quiera saber nada con  una Iglesia Católica institucional que ha sido sañudamente y constantemente denostada en esos antros educativos.

También esa ha sido la política que ha regido en tanta casa religiosa integrada por licenciados y doctores universitarios y por religiosos y religiosas del “servicio doméstico” de los “intelectuales” de pata negra. La observancia regular ha caído en picado. La vida en común se ha convertido en una observancia de los mínimos que aseguran la ficción canónica de una comunidad religiosa y el disfrute de sus privilegios. Los lobbys de las raleas más peregrinas han tiranizado monasterios, conventos, colegios y casas religiosas. Los peculios personales, los automóviles privados “donación” ad hoc para ciertos individuos, los apartamentos extramuros clausurae para el disfrute y goce de algunos y una cuenta bancaria personal están hoy desgraciadamente al orden del día. El hábito ha pasado a ser algo ya quemado en auto de fe por los más veteranos, desconocido por los más jóvenes, guardado bajo siete llaves por los zelanti para ponérselo en la celda o en ambientes propicios y llevado en público por los “mártires” que suelen ser de cincuenta para abajo.

La ñoñería de las religiosas de antaño que enseñaron a sus novicias y a las matronas ya octogenarias de nuestra sociedad los pasos y las reverencias debidas a sus superioras mayores y el inmisericorde control de las formas de los religiosos “preconciliares” ha dado paso, en ese esperpento de la vida religiosa actual, a la más absoluta relajación de las costumbres.

Esta desorientación y desmadre ideológico de la vida religiosa en el catolicismo complació y fue alentada por los gestores de la “res publica” catalana que colmaron de favores y prebendas a esos religiosos y religiosas modernizados.

La ingenua bondad y también ahora cada vez más reconocida cortedad, mentis voluntatisque, del Cardenal Ricardo María Carles Gordó, apostó también desgraciadamente por este camino. Don Ricardo, que alardeaba de haber sido de la “Xoc” (JOC en valenciano), no quiso nunca pasar por conservador y retrógrado. El Padre Enric Puig Jofre, que llego a ser el “Secretario General y Canciller [de Cámara y Gobierno]” del Arzobispado de Barcelona, en esto fue quizás, y sigue siendo per modum propagationis morbi en el pontificado de n.s.b.a. Cardenal Martínez Sistach, el analogatum princeps.

Pero los tiempos han cambiado no poco. Hoy las falanges frailunas y monjiles ya no son de casi ninguna utilidad para los poderes constituidos y menos aún para los fácticos. Los servicios prestados son objeto de algún galardón personal o colectivo que la Generalitat les concede periódicamente a título póstumo. Los medios de comunicación casi se han olvidado por completo de todos ellos y de sus colectivos.

El despertar a la realidad de esa postergación por parte de los políticos y de los medios de comunicación social ha sido un gran desencanto para las huestes profesionalmente religiosas catalanas y asimiladas. Verse acomunadas con el catolicismo de centro y, lo más insoportable, con el de más a la derecha, en las constantes diatribas antieclesiales, ha sido un trancazo que ha desarmado casi completamente al progresismo frailuno y monjil, como ya había desarmado al clerical con anterioridad.

Esta dolorosa constatación y la poca resonancia mediática de sus reacciones airadas contra las decisiones de Roma en el caso de la monja Teresa Forcadas, han tenido lugar preferente entre los temas abordados por la LXI Asamblea General de la Unió de Religiosos de Catalunya. Presidida por una especie de mujerona, pechugona y con cola de caballo, que también comanda las Teresianas en Cataluña y aledaños, más ocupada en bien aposentar y alimentar a sus “señoritas” graduadas universitarias que en ocuparse de las religiosas que todavía quieren ser fieles al ideal del fundador hijo de Vinebre. Sí, se trata de esas Teresianas con las que vivía, en Barcelona, Don Marcelo, tan amigas del Cardenal Martínez Somalo que las tenía como servicio doméstico en su casa romana hasta un lamentable incidente que frustró la continuidad; y tan unidas al Cardenal Carles en sus casi ocultos encuentros con lo que él consideraba la melior et sanior pars del catolicismo catalán, hasta que por su visibles veleidades “progres”, hicieron, para el pusilánime purpurado valenciano, insostenible la bucólica y militante relación.

Esta “Unión”, dirigida desde hace lustros por los personajes más pintorescos entre los religiosos/as catalanes, ya no hace la fuerza y es tenida por el pito del sereno en la Cataluña real y decisoria. Sus compromisos políticos y sus veleidades ideológicas ya no tienen ninguna carta de ciudadanía para el tripartito reinante. En su reciente congreso, este sindicato de los religiosos catalanes, aupado por los abades de Montserrat y Poblet y dirigido, durante decenios, por el inmortal propiciador de la “capuchinada” el otrora Fray Salvador de la Borjas Blancas, con hábito y sandalias, y ahora Joan Botam, con zapatos y cazadora, ha constatado el fracaso de un camino que ha recorrido, tenaz e indefectiblemente, durante casi cincuenta años: el del falso, superficial y ciego progresismo del catolicismo catalán. Ahora la Unión de Religiosos de Cataluña se queja de lo que ayudó a crear, incluso en sus escuelas: la caricatura del catolicismo que hoy imbuye a la sociedad catalana. Pero, in peccato paenitentia, experimentan además sus miembros una más que comprensible vergüenza al ser confundidos precisamente con sus enemigos más denostados: la Iglesia institucional y, lo que es más grave, con el catolicismo tradicional/conservador.

Es, en una palabra, la verificación y la prueba palpable del fracaso, también entre los frailes , monjas y sus asimilados, del progresismo eclesial del siglo XX.


El cielo del Círculo Católico, por Manuel Cuyàs

Traducimos el artículo publicado el pasado 3 de noviembre en la contraportada del diario “El Punt” por  Manuel Cuyàs Gibert, periodista catalán hijo del homónimo dibujante e ilustrador de comics ingleses, nacido en Mataró en 1952, licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Barcelona, fue director del Patronato Municipal de Cultura de Mataró y director de programas de la Olimpiada Cultural Barcelona´92. Ha sido fundador de varios semanarios en su ciudad natal así como articulista de opinión y director editorial de “El Punt”. Ha publicado diversos volúmenes que tienen como marco plástico y sentimental su muy querida Mataró. Colabora actualmente con Jordi Pujol en la redacción de sus memorias.

Un buen colaborador de Germinans nos lo ha hecho llegar y hemos creído conveniente publicarlo en esta sección, teniendo en cuenta que se ha hablado en nuestra página de la situación actual de diversos centros llamados "católicos" que han ido perdiendo su sentido fundacional, en diversas localidades como por ejemplo el mismo Mataró.

"El Círculo Católico de Mataró el domingo, día de Todos los Santos, cumplió 125 años, y la efemérides se celebró con una velada teatral y cívica en la Sala Cabañes, su sede social. Hablar del Círculo Católico de Mataró es hacerlo de la entidad cultural que más gente reúne de la ciudad. Pasan los años y en vez de ir a menos, la masa social que mueve aumenta y aumenta. Tiene tanta gente que cuando el elenco teatral monta una obra siempre salen más figurantes de la cuenta porque el director no se atreve a decir un no a los aspirantes de todas las edades que quieren tener un papel.

La obra teatral más representada en la Sala Cabañes es “Els Pastorets” que pronto cumplirá 100 años. Los “Pastorets” de la Sala Cabañes de Mataró nunca han sufrido crisis alguna. Ya puede estar de moda el cine sonoro, el cine en color, el cine en tres dimensiones o las consolas de matar marcianos; ya puede la sociedad hacerse laica por voluntad o por decreto: el drama religioso que presenta el nacimiento de Jesús y la lucha entre las fuerzas del bien y del mal sigue como el primer día, representándose entre decorados de papel.

En Mataró han desaparecido en 100 años las entidades que ustedes quieran contar. El Círculo Católico, que además dispone de salas de lectura, de juegos, de reuniones, de encaje de bolillos y una pista de baloncesto, atropellada pero mítica, tiene una salud envidiable. Por ahora solo la “Colla Castellera Capgrossos” parece que sea capaz de sumar años e ir cubriendo los relevos generacionales.

En Mataró, ciudad donde nada perdura, el Círculo Católico, los “Pastorets” y los “Capgrossos” son fenómeno digno de ser estudiado. De hecho, el Premio Iluro de este año, instituido por Caja Layetana, y fallado el pasado viernes en una ceremonia presidida por el presidente José Montilla, galardonó una obra que en cierto modo habla del Círculo Católico, según entendimos en palabras de su autor. Por cierto, y ya que hablamos del Premio Iluro: otro año, como era habitual hasta ahora, la organización debería procurar que el miembro del jurado que hace el comentario a los trabajos presentados sea alguien que se los haya leído. Dio la sensación – sensación que no se puede hacer extensiva a sus compañeros de calificación- que el Sr. Pladevall únicamente había hojeado las obras presentadas y que la ganadora no se llevaba el premio por méritos propios sino, como repitió dos veces, porque tenía “ochocientas páginas y pesaba mucho”. ¿Acaso el Premio Iluso es otorgado “a peso”?

El domingo estábamos en la Sala Cabañes. La representación teatral fue a cargo de Joan Pera, solo encima del escenario –qué bueno que es Joan Pera y cómo domina el escenario- se formó en la Sala Cabañes y en el Círculo Católico de Mataró como otros actores de renombre. Pienso ahora en Boris Ruiz y en Jordi Bosch. Pera explicó cuatro chistes e hizo algunos juegos de palabras con segundas que fueron muy celebrados por la concurrencia pero que si los hubiera pronunciado hace 50, 60 y no digamos 125 años en aquel escenario habría sido expulsado del teatro o hubiera sido severamente amonestado por Mn. Plandolit, el consiliario más famoso del Círculo.

Al final hubo unos discursitos. Uno, a cargo de Imma Llorens, que leyó un escrito de su padre, uno de los históricos de la casa; otro del alcalde, Joan Antoni Barón, y otro del actual presidente de la casa que nos acogía, Antoni Blanch. Todos hicieron referencia a los orígenes fundacionales del Círculo que fue fundado con la intención de formar a la juventud en los valores de la convivencia, la solidaridad, estas cosas que se dicen ahora. Hombre: el Círculo Católico se fundó en aquel momento y no en otro para formar a los jóvenes obreros y redimir a los adultos que se gastaban los cuartos en la taberna, y lo fue según los principios más estrictos del catolicismo inspirado entonces por la “Rerum Novarum”( una encíclica papal). Sí, alguien lo mencionó, pero de puntillas. El laicismo actual tiene tanta fuerza y predicamento que manifestar profesión de fe religiosa parece ser que incomoda incluso hasta al Circulo Católico, y sus responsables acaban hablando de la entidad como si fuese una de las actuales ONG. Pobre Mn. Plandolit si lo viera. Al final de todo el discurso, Antoni Blanch tuvo un recuerdo para los presidentes que lo han precedido en el cargo y los que ya murieron. De estos dijo aquello que ahora se dice en los funerales: “Estéis donde estéis, os recordamos” ¿Qué quiere decir “estéis donde estéis”? ¿Qué no están en el cielo?"


 

 

Demasiados interrogantes no podrán sofocar el ideal (23/10/2009)

Por Justus ut Palma

El estado comatoso, tantas veces comentado de la Provincia Eclesiástica de Barcelona y de la Tarraconense en general, no obedece a una sola persona, a un planteamiento pastoral más o menos desacertado ni siquiera a la desafección de los primeros implicados en su renovación espiritual. Responde más bien a tres actos de una misma obra: una mediocridad episcopal galopante hasta la extenuación de nuestros días; una infidelidad engreída, disimulada o embellecida, según sean las etapas, pero con un mismo objetivo: hacer aquí “lo nuestro” aunque sea al precio de pisar lo que Dios ha sembrado y hecho crecer con paciencia infinita. Y todo ello para llegar al tercer acto en el que se representa la moraleja: hacer creer al espectador que los actores contratados desconocen la causa por la cual haciendo tan bien las cosas, todo sale tan mal.

Demasiados interrogantes azotan el horizonte inmediato. Y precisamente en este Año Sacerdotal es inevitable compadecerse de nuestros Seminarios que agonizan. Ya no hace falta invocar la diversidad cultural que reflejan como espejo de la realidad social catalana. Lo cierto es que se admite todo y con rebajas. Empezando por los formadores. Son muchos años de consciente mediocridad y disenso. Antes, con el descaro del que sabía que las instrucciones romanas eran escasamente difundidas. Ahora, con la fachada blanqueada y, lo más grave, con la determinación consciente de no querer ofrecer un modelo sacerdotal claro con el que educar a los candidatos mostrándoles el atractivo del sacerdocio católico y no otra cosa. Antes y ahora, siempre con la norma suprema de no asustar a nadie con la mano de hierro implacable con la que estos “moderados” aplican su ideología eclesiástica bajo piel de cordero.

Pero dejemos a Mons. Vives de Urgell cantar el himno del catalanismo, del amor a la tierra y a la lengua, con motivo de las exequias de su antecesor en el cargo. En el panorama episcopal catalán, sucede como en el político: hasta el más simplón no quiere pasar a la historia sin haberse puesto alguna vez la capa magna del nacionalismo. Un aviso a los navegantes de Añastro y Avenida Pío XII: si este es el rumbo nos quedan pocas millas. La capacidad de hacer el ridículo a nivel eclesiástico se parece a lo que puede pensar un joven catalán y católico viendo al presidente Laporta con la antorcha de la fe en el presidente Companys: que ese mundo patriótico, para él, afortunadamente ya no existe. La medalla al mérito nacionalista parece una distinción imprescindible para poder abrirse paso y caer bien en la fauna político-mediática. Un signo más de decadencia. El honorable Pujol recientemente se destapa así con la frialdad de su ejército derrotado (¿los de un cristianismo de centro?) y la miopía del provincianismo de lo que piensa su esposa en nombre de los dos. Y todo por culpa de un Papa polaco que no nos entendió. Fieles católicos de hoy, que habitualmente leen y se informan, ya han calado a tantos políticos que, con el menú cristiano de cada día, han manipulado a toda la clientela; muchos ya toman distancias de algunos obispos que no pueden engañar a nadie ni vestidos como el cura que no fueron. Sin olvidar el recurso fácil de poner en la diana de todos los males a Mons. Rouco para despertar, a los que escuchando la nueva Cope, se han dormido.

Demasiados años con una teología resentida, opositora, siempre diferenciando lo ortodoxo de lo inteligente y con sus teólogos al servicio de la confusión. Demasiados años con Seminarios sin Obispos capaces de velar por una formación cierta y de ejercer una paternidad espiritual en sintonía con la juventud de la Iglesia. Años y años con Diócesis sin corazón, sin Seminarios y equipos sacerdotales con directrices valientes y sabias dedicadas a asegurar la imprescindible serenidad ambiental y la competente seriedad espiritual. Cuanta complacencia y autobombo. Cuantas generaciones formadas en una teología problemática y en una espiritualidad sin rumbo que sospecha hasta de la propia vocación. Cuanta mirada engreída por encima de la cual no puede transitar ni la de Dios. Cuantas momias imperecederas e incombustibles sin las que, parece ser, no se entendería un sistema teológico mínimamente serio y una formación actualizada para los futuros sacerdotes (!).

Se han propuesto sofocar el ideal de un catolicismo vivo, eclesialmente santo y socialmente verdadero. Las lágrimas ante la muerte de Juan Pablo II fueron menospreciadas e identificadas por la sociología de J.Cervera como las propias de una generación huérfana de padre. Tantos sabios, entre ellos, el historiador J.Bada, no dudaron en enjuiciar las luces y sombras de su largo pontificado como si nada de lo sucedido fuera con ellos. Sin duda, hablaban de las luces que a ellos les faltan aquí y de las sombras que les cubrirán para siempre si el Juicio de Dios no lo remedia. Entretanto, los nacidos al sacerdocio católico de la mano del Papa Magno no tenían un medio digno donde apoyarse dada su juventud e inexperiencia. Y es que, en el fondo, retrocediendo en el tiempo, todo lo sufrido por Don Marcelo en Barcelona perdura hoy, casi con las mismas razones, para hacer sufrir a otro santo que decida caminar en humildad y verdad, fe y obediencia, amor a la Iglesia, tal y como ella es, y amor al mundo para salvarlo.

Pasan pontificados, episcopados y rectorados. Seguimos con los disfraces y miedos de siempre. Eso sí, dormiremos tranquilos si todos nos dejan como herencia su patriotismo. Menos mal que el plan diocesano de la Archidiócesis de Barcelona tiene en cuenta a la Palabra de Dios, los inmigrantes y la crisis económica. No falta pan para tan poco circo. Pero no podrán. Aunque sea por la fuerza de la jubilación y por las habitaciones vacías de los Seminarios. No podrán los que invocan una comunión eclesial que han diseñado a su antojo, conveniencia y propia seguridad. Una comunión que usan como arma arrojadiza y que incluso están dispuestos a defender con su pecado. ¿Alguien da más cinismo? Ya no podrán manipular más a las nuevas generaciones que, gracias a internet, pueden seguir a Benedicto XVI o a cualquier miembro del Colegio Episcopal del entero orbe como si fuera su Cardenal, Obispo o Párroco, su Rector de Seminario, su Consiliario Nacional o Padre en la Fe. Esto irrita y enfurece. Tampoco podrán manipular la Sagrada Liturgia que tantas veces han burlado ni tampoco a un Pontífice que con su “verdad caritativa” ha puesto al descubierto a tantos sabios y avanzados a su tiempo que no son más que rupturistas sinvergüenza. El ideal es el de la Cruz. Por él se siguen proclamando Santos en la Iglesia. Pues, que donde abunden los interrogantes ¡sobreabunde el ideal!


 

De Forcades consideranda (15/10/2009)

Por Alexandrós Aloysius

En relación a la aclaración sobre la posición sobre el aborto de sor Forcades  hacer unas breves consideraciones:

1) La infidelidad al magisterio de la Iglesia ha quedado más que manifiesta en el programa, tanto que el entrevistador colaboró en aclararlo. No fue un tema discutido en una mesa redonda donde no la dejaran exponer con claridad su pensamiento, estuvo sola y con mucho tiempo.

2) Me parece bien expresar las dudas familiarmente en los ámbitos adecuados, un plató, sin embargo, no parecería lo más conveniente. Más cuando se tiene un discurso que parece hecho para agradar al personal.

3) El derecho a la vida es un derecho fundamental más que absoluto, es absoluto en el sentido que no es un mero derecho prima facie, es decir sobrepasable o excepcionable cada vez que consideraciones de utilidad, de interés o de bienestar se opongan a su vigencia. Es fundamental porque sin vida no hay otros derechos, ni siquiera el de autodeterminación. No es absoluto en el sentido de que dar la vida por otros es legítimo, como el martirio, etc.

4) ¿Cómo entiende Sor Forcades que un hijo viola el derecho de autodeterminación de la madre? No son derechos equiparables, porque violar la autodeterminación no es matar, ahora matando se impide la autodeterminación de quien todavía no la tiene.

5) Reiter, citado por Sor Forcades, concluye bien: el derecho a la vida prevalece al de autodeterminación. Notemos que el valor de la vida radica en el concepto de persona que tiene la antropología teológica, nos lo recuerda el amplio magisterio del siervo de Dios Juan Pablo II. No olvidemos que hay una corriente filosófica alemana que sostiene que la persona se define por la autodeterminación, esta corriente acepta los abortos y la eutanasia.

6) Ahora bien, la monja benedictina, pregunta si esta preeminencia pueda ser impuesta desde fuera, situando así la problemática entorno a la ley. Si el aborto es una muerte que pueda evitarse, la ley tiene sentido. Pero en la entrevista hablaba del hijo como parte de la madre y por lo tanto objeto de su autodeterminación: eso va contra la conclusión de Reiter. Si no está de acuerdo ¿para qué lo cita?

7) Con respecto al ejemplo del trasplante, nunca los ejemplos son iguales al problema tratado, son aproximaciones aclaratorias, pero este sinceramente aleja. Se pregunta nuestra mediática religiosa ¿En qué principio se puede basar la moral católica para considerar lícito el rechazo a salvar una vida? Si existe un principio moral que legitime este rechazo, ¿por qué no es aplicable en el caso de la mujer embarazada? ¿Cuál es este rechazo a salvar una vida? La hipotética ley de obligar a donar un riñón a la cual la Iglesia se opondría en nombre de la autodeterminación. Primero donar un riñón es un acto voluntario moral y meritorio: «cada intervención de trasplante de órgano, como ya he subrayado en otras ocasiones, tiene generalmente en el origen una decisión de gran valor ético: “la decisión de ofrecer, sin recompensa, un parte del propio cuerpo, para la salud y el bienestar de otra persona”» (Enseñanzas de Juan Pablo II: XIV/1, 1991, p. 1711). Es como arriesgar la vida por otro, esto es difícil de hacerse solo con la fuerza de la ley, tiene muchas aristas el tema de la donación. La doctrina de la Iglesia cuando peligra la vida de la madre pide luchar por las dos partes, aunque previsiblemente la nueva vida no subsista, no dice claramente que se deje morir a la madre, lo que pide es que no se mate directamente al hijo. Volviendo a la pregunta ¿En qué principio se puede basar la moral católica para considerar lícito el rechazo a salvar una vida? Agreguemos por medio de la donación de un riñón. En primer lugar porque el donante no causa el peligro de muerte al enfermo que necesita el trasplante, en segundo porque los medios extraordinarios no son obligatorios, aunque si son posibles son muy aconsejables. Me parece obvio decir que no entiendo en qué sentido abortar es como donar un riñón, o cómo un hijo concebido como fruto de una violación, lo cuál es terrible, es un peligro de muerte.

Después de haber analizado esta duda familiar de sor Forcades, me pregunto que entenderá ella cuando dice “que su fe la hace dejar constancia de su obediencia al magisterio actual”. No se crean que lo de “actual” es gratuito, lo mínimo es que lo cree urgentemente reformable. En la entrevista decía sor Forcades, que está ahora en Alemania. Que exponga allí sus ideas familiares.


 

La Mercè que se fue… (9/10/2009)

Por Uno de los devotos documentalistas de Germinans

El Concilio de Trento, finalizado en 1563, trajo consigo notables consecuencias para la evangelización de la Europa cristiana. En el ámbito hispánico asistimos a una extraordinaria exaltación de lo religioso. Los obispos promovieron toda clase de iniciativas ordenadas a la magnificencia y decoro del culto así como al fomento de la vida conventual. Frente a los postulados iconoclastas de la reforma protestante la imagen sagrada –con independencia de la cronología de su factura- se pondrá más que nunca al servicio del dogma católico. Este espíritu desarrollado en las centurias siguientes explica los proyectos destinados a modificar y cualificar los espacios arquitectónicos de los templos. Se trataba de introducir un lenguaje más cercano, comprensible y sensual; un lenguaje persuasivo que no fuera ajeno a la utilización de los recursos naturales tales como la luz, los textiles, elementos suntuarios… Como bien intuía E. Mâle no se había dado desde el periodo medieval una correlación tan estrecha entre religiosidad e imagen sagrada.

La Ciudad barroca –aparte de sus iglesias, conventos y cofradías- constituía un universo vivo de celebraciones y fiestas. Cualquier ocasión era aprovechada para manifestarse públicamente. La imagen sagrada, legitimada por los cánones tridentinos, se convertirá en uno de los grandes soportes del catoliscimo. En torno a ella se elaborará un universo propio en el que el concepto de gratitud definirá parte del comportamiento devocional y artístico. Donaciones y ofrendas en agradecimiento por los favores recibidos marcarán notablemente el culto de la Mare de Déu de la Mercè. Así, será frecuente encontrar en los legados testamentarios tierras, viviendas u ornamentos sagrados en favor de la mismísima imagen de la Mercè o de los frailes capellanes de su Real Convento. Ternos, vinajeras y cálices; casullas, antipendios y colgaduras; lienzos, blandones argénteos y lámparas votivas para una mejor y excelente disposición del templo que acogía la imagen mariana más querida de la Ciudad. Los extensos inventarios de la Basílica son elocuentes al respecto. Además de estas ofrendas era muy común en la piedad de los barceloneses solicitar ser encomendado en las oraciones de la Comunidad disponiendo la  celebración de misas de sufragio en el altar de la Virgen.

La Basílica de la Mercè durante los siglos del barroco operará profundos cambios acordes a la nueva mentalidad. La instalación del nuevo retablo más atento a la persuasión psicológica de los fieles que al carácter narrativo de otros tiempos supondrá un importante hito. Tenía veinte metros de altura por ocho de ancho con una embocadura central que daba acceso al camarín o cámara angélica. El retablo mercedario destacaba por su espectacularidad y efectismo. En efecto, la ventana central tenía como objetivo la exaltación de la imagen titular en un juego de mostrar y velar el icono sagrado en las grandes funciones litúrgicas. Sirva como botón de muestra de la funcionalidad del retablo barroco lo sucedido el 19 de octubre de 1687 en la visita corporativa del Consejo de Ciento a la Basílica con motivo del nombramiento de la Mare de Déu de la Mercè como Patrona de la Ciudad. Hallándose los Señores Consejeros en el solemne Oficio de Completas al entonar el himno Ave maris Stella y llegar a la cuarta estrofa Monstra te esse Matrem (Muestra que eres Madre) las cortinas de la embocadura del camarín se descorrieron apareciendo en todo su misticismo la Santa Imagen de la Virgen de la Merced. Al instante fue general el llanto de los que había en el templo. Este interesante ejemplo resulta paradigmático de la religiosidad del momento: ver, escuchar y conmoverse. Un nuevo código que favorecía el imperio de la imagen sagrada contemplada en su amplio y teatral camarín.

La religiosidad barroca no sólo era exuberante en sus manifestaciones sino que también, siguiendo a W. Weisbach, favorecerá expresiones cargadas de un ejemplarizante ascetismo. En efecto, encontrándose la Ciudad sumida en una grave epidemia de peste los barceloneses, seguidos de las autoridades, reclamaron la presencia salutífera de la Mare de Déu de la Mercè. El 1 de julio de 1651 se procedió a sacar en fervorosa procesión la sagrada imagen de la Virgen. El Dietario de la Ciudad habla de una manifestación imponente como nunca antes se había visto. El cortejo penitencial estaba compuesto por la comunidad conventual, clero catedralicio y parroquial, autoridades religiosas y civiles, junto al pueblo. Todos los frailes de la Merced iban descalzos. Un religioso silencio envolvía el lento transcurrir de la comitiva. Tan sólo el canto de los sacerdotes y el llanto general de los fieles interrumpían el recogimiento del desfile. El componente ascético de tales manifestaciones refleja una vez más la honda religiosidad de aquella sociedad. No se trata de algo ficticio o supersticioso. Ni habría que ver, como quizá algunos pudieran valorar con parámetros contemporáneos, una iniciativa verdaderamente religiosa frente a otras. La mentalidad barroca es inclusiva, es decir, tan fervoroso es el cortejo penitencial como aquel que aclama con vítores y palmas. Se acude a la imagen sagrada viendo en ella un recuerdo de su original. La necesidad de dotarla de más realismo forma parte del lenguaje y formas complejas de la vida religiosa. Que guste el artificio, tal y como lo entendían los hombres de aquel tiempo, no significa que la religiosidad barroca sea superficial.

Otro aspecto fundamental de aquella “Mercè que se fue” era el sermón. Mediante él se realizaba la exaltación de la religión. El predicador, puesto en el púlpito, dejaba discurrir sin freno su elocuencia a propósito de las perfecciones que adornaban a María Santísima; entregándose a su alabanza dejaba la aplicación a un “imitémosla, hermanos, y alcanzaremos la gloria”. La devoción es el común denominador de los sermones dedicados a la Mare de Déu de la Mercè. La mayor de las veces la predicación estaba a cargo de los frailes de su Real Convento o de los canónigos de la Santa Iglesia Catedral. El predicador sencillo discurría acerca de las grandezas de la Virgen excitando al fervor y piedad; el predicador culto hará gala de su ciencia, ingenio y recursos interpretativos. La razón de ser y fin de la predicación cristiana era y es conducir las almas hacia Dios. Los excesos de estilo hicieron recomendar a los tratadistas de la predicación que pusieran cuidado no en la sabiduría que dan los libros sino en la sabiduría que procede del “libro de los libros que es Christo Crucificado, y entrarse en su costado para saber la ciencia de la redención y salud de las almas”.

La palabra alegría es una de las más repetidas en las relaciones y crónicas referidas a la Patrona de Barcelona. Aparte del valor espiritual del término la generación de este estado de ánimo positivo era algo esencial en las demostraciones festivas de la mentalidad barroca. No sólo la Ciudad se transformaba por entero sino que también las gentes se dejaban arrastrar por el fervor y alegría colectiva. No era posible escapar a la oleada unánime de entusiasmo, al baño de la emoción o al frenesí popular. Todavía la llegada de cautivos al puerto de Barcelona constituía un espectáculo de regocijo contemplado por multitudes. Precedidos de trompetas y atabales se dirigían a la Catedral y la Merced. Por otra parte, los días grandes de fiesta y alegría requerían el concurso de la luz. Las ciudades solían carecer de alumbrado público suficiente por lo que algunas celebraciones en horas nocturnas necesitaban la iluminación artificial de las calles y plazas. Organismos públicos y propietarios privados tenían la obligación de iluminar sus respectivas fachadas. Se colocaban antorchas, candiles, hogueras en parrillas de hierro, etc. Este alumbrado se completaba en los momentos culminantes con fuegos artificiales y pirotécnicos: cohetes, carros de fuego, castillos, culebrinas, etc. Prácticamente la totalidad de las relaciones festivas de la sociedad barcelonesa del antiguo régimen dedican una especial atención a las descripciones de estos fuegos de artificio con los que se solían comenzar y finalizar los actos. No habría que olvidar aquí el uso de las campanas como manifestación de gozo. En efecto, cada fiesta iba acompañada de un determinado toque fácilmente reconocible por la ciudadanía. Los repiques sonoros y salvas se convirtieron en medios efectivos para señalar el comienzo de las fiestas e invitar a las gentes a participar masivamente en ellas.

El habernos asomado al complejo y fascinante mundo de la religiosidad barroca permite realizar una aproximación y en cierta medida reconstrucción de contextos en apariencia superados. Lo cierto es que todavía hay una Barcelona que sigue relacionando su religiosidad con estas formas portadoras de lenguajes con capacidad de trasmitir emociones. No se trata de volver al pasado por el pasado. “La Mercè” genérica que hoy celebramos en la Fiesta Mayor vive ajena al contenido religioso que la originó y acompañó durante cientos de años. Conocer lo que ha significado la Mare de Déu de la Mercè para la historia de la Iglesia y Ciudad de Barcelona permite establecer puentes de comunicación. Se trataría de recoger la herencia culta y popular de lo mercedario mediante una actualización respetuosa y en diálogo con lo sobrenatural. El crítico y ensayista Eugenio D´Ors hablaba con toda razón cómo las manifestaciones del barroco están secretamente animadas por la nostalgia del Paraíso Perdido.


¿Por qué existimos? (15/05/2009) Por Patianus

Germinans Germinabit
  • Porque nos negamos a resignarnos ante una forma de hacer Iglesia en la que quedan excluidos o aparcados los mejores sacerdotes, los que tienen sus templos llenos de niños tomando la comunión en este mes de mayo, los que trabajan para que el sacramento de la confirmación no pase a ser historia en nuestra Archidiócesis. 
  • Porque nos negamos a que sea rector de nuestro seminario aquel que se manifestó megáfono en mano contra una decisión del Vaticano. 
  • Porque nos negamos a que se mire para otro lado cuando un sacerdote de nuestra diócesis declara en un periódico que ha pagado abortos. 
  • Porque nos negamos a que la formación de nuestros laicos esté en manos de quienes no están en comunión con la fe de la Iglesia. 
  • Porque nos negamos a que nuestra Iglesia sea un elemento decorativo más de ese plan que quiere arrancar a nuestra tierra del mapa de España. 
  • Porque nos negamos a callar ante la frialdad en el trato de nuestro n.s.b.a Cardenal hacia sus sacerdotes, a quienes despacha como si fueran funcionarios del Estado en vez de hombres que han entregado su vida a servir a Dios y su Iglesia. 
  • Porque queremos una Archidiócesis más católica, más cercana a todos sus fieles, independientemente de su lengua materna, su procedencia y su destino. 
  • Porque queremos una Iglesia local activa, evangelizadora, optimista, viva. 
  • Porque, en definitiva, amamos a Cristo. Por eso no callamos. Por eso no nos taparán la boca. Somos conscientes de que a veces nos equivocamos y cometemos errores. Incluso alguna injusticia. Pero la web de Germinans germinabit sigue siendo hoy necesaria. Si no existiera, habría que inventarla. 

Reformas como la del Abad Cisneros (02/04/2009)

Reproduzco un interesantísimo artículo de D. Luis Fernando Figari aparecido en la web oracioncatolica.info sobre el espíritu reformador del que fuera abad de Montserrat Dom Cisneros. Espíritu de un auténtico hombre  de Iglesia que marcó con auténtica grandeza  la historia de nuestra renovación cristiana. 

Cuando desde Germinans a menudo abogamos por una Reforma radical de la Iglesia en Cataluña y por antonomasia en Barcelona, lo hacemos convencidos de que la endogamia que se crea en nuestras diócesis con el nombramiento y gobierno pastoral de obispos con demasiadas “relaciones peligrosas” in situ, establecidas ya desde el pasado y que por una parte los mantiene maniatados y por otra les condiciona su examen de la realidad, en una palabra les priva de perspectiva y de libertad. Uno de los grandes problemas del Cardenal Martínez Sistach cara a una renovación de la Iglesia en esta Archidiócesis es justo ese: que es demasiado de aquí y que tiene demasiadas amistades a las que servir.

El que se convertiría más tarde en el Abad Cisneros, amén de ser una persona de una formación intelectual y una talla espiritual extraordinaria, hacia gala de un profundo anhelo de santidad en la tan necesaria  reforma  de la Iglesia de su tiempo. Le casta le venía al galgo, pues su tío el cardenal Cisneros pasará a la historia como uno de los más grandes  y válidos reformadores de todos los tiempos.

Espero que una lectura atenta de este artículo llegue a perfilar a nuestros lectores  el boceto de Reforma por el que también suspiramos nosotros en nuestros días. Triste e inevitablemente cuando marche Sistach. Y el nuncio Monteiro y el cardenal Re también. 

Un maestro de oración, García Giménez Cisneros” por Luis Fernando Figari 

Hacia 1493 una docena de monjes, cansados del largo camino desde Valladolid, ascendía trabajosamente hacia el santuario de Nuestra Señora, en Montserrat. Entre ellos iba quien sería elegido prior, y más tarde abad del monasterio de Montserrat, García Giménez. Poco tiempo antes, los Reyes Católicos habían logrado que el Papa Alejandro VI anexionase Montserrat al monasterio de San Benito el Real de Valladolid.

Nacido en la villa de Cisneros, del antiguo Reino de León, en 1455, García o Garsías será conocido como de Cisneros. Hacia el inicio de la década de los 70 ingresó al monasterio benedictino San Benito, de Valladolid, en el que llegó a ocupar el cargo de segundo prior. San Benito era ya entonces centro de lo que se ha dado en llamar la reforma vallisoletana. Fundado en 1390 por auspicio real fue desde un principio destinado a convertirse en un centro de restauración de la estricta observancia.

Ya desde tiempos de su noviciado, García es un entusiasta lector del Salterio, acompañándolo por los comentarios de San Agustín. Como buen aprendiz de monje se fue familiarizando con la vida y dichos de los Padres, así como con obras de San Agustín, de San Gregorio, y otros, cuyas doctrinas son sólido alimento para el espíritu. Por ese entonces estaba en su apogeo la reforma exterior e interior, la austeridad y la observancia en Valladolid. A mediados de la década del 70, unos diecisiete monasterios reconocían la dirección de la abadía de Valladolid. Sin embargo, más que un centro intelectual, que ciertamente no era, San Benito el Real era un centro de espiritualidad, en el cual los monjes se dedicaban a "vacar al estudio de la conciencia". Por entonces, hacia fines del siglo XIV, bajo influjos nórdicos de la "Devotio moderna", los monjes se aficionaron a la oración metódica. 

Reforma y observancia

En pleno período de los Reyes Católicos, o de las reformas y observancias, que ellos auspiciarían activamente desde 1485, llegaba el joven monje para hacerse cargo de la reforma de Montserrat. Como bien ha señalado un estudioso del siglo XVI español, eran tiempos signados por la unidad. Unidad de Aragón y Castilla (1479). Unidad geográfica de dimensiones planetarias, esta vez simbolizada por el descubrimiento del Nuevo Mundo (1492). Uno de sus "predecesores", superior de los eremitas de Montserrat hacia 1482, antiguo secretario de Fernando el Católico, Bernardo Boil, acompañó a Cristóbal Colón en 1493, justamente por los tiempos en que García llegaba a Montserrat. Habría que ver en ello todo un símbolo del rol al que estaba invitado a desempeñar el monasterio de Montserrat en la reforma religiosa que con carácter nacional, antes que Trento o las manifestaciones protestantes, impulsaban Isabel y Fernando.

La situación ante la cual reaccionaba la reforma se ve descrita en el documento en que los Reyes la ordenan: «... porque en nuestros reinos hay muchos monasterios e casas de religión, así de hombres como de mujeres, muy disolutos y desordenados en su vivir e en la administración de las mismas casas e bienes espirituales e temporales, de lo cual nacen muchos escándalos e inconvenientes e cosas de mal ejemplo... de que nuestro Señor es muy deservido, e a nos se podría imputar e dar asaz cargo». Fueron esos mismos Reyes Católicos, quienes en una visita realizada al monasterio de Montserrat, en 1492, tomaron consciencia de la necesidad de su reforma, y obtuvieron que la congregación de Valladolid se hiciera responsable del proceso.

El 3 de julio de 1493, García se hacía cargo del priorato de Montserrat, que dependía por entonces de Valladolid. Muy pronto se entrega a la reforma, tanto en los aspectos materiales y exteriores del convento, como en lo relativo a la disciplina comunitaria y la vida interior de los monjes.

Según se especula, al realizar una gestión de paz ante Carlos VIII, rey de Francia, en 1496, tuvo ocasión de tratar con Juan Mombaer (1460-1503), quien por entonces radicaba en el monasterio de Livry, cerca de París. Mombaer o Mauburnus es uno de los propagadores de la "Devotio moderna", autor de una recopilación de textos de la espiritualidad de Windesheim, conocida como el `Rosetum' (`Rosetum exercitiorum spiritualium'). Sea el que fuere el alcance de este viaje, a su regreso, el prior se entrega con renovados brios a la reforma de lo que en realidad era un cenobio —santuario— eremitorio. La situación de Montserrat en poco se parecía a la de Valladolid. Centenares de peregrinos acudían diariamente, no pocos recibían alimentos de los monjes, y los enfermos era fraternalmente atendidos, los sacerdotes ejercían sus responsabilidades espirituales confesando, dando orientación espiritual, instruyendo a los peregrinos, y celebrando las solemnes ceremonias litúrgicas.

García de Cisneros se vio desde un principio con el reto de aplicar una reforma conventual y estrecha a la realidad sumamente activa de Montserrat. De ánimo emprendedor y combativo, no sucumbió por el sendero fácil. Procuró preservar todas las características singulares de Montserrat, entre las que destacaban la oración mental —diversa de Valladolid, quizá introducida por el abad Juan de Peralta según la inspiración del método de Luis Barbo  (c. 1382-1443), o confirmada según práctica anterior— y las solemnidades en la liturgia, lo que causó más de un problema con el monasterio principal de Valladolid. En el Capítulo General de 1500, García logró que sus proyectos fueran reconocidos. Ya con un nuevo estatuto, Montserrat estrena nuevas Constituciones en 1501, impresas en su propia imprenta, inaugurada pocos años antes. En ellas se establecía que los monjes de Montserrat seguían la Regla de San Benito, pero "en otras cosas, algunas diferentes de nuestra congregación (Valladolid), nos conformásemos con las loables costumbres de este monasterio, por conservar la devoción de los peregrinos".

En 1502, las constituciones de la reforma de Montserrat alcanzarían condición de norma fundamental del monasterio catalán. Reunidos todos los monjes en la sala capitular, el 18 de agosto, no sólo ratificaron las constituciones, sino que determinaron que ningún abad tomaría el cargo sin antes jurar que las respetaría y las haría respetar. Los "spirituales exercicios" núcleo de la reforma cisneriana, quedaban así reconocidos como recto camino de perfección y vida religiosa. 

La obra de reforma

Demasiado largo sería ingresar a los detalles de la reforma de Montserrat. Baste dar una breve noticia de la misma exponiendo algo sobre la "ratio studiorum" de García de Cisneros. Montserrat es convertido por el abad García en una escuela de formación espiritual.

Tres serán los cursos básicos en los que se habrán de formar los monjes. La oración mental metódica, según el `Ejercitatorio de vida espiritual', a cuyo estudio deberían entregarse antes de ingresar a la práctica. Este estudio se iniciaba en el noviciado, profundizándose con la Regla de San Benito (c. 480-547), el `Beatus vir' o `Trapado de la ascensión espiritual' de Gerardo Zerbolt de Zutphen (m. 1398), y el `Directorio de las horas canónicas'. Luego procedían al estudio de los salmos y el Oficio Divino, así como a los comentarios de los salmos de San Agustín. El tercer curso versaba sobre la teología moral y la predicación, para cuyo estudio estaba sugerida la `Suma Teológica Moral' del dominico San Antonino de Florencia (1389-1459) y el Preceptorio de las leyes divinas, según exposición del Decálogo del también dominico Juan Nider (m. 1438). Los monjes debían estudiar y el maestro tomarles la lección. El tiempo de estudio estaba también regulado: "Después de Prima, váyanse con sumo silencio a sus celdas, de las cuales ningún monje salga hasta el signo primero de Tercia... En el cual tiempo tenga cada uno lección diputada, según que el prelado se la asignare, en la cual sólo se ocupe y no en otra".

El rigor en la etapa de formación en relación a la selección de obras de texto a ser estudiadas, era seguido posteriormente, luego de la "graduación", por una gran liberalidad en la elección personal de los libros de la muy bien provista biblioteca del monasterio.

Como su primero, el cardenal fray Francisco Giménez de Cisneros, estrecho colaborador, desde 1493, del movimiento reformador de los Reyes Católicos, García era un convencido de la utilidad de la imprenta en el impulso evangelizador de la reforma. Antes de fin de siglo ya editaba Montserrat un primer "Enchiridion Benedictinum", que incluía la Regla de San Benito, obras de San Buenaventura (1221-1274), el `Tratado de ascensión espiritual' de Gerardo de Zupthen, entre otras obras. Muy pronto fue seguido por la elección de misales, breviarios, procesionales y los ejemplares del `Directorio de las Horas Canónicas', las `Constituciones de los Monjes', así como otras obras atribuidas al ilustre Abad, entre ellas: "Ejercitatorio de la vida espiritual", terminada el 13 de noviembre de 1500, editada simultáneamente en latín y en español. La escuela de formación de Montserrat contaba así, ante todo, con una buena provisión de libros para sus propios estudiantes y monjes, así como para irradiar a otros monasterios y conventos, al igual que a los laicos, la espiritualidad de la reforma vivida en el monasterio de Nuestra Señora bajo la dirección del abad García. 

El Ejercitatorio

Guiado por el celo de la reforma, y convencido de las virtudes de la oración mental metódica, García Giménez concibió un pequeño manual que empleando material de maestros consagrados sirviera para introducir a los novicios a la oración mental, y guiara su avance por las sendas de la ascensión espiritual. "Compilación de los Ejercicios Espirituales", la llama su autor, reconociendo cual habrá de ser su metodología para la composición de un tratado sobre "cómo el ejercitador y varón devoto se ha de ejercitar según las tres vías que son llamadas Purgativa, Iluminativa y Unitiva".

Ciertamente una lectura atenta de la obra mostrará que no se trata de una simple compilación, sino de una selección de textos sumamente valiosos, bastante bien trabados entre sí, sobre todo antes de la cuarta parte, y con un meritorio logro en la presentación antológica de la doctrina que quiere comunicar. Consta la obra de 69 capítulos. Hasta el capítulo 30 expone las tres vías, y luego recopila textos teóricos sobre la contemplación, o desarrolla puntos para meditar. Se trata de un manual para estudios, como ya sabemos, eso explica quizás la impresión de yuxtaposición de materiales que ofrece en la cuarta parte.

Sus fuentes son muchas, y el autor no pretende ocultarlas, pero se pueden determinar algunas más fácilmente que otras. Gerardo de Zutphen, cuya obra "De spiritualibus ascensionibus" fue impresa en el mismo Montserrat por indicación de García, es recogido generosamente. `El alfabeto del Divino Amor' del cartujo de Gemmitz Nicolás Kempf (m. 1497) sirve para la redacción de unos cuatro capítulos. Juan Gerson (1363-1429), San Buenaventura. Juan Mombaer o Mauburnus (1460-1501), el célebre cartujo Hugo de Balma (m.c. 1303) a quien por un error bastante común llama de Palma, Tomás Hemerken de Kempis (c. 1380-1471), y otros muchos cuya selección manifiesta la gran erudicción del abad. 

Influencias

Para el momento de su muerte, el 27 de noviembre de 1510, la escuela de oración de García Giménez de Cisneros está bien asentada. Cuando en 1512 es elegido abad Pedro de Burgos, discípulo predilecto de García, el impulso reformista cisneriano estaba definitivamente asegurado. A los pocos años se empieza a difundir la obra. Hay ediciones en diversos lugares de España, en París en Francia, Venecia en Italia, Cracovia en Polonia, y así en adelante. Además, una versión, más sencilla, del `Ejercitatorio' preparada por Pedro de Burgos con el título de `Compendio de Ejercicios Espirituales' ve multiplicarse sus ediciones, difundiendo aún más la orientación espiritual del abad García.

Los `Ejercicios Espirituales' de San Ignacio de Loyola portan en su núcleo la influencia de la escuela de García Giménez de Cisneros. No pocos peregrinos acudían a Montserrat para aprender a ejercitarse en la oración mental que ahí se practicaba. A la Montaña Santa concurrió también San Ignacio para venerar a Nuestra Señora, la Moreneta. Ignacio confesará sus pecados y pasará tres días repasando la doctrina cristiana. Quizá imitando algún personaje del "Flos Sanctorum"  o a los ermitaños que por ahí habitaban, se refugió en una de las cuevas de la montaña, y luego por cerca de un año en la zona de Manresa que mira a Montserrat. En esas andanzas toma contacto con el benedictino Juan Chanones, quien según antiguos testimonios inició al peregrino en los ejercicios espirituales del abad García.  

 

¿Qué podemos hacer y qué vamos a hacer? – 23/01/2009

Religión en Libertad informó hace unos días del proyecto de ley del gobierno de la Generalitat por el que los jueces tendrán la última palabra en caso de que una menor de edad, mayor de 16 años, decida abortar contra la oposición de sus padres o tutores. Si se da semejante circunstancia, será un juez quien decida si la adolescente está capacitada para llevar a cabo la “operación”. Aunque sabemos que la totalidad de nuestros obispos están en desacuerdo con el aborto y con ese ataque al derecho de los padres a educar a sus hijos, hasta ahora no se conoce ninguna reacción oficial por parte de ningún obispo de las diócesis catalanas. Quizás este fin de semana alguno de nuestros pastores escriba algo. Puede que tengamos que esperar a la próxima semana. Y no es imposible que todos, o la mayor parte de ellos, miren para otro lado. Estaremos atentos quiénes y de qué manera reaccionan públicamente contra este nuevo envite de la cultura de la muerte en nuestra tierra.

De por sí es muy triste el que tengamos dudas razonables sobre la capacidad de reacción de nuestros obispos ante una noticia de este calibre. Llevamos demasiado tiempo sufriendo de una especie de parálisis eclesial que impide que todos, como un solo cuerpo y una sola voz, podamos hacer algo más que salir del paso de manera tibia ante el avance de la cultura de la muerte. El enemigo, y si aquellos que buscan facilitar el aborto no son nuestros enemigos no sé quiénes lo pueden ser, usa todo lo que está en su mano para ganar la batalla por el alma de nuestra sociedad. Usan armas de destrucción masiva sin complejos. Sin embargo, nosotros apenas si respondemos con un tirachinas y con cara de acomplejados, como si enfrentarnos al mal fuera un mal en sí mismo, como si denunciar a voz en grito las estratagemas de Satanás fuera un resabio pre-conciliar del que hemos de librarnos.

Si es verdad que somos sal de la tierra, nuestra presencia debe de ser muy dolorosa allá donde se abren heridas por las que se derrama la sangre y la vida de nuestro pueblo. La tiniebla retrocede siempre ante la luz, a menos que la luz se tape a sí misma por razón de un acomplejamiento estúpido. Sabemos que Cataluña ha dejado de ser cristiana pero es más grave que los que todavía somos católicos nos acomodemos y adoptemos actitudes tibias ante un poder que no cejará hasta convertir este país en una copia exacta de la Sodoma y Gomorra que fueron borradas del mapa por la ira de un Dios santo.

Es hora de que dejemos atrás las sonrisas, el buen rollo, el seny y cualquier otro adjetivo o sustantivo que sirva para justificar nuestra falta de combatividad contra el mal. La pasividad es de cobardes y de traidores, tanto si se es seglar como si se es sacerdote, obispo, arzobispo o cardenal. No hay prudencia alguna que pueda opacar nuestra obligación a levantarnos contra esta nueva bomba contra la vida de seres inocentes y la autoridad paterna.

De poco nos vale celebrar la memoria de aquellos mártires que dieron su vida por Cristo hace muchos siglos si hoy somos incapaces de seguir su ejemplo. Ni siquiera se nos pide que derramemos nuestra sangre, al menos por ahora. Todo lo que se nos exige es que levantemos nuestra voz contra el mal de forma contundente. Que digamos alto y claro un gran ¡BASTA YA! Que seamos la voz profética que anuncie la condenación segura de una sociedad que mata a sus hijos, a la vez que ofrecemos el camino de la salvación. Y que hagamos eso no sólo en nuestros templos y en nuestras casas, sino en la calle, donde se nos ha de ver y de oír.

 

Lo que sois, lo que somos – 05/12/2008

Aunque este dato pueda servir de pista a los modernos cazadores de brujas que están inmersos en la tarea imposible de averiguar quiénes estamos detrás de Germinans germinabit, es necesario decir que los “chicos del germi” tenemos una gran ventaja sobre aquellos que forman parte de esa iglesia catalana incapaz de producir fruto espiritual. Nosotros somos más jóvenes, más activos, tenemos más ganas y sabemos que el futuro está de nuestra parte.

La era de Matusalén, en la que los hombres vivían siglos y siglos, no volverá. Lo que una dirección pastoral desastrosa no consigue, llegará de manos de la biología. El cardenal Sistach pasará, como han pasado tantos otros, y nosotros seguiremos aquí, haciendo todo lo que esté en nuestra mano para que nuestra iglesia emprenda la senda del sentido común, de la comunión con el espíritu que sopla desde Roma y que ya está instalado en casi todas las diócesis españolas.

Nuestros sacerdotes forman mejor a los fieles. Nuestras parroquias están más llenas. De los hijos de nuestros seglares saldrán los futuros curas, aunque para ello tengamos que llevarles a otros seminarios a fin de evitar que caigan en manos de Turull y cía. Vosotros deformáis a los cada vez menos fieles que caen en vuestras manos. Vuestros templos están vacíos. Vuestros seglares sirven como mucho para ser monitores de campamentos de verano. No saben doctrina, no conocen la Escritura, no saben disfrutar de la buena liturgia, no tienen una espiritualidad auténticamente católica. Y no sois capaces de producir una sola vocación al sacerdocio y la vida consagrada. Como dice el que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas a la Iglesia en Sardes: “conozco tu conducta; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto” (Ap 3,1).

Nosotros tenemos ticket para el arca de Noé y el Diluvio no nos llevará por delante. Los dinosaurios os quedáis fuera del arca. No cabéis dentro y estáis llamados a la extinción. Las nubes del laicismo radical y anticlerical derramarán sobre vosotros los goterones de lluvia más gordos y vuestra falta de fe viva no os protegerá de la avalancha que os sepultará.

Como colectivo no tenéis solución. Vuestro tiempo está ya marcado y no podéis añadir ni una décima de segundo a vuestro gobierno sobre este rebaño. Pero como individuos todavía tenéis la posibilidad de salvaros de la quema. Arrepentíos y convertíos al catolicismo, dejando atrás vuestras ataduras ideológicas socio-políticas. La fe de la Iglesia es la perla de gran precio que habéis tenido delante de vuestras narices durante toda vuestra vida y no habéis querido coger entre vuestras manos. Pero aún se os ofrece. Vuestro testimonio de conversión será el fruto que os permitirá ser sarmientos unidos a la vid y no sarmientos secos que son arrojados al fuego para arder.

Por gracia somos católicos fieles a la fe de la Iglesia. Por gracia podéis serlo. En vuestras manos está a quién queréis servir el resto de vuestros días.

 

Tiá y las malas compañías - 28/11/2008

Hace unos días se celebró en Ávila el I Congreso de Turismo Religioso organizado por el Secretariado de Pastoral de Turismo de la Conferencia Episcopal Española. Asisitíeron el inefable mosén Sebastiá Taltavull, director del dicho secretariado al que acompañaba Josep Enric Parellada, director del Departamento de Turismo, Santuarios y Peregrinaciones, monje de Montserrat y hasta hace poco prior de esa comunidad monástica, Mons. Carles Soler, Obispo de Girona Obispo Promotor del Departamento de Pastoral de Turismo, Santuarios y Peregrinaciones, y Joan Mesquida, secretario de estado socialista del ramo.

En Germinans germinabit, cuyas ramificaciones alcanzan lugares insospechados para horror de nuestros detractores, hemos podido saber que Taltavull presumió de ser el próximo obispo auxiliar de Barcelona. Cuando se le acercaban a preguntarle por esa posibilidad, él respondía diciendo “todo va bien”, “ya está hecho” y frases similares.

Como bien sabemos, el secreto pontificio impide a quienes van a ser obispos el comunicar públicamente que han recibido una carta o llamado del Nuncio. Por tanto, Taltavull puede creer que va a ser obispo pero oficialmente no le ha sido comunicado. No sabemos si sus fuentes en Roma le aseguran que su elección es segura, pero debería mostrar un mínimo de prudencia en vista de lo que le ocurrió hace unos meses.

Allá por mayo Taltavull estaba segurísimo de ser el futuro obispo de Girona. Monseñor Soler era su principal valedor. O no conocen bien cómo funciona Roma o habrían comprendido que ese apoyo iba a jugar precisamente en su contra. También entonces se le felicitó por su segura promoción al episcopado, mientras él aceptaba complacido todas las muestras de alegría y apoyo. Hoy Taltavull no es el obispo de Gerona y puede que dentro de unos meses siga sin ser el obispo auxiliar de n.s.b.a. cardenal.

Quizás crea que su presencia en la Conferencia Episcopal es un plus de garantía sobre su cualificación para ser obispo. Pero una cosa es ser amable con todos, recibir sonrisas de quienes trabajan o se pasan por el territorio de Rouco y Camino y otra muy distinta el creer que eso basta para poder pasar el filtro que lleva hacia el báculo. Precisamente el tenerle cerca de aquellos que más influyen en Roma sirve para que le conozcan mejor. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda y Tiá sigue siendo un miembro más del sector progresista del clero. Y la Santa Sede, como bien ha podido comprobar monseñor Sistach, no está por la labor de dar un paso atrás en la elección de obispos para Cataluña. El dime con quién andas y te diré quién eres sigue siendo válido. Y basta ver la foto que acompaña a este artículo para saber porqué es bastante difícil que Taltavull sea obispo en la iglesia catalana y española.

 

 

Parece usted maño, señor cardenal – 24/10/2008

He llegado al convencimiento de que por las venas de n.s.b.a cardenal debe correr mucha sangre aragonesa. Muchos recordarán aquella escena de la película “Nobleza baturra” en la que aparecía un maño subido en una burra que andaba por el medio de la vía del tren. A lo lejos se oye el pitido de una locomotora a vapor, de esas que tanto echamos de menos los que hemos vivido de pequeños al lado de una vía ferroviaria. Pero el maño y la burra ni se inmutan. Según se acerca la locomotora, el maquinista toca el pito con más insistencia. Y entonces el maño, sin volver apenas la cara, va y suelta: “Chufla, chufla, que como no te apartes tú…”

Tal que parece que nuestra archidiócesis es aquella burra que va por la vía, y el cardenal el maño que la lleva de las riendas. Por más que el peligro de ser arrollada por el tren se la lleve por delante, el lozano jinete no piensa moverse un milímetro ni a derecha ni a izquierda. El pitido nítido y potente de la diócesis hermana y vecina de Terrassa no inmuta a nuestro querido arzobispo. Saiz Meneses, como venimos diciendo en Germinans, tiene un seminario que va a dejar atrás al de Barcelona el año que viene, o en dos años a lo más tardar. Pero nuestro pastor insiste en mantener a mosén Turull como rector y delegado de pastoral vocacional. Pues nada, cardenal, siga usted por ese camino y verá qué bien nos va.

Al menos tenemos la esperanza de que Roma tome nota de esa realidad, sobre todo a la hora de proveer la sucesión de la todavía principal diócesis catalana. Si no nombran a Saiz Meneses para tan alta responsabilidad, al menos pueden elegir a alguien que tenga las cosas tan claras como este obispo conquense de nacimiento y catalán de adopción.

 

Cien mil razones - 13/07/2008

Recientemente hemos llegado a las cien mil visitas en Germinans germinabit, a las que cabría añadir unas cuantas decenas de miles más de nuestro blog en Religión en Libertad, que nos ha dado si cabe una proyección mayor en el resto de España. A algunos les parecerán pocas visitas pero si se nos compara con las que reciben las webs y los blogs del sector progresista y nacionalista de nuestra Iglesia en Cataluña, es obvio que estamos muy por encima de todos ellos. Además, es muy poco probable que a los Llisterri y cía les lean desde el Vaticano. A nosotros sí. Recibimos al menos una visita todos los días desde hace ya mes y medio, a las que hay que añadir las recibidas en los meses anteriores. Ya hemos superado el centenar de entradas desde la Santa Sede. No sabemos quién nos lee desde allí pero nos leen.

Además, visto el cada vez menor peso social y mediático que tiene el cristianismo y la Iglesia en nuestra tierra, estas cien mil visitas suponen una especie de pica en Flandes. Germinans es un referente imprescindible para todo aquel que quiera saber qué se cuece en la Barcelona de Sistach. Él nos querría callados, mudos, sometidos al espíritu de lo eclesial políticamente correcto, felices ante la paz del cementerio en que se está convirtiendo nuestra diócesis. Jamás pensó n.s.b.a arzobispo que su pontificado iba a estar tan marcado por los cuatro gatos mal contados que formamos parte de este proyecto. Él sabe bien que desde estas páginas hemos contribuido no poco a que su protegido Turull no sea a día de hoy obispo auxiliar de Barcelona. Y si alguien quiere buscar una buena razón, desde luego no la única, por la que el doctor Martínez no es el nuevo Prefecto de la Signatura Apostólica, la encontrará en su actitud ante el caso Manel Pousa, que ha sido comentado profusamente por los pasillos de la Ciudad del Vaticano.

Nos quedan por delante unos cuantos años antes de que nuestro cardenal deje el timón de este barco que parece ir a la deriva. No esperamos grandes cambios en su proceder pastoral. De donde no hay no se puede sacar. Sería prioritario poner el seminario en manos de alguien que no provoque el rechazo que provoca Turull y que puede acabar con la huida de las vocaciones sacerdotales a otros seminarios. El cardenal ya sabe que esas vocaciones sólo salen de parroquias dirigidas por sacerdotes que no son precisamente de su cuerda. Y esos sacerdotes, en  buena lógica, preferirán que sus muchachos sean formados fuera. Lo que ocurre es que una vez fracasado, al menos de momento, en su intento de que Roma haga obispo a Turull, no parece probable que el cardenal le retire del seminario.

Sólo nos queda pedir paciencia a ese buen número de sacerdotes que consiguen que sus parroquias se llenen cada domingo, que nadan contracorriente para evitar que el catolicismo sea una especie en extinción en nuestra tierra. Sabemos que vendrán tiempos mejores y lo que hoy ellos plantan dará buen fruto. Antes o después llegará un obispo que se fije en ellos y decida aplicar una pastoral que ayude a recuperar el terreno perdido. En las actuales circunstancias resistir es ganar y no hay Tierra Prometida a la que se llegue sin pasar por un desierto. Quedan prohibidas las deserciones y las actitudes fatalistas. Las murallas de Jericó caerán. No cuando nosotros queramos sino cuando Dios lo disponga.

 

Las redes vacías – 20/06/2008

Fue una noche dura, como tantas otras. Y el resultado era de lo más desalentador. Las redes estaban prácticamente vacías. ¿Qué hacer? Resignarse y regresar a casa. El sudor de su frente no había traído en esta ocasión el fruto merecido. Pero ese día iba a ser distinto. Alguien se le acercó y le dijo: Boga mar adentro y echa las redes.
Lo más seguro es que cualquiera que no fuera Simón pensaría: ¿y este tipo de qué va? ¿qué es lo que pretende? ¿tomarnos el pelo? Pero él dijo sí. Y volvieron al mar. Y echaron las redes. Y las redes estaban tan llenas que se rompían. Los peces apenas cabían en dos barcas. El resto de la historia ya la conocemos y el que no se la sepa, que se lea el evangelio de Lucas.

Me pregunto qué pasaría hoy si el Señor se acercara a la barca de nuestra archidiócesis para ver qué hemos pescado. No creo que podamos decir que hemos pasado la noche pescando. No, somos demasiado cómodos como para salir a pescar a horas intempestivas. Es más, probablemente muchos se conforman con echar una caña en la orilla para ver si algún pez incauto pica el anzuelo. Pero no es eso lo peor. Lo grave es que es bastante posible que si Aquel que preguntó a Simón por el fruto de su pesca,  preguntara hoy al capitán de nuestra barca por el contenido de nuestras redes, éste sería muy capaz de responder que están llenas o medio llenas. Da igual que resulte obvio para todos que apenas hay unos cuantos pececillos despistados en ellas. Acostumbrado como está nuestro capitán a no ver en su vida las redes llenas, creerá que basta con poder exhibir alguna raspa como un trofeo del que sentirse orgulloso.

Pero si no reconocemos que nuestras redes están vacías, el Señor no nos pedirá que boguemos mar adentro. No repetirá la pesca milagrosa. Seguiremos siendo unos fracasados, necios pescadores de hombres que apenas salen a hacer la labor que les ha sido encomendada. Eso sí, entre nosotros hay auténticos expertos en la teoría de la pesca. Se les llena la boca de planes y las manos de planos. Pero no necesitamos teóricos. Necesitamos hombres de espaldas recias, dispuestos a agarrar a los peces si hace falta hasta con las manos. Necesitamos un buen capitán y un buen timonel. Y que no se desprecie a los que de verdad quieren trabajar. Hay ecologistas del alma que quieren que dejemos a los pecadores en sus pecados. Les molesta que saquemos del agua de la perdición a aquellos que han sido llamados a vivir en el aire libre de la salvación. Y esos están al frente de nuestras barcas, ¿cómo podremos cumplir el mandato de Cristo?

 

No se ganó Zamora en una hora – 30/05/2008

Cuenta la historia que Doña Urraca, hija de Fernando I, recibió a la muerte de su padre el señorío de Zamora. Su hermano, el rey don Sancho II de Castilla, llamado el Bravo, deseoso de arrebatarle tan preciada herencia, sitió la ciudad zamorana. Pero ésta fue bravamente defendida por Doña Urraca durante seis meses, hasta que el traidor Bellido Dolfos asesinó por la espalda a don Sancho, el 6 de octubre de 1072. De esta forma trágica concluyó el cerco y nació la frase “no se ganó Zamora en una hora”, que se utiliza para recomendar paciencia, ya que las empresas grandes y difíciles requieren largo tiempo.

Digo esto porque entre alguno de mis compañeros de armas de Germinans corre la idea de que basta con un pequeño -o gran- cambio en el timón de la barca de nuestra diócesis, para que todo vaya a pedir de boca. Pues no es así, amigos míos. Décadas de hundimiento del catolicismo en nuestra tierra no se solucionarán con uno o dos pontificados que vayan en la dirección correcta. Es muy probable que nuestros ojos no vean la cosecha de la semilla que hoy plantamos. Yo me conformaría y daría gracias a Dios si, como Moisés antes de morir, alcanzara a ver la tierra buena y ancha de la que mana leche y miel. Dada la nula querencia de los sacerdotes de Germinans por granjearse una carrera eclesial, es poco probable –aunque el Señor puede deparar sorpresas- que uno de ellos sea el Josué que lidere al pueblo de Dios en la conquista de aquello que es suyo por derecho divino.

Mas no por ello hemos de bajar la guardia. El enemigo está inquieto pues nosotros somos esa mosca cojonera que no les deja dormir la siesta. Una siesta que amenaza convertirse en el sueño eterno del que no habrá forma de despertar al catolicismo catalán. Ya no se conforman con dar manotazos intentado alejarnos de su presencia. Han llamado a la compañía de fumigadores para acabar con nuestras impertinencias. Y si mañana logramos la pequeña victoria de un cambio en la línea pastoral de nuestra iglesia local, volverán a levantarse megáfono en mano para acosar al buen pastor que cometa la osadía de guiar a nuestro rebaño a los buenos pastos. Si ahora que mandan nos tienen enfrente, no duden que enfrente nos tendrán cuando pierdan el poder.

Aunque gran parte de sus filas están compuestas por elementos que, por ley de vida, pronto habrán ido a rendir cuentas a su Hacedor, su influencia es tal que probablemente tendrá que pasar una generación entera para que la pesadilla que nos toca vivir sea historia. Serán nuestros hijos y nietos, espirituales y carnales, quienes contemplen la caída de los muros de Jericó, la derrota de los siervos de Moab y la victoria de Elías contra los profetas de Balaam.

Toca armarse de paciencia, de coraje, de determinación para no bajar la guardia por ver aparecer un rayo de sol en medio de la tormenta. Nada de clausurar Germinans. Si sabemos estar en la vanguardia en tiempos difíciles, sabremos aportar nuestro granito de arena cuando sople el viento a nuestro favor.

 

 

Don Josep, permítame un consejo – 16/05/2008

Dirijo estas palabras a Josep Miró, recientemente nombrado por Benedicto XVI como miembro del Pontificio Consejo para los Laicos.

Don Josep, la lectura del artículo que publicó en su blog el pasado miércoles me ha dejado preocupado. No tanto por el contenido concreto sino por lo que subyace en el fondo. Me explicaré. Usted fue miembro destacado de CiU e incluso conseller de la Generalitat. Por tanto, es lógico que su ideario político sea el nacionalista. Y está en su perfecto derecho, faltaría más.

Habiendo dedicado una parte importante de su vida a ser político profesional, lo normal es que le siga picando el gusanillo. Pero créame que si hoy es usted un referente para la Iglesia no es precisamente por lo que hizo como político. E-cristians y Forum Libertas no son la obra de un político sino de un hombre de fe. Un hombre sobre quien el Papa ha depositado su total confianza. Y no es de extrañar, ya que en los últimos años se ha caracterizado por alzar las banderas de la implicación de los cristianos en la sociedad, de la defensa de la familia y de la vida. Su labor ha sido encomiable y estoy seguro de que lo seguirá siendo. Pero por eso mismo, debería de plantearse si es prudente el que baje de nuevo a la arena política en cosas tan concretas como las que plantea en su artículo.

Como miembro del Pontificio Consejo para los Laicos, debería de evitar que sus posicionamientos políticos sobre temas que no afectan a aspectos fundamentales de la fe y moral cristianas, sean motivo de discrepancia con otros fieles católicos. Usted no es sacerdote ni obispo y por tanto no tiene la obligación de limitarse, como ellos, al emitir juicios políticos. Pero qué bien nos haría a todos si se autolimitara voluntariamente. Pruebe a hacerse la siguiente pregunta: ¿habría sido prudente que yo escribiera ese artículo si fuera “monseñor”? Seguramente la respuesta es no. Pues aunque no sea monseñor, haga como si lo fuera. Ser miembro de un Consejo Pontificio no es cualquier cosa. Le supone un plus de responsabilidad ante la Iglesia y ante el mundo.

Además, usted sabe muy bien que los partidos políticos con representación parlamentaria en España no tienen en sus agendas la defensa de los valores que usted más ha defendido en los últimos años. Y esos valores, no si Pepito pacta con Arturito a cambio de tal o cual prebenda o derecho, son los más importantes. Mientras en España, y de paso en Cataluña, no haya un partido fuerte capaz de defender los derechos de los no nacidos o de defender a la verdadera familia, lo demás es absolutamente accesorio.

Sea usted, don Josep, la voz de todos los laicos y no de los que son favorables a una opción política concreta. Si quiere usted hacerse presente en el debate interno de un partido, que sea por las cuestiones a las que ha dedicado su vida en los últimos años. Son las que merecen la pena. Son las que necesitan de la movilización del laicado. Son las que le han puesto a usted en el lugar que está. No se dedique a las polémicas entre nacionalismos de uno u otro signo. No desande el camino que ha recorrido desde que fundó e-cristians. Dedíquese a las polémicas entre los que defienden la cultura de la muerte y los que defendemos la cultura de la vida. Prosiga hasta la meta.

 

¿Dónde estabas cuando hacías falta? – 09/05/2008

¿Dónde estabas tú, Iglesia, cuando era más necesaria que nunca tu presencia? ¿Dónde estabas cuando la sociedad en la que vives emprendió el camino de la destrucción? ¿Dónde estabas cuando tus fieles abandonaron tus templos? ¿Dónde estabas cuando tus sacerdotes, tus teólogos y hasta tus obispos pisotearon la fe que se te entregó? ¿Dónde estabas cuando tu liturgia se hizo mundana? ¿Dónde estabas cuando tu influencia podía ser todavía eficaz para evitar leyes inicuas que destruyen la familia y al ser humano no nacido? ¿Acaso levantaste tu voz de forma potente o más bien cumpliste el expediente? ¿Llegaste a dar tu vida para defender a los inocentes?

Me acuerdo cuando la sangre de tus mártires regó la tierra sin que una sola apostasía manchara tu inmaculada santidad. ¿En tan poco estimáis su ejemplo que ahora no sois capaces de enfrentaros de verdad contra los que trafican con el alma de vuestro pueblo? Vosotros, obispos, ¿vais a seguir haciéndoos fotos sonrientes con aquellos que llevan a vuestra nación hacia el abismo?, ¿acaso vuestro Señor sonrió cuando estuvo delante de esa zorra llamada Herodes?, ¿acaso habéis sido puestos como pastores del rebaño de Cristo para guiarle por los caminos de la tibieza que provoca el vómito del Rey de reyes?, ¿acaso alguien os dio permiso para no velar por la sana doctrina de la que se alimentan vuestras ovejas?, ¿acaso alguien os ha autorizado a mantener en el sacerdocio y en las cátedras a quienes predican su falta de fe en vez de la fe de la Iglesia?
¿Y qué decir de vosotros, sacerdotes?, ¿cuándo quitaréis las telarañas de vuestros púlpitos y predicaréis que hoy es tiempo de levantarse, de no quedarse de brazos cruzados ante el poder civil que ha sacrificado a los más pequeñuelos ante el altar del aborto?, ¿cuándo entenderéis que es tiempo de que exhortéis al pueblo de Dios para que plante cara a los que quieren entregar a vuestros ancianos en los brazos de la eutanasia?, ¿cuándo imitaréis a Josué, que no tuvo miedo de guiar a su gente hacia la conquista de lo que era suyo?, ¿cuándo seréis como Daniel, que intercedió por los pecados de su pueblo?, ¿cuándo imitaréis a los profetas que no tuvieron miedo de sufrir el castigo de los reyes que llevaban al pueblo santo hacia la idolatría y la apostasía?

¿Y tú, pueblo de Dios?, ¿en qué ha quedado tu compromiso de servir al Señor?, ¿acaso las promesas del bautismo son papel mojado?, ¿acaso te han hecho pueblo santo, sacerdocio real, para que ahora bajes los brazos y te entregues al espíritu del mundo gobernado por el padre de la mentira?, ¿acaso has recibido el Espíritu Santo para encerrarle en una jaula de oro donde no moleste a los que no quieren saber nada sobre el juicio de Dios a las naciones rebeldes?, ¿por qué has permitido que tus hijos abandonen la fe?, ¿por qué no les has educado en los preceptos que recibisteis de vuestros antepasados?, ¿por qué no impides que alimenten sus almas con las drogas de la fornicación, el adulterio, la homosexualidad, la rebeldía contra la autoridad, la idolatría al dinero, la falta de respeto por lo más sagrado?

Llega la hora de que recojáis lo que vuestras manos sembraron. Si os habéis entregado a la apostasía sin que mediara persecución, ¿qué haréis ahora cuando os persigan?, ¿a quién acudiréis para salvar los restos de santidad que quedan entre tus ropas?

Queda un remanente fiel que no ha doblado su rodilla ante ese Baal que exhibe una urna como corona que justifica sus tropelías. Quedan obispos, sacerdotes y fieles que están dispuestos a dar la cara. A ellos seguid. En ellos confiad. Sus palabras escuchad. Por ellos no seréis destruidos con el resto de vuestra nación.

 

 

¿Sabe el Papa que uno de sus cardenales no ha suspendido al cura que pagó abortos? - 02/05/2008

Alguien está cometiendo un gravísimo error en la archidiócesis de Barcelona.  Y ese alguien es ni más ni menos que su pastor, el cardenal arzobispo Martínez Sistach. Nuestro cardenal piensa que basta con una nota de prensa cuasi clandestina para quitarse de encima el marrón del escándalo causado por uno de sus sacerdotes, Manel Pousa, que afirmó sin el menor pudor moral que había pagado abortos.

En la nota de la delegación de medios de comunicación de la archidiócesis, se asegura que el cura dice ahora que no se explicó bien. ¿Quiere decir que no nos contó los detalles de su crimen? Es cierto que no nos ha explicado a qué bolsillo de médico abortero ha ido a parar el dinero que él dio. No sabemos si las treinta monedas de plata de Mosén Pousa las recibió el carnicero Morín o el “doctor” Barambio. Lo que sabemos es que seres humanos inocentes han sido asesinados en el seno de sus madres por el dinero entregado por un cura. Y sabemos que nuestro cardenal sigue permitiendo que ese sacerdote siga ejerciendo como tal.

¿Acaso no debemos apelar al Santo Padre para que acabe con esta situación indigna? Yo creo que sí. Esto no puede quedar así y no va a quedar así. Muchos no queremos ser ovejas de pastores como este, que intenta esconder debajo de la alfombra el escándalo con tal de evitarse el ataque de los medios de comunicación que aplaudirían con las orejas lo realizado por ese sacerdote indigno y le acusarían a él de ser un cardenal carca.

Me imagino lo que el cardenal Trujillo, recientemente fallecido, pensaría de tener en su mesa el expediente con las declaraciones de Manel Pousa y la “nota” del arzobispado. Posiblemente ya no estaríamos ante el “escándalo Pousa” sino ante el “caso Sistach”. ¿De verdad cree el cardenal que su capelo le puede proteger en caso de que Benedicto XVI llegue a saber lo que ha ocurrido? Sepa usted, don Lluís, que muchos estamos dispuesto a hacer lo que sea necesario, dentro de los cauces reglamentarios, para que el Santo Padre sepa en primera persona lo que está ocurriendo. Veremos entonces en qué queda su diplomacia y su tibieza cómplice con ese sacerdote indigno.

 

No manipulen lo que dijo el cardenal Sistach en Sant Jordi - 25/04/2008

Nuestro cardenal arzobispo, don Lluís Martínez Sistach, lleva una racha en la que no para de salir en los medios de comunicación, sobre todo en los que tratan asuntos religiosos en internet. Y desgraciadamente no siempre para bien. El caso del cura abortero es un escándalo que amenaza con llegar a Roma si el cardenal no es capaz de atajarlo como dicta el sentido común. Don Lluís, el silencio no es una opción. Por el bien de la Iglesia y por su propio bien,  haga lo que todos los que luchamos por el derecho a la vida desde su concepción queremos que haga. O ese sacerdote se arrepiente públicamente de haber pagado abortos –encima presumiendo de ello-, o usted tiene que impedir que pueda seguir ejerciendo de sacerdote. No le queda otra, cardenal. Por favor, aplique la tolerancia cero en un caso tan sangrante. La Iglesia no puede permitir que ese cura dé una sola misa más.

El doctor Sistach también fue noticia por su conferencia en el Club Siglo XXI. Creo que se apuntó un buen tanto con su charla. Sin perder su estilo de moderación en las formas, advirtió de que en España podemos echar a perder el patrimonio de la Transición. También habló de la necesidad de que la Iglesia - o mejor dicho, los cristianos- encuentre su lugar en las actuales circunstancias socio-políticas, no para imponer nada sino para ofrecer a la sociedad el mensaje del evangelio. En definitiva, en un foro prestigioso nuestro cardenal manifestó con sus propias palabras aquello que el Papa y otros obispos están diciendo en los últimos meses.

De hecho, en la homilía con motivo de la misa de Sant Jordi en la capilla del Palacio de la Generalitat, Monseñor Sistach incidió en lo mismo. Su prédica pecó, en la opinión de los que no somos nacionalistas, de esa tendencia de nuestras iglesias locales hacia la opción política que tiende a considerar a Cataluña fuera de su seno natural que es España. Pero a su vez, el cardenal fue muy claro al recordar las raíces cristianas de nuestra tierra. Raíces sin las cuales no se puede entender ni lo que es Cataluña, ni lo que necesariamente ha de ser, pues si este pueblo renuncia a sus raíces ¿acaso no perderá su identidad?

Nuestro pastor, como había dicho en Madrid días antes, afirmó la intención de la Iglesia de ofrecer a toda la sociedad su patrimonio de sabiduría en la búsqueda del bien común y del bien de los individuos. Sistach afirmó la necesidad de que la Iglesia pueda ofrecer, que no imponer, “su” verdad -¿por qué no “la” verdad?- para que no se imponga el pensamiento único laicista que amenaza con llenarlo todo. Y llegados a este punto, tenemos que protestar públicamente por lo que ha sido una manipulación periodística de la homilía de don Lluís. Religión Digital, haciéndose eco de una información de la agencia Efe, resume así las palabras del cardenal:
“El cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, ha pedido hoy a la Iglesia que no 'pretenda imponer su propia verdad', aunque sí ha reconocido que la tiene que ofrecer como propuesta enriquecedora para las personas. En la homilía con motivo de la misa de Sant Jordi en la capilla del Palacio de la Generalitat, Sistach ha alertado del 'riesgo de un pensamiento único' que supondría la imposición de la doctrina de la Iglesia, que 'aplanaría y homogeneizaría' la sociedad.”

O el que ha redactado la noticia no sabe catalán y no se entera de lo que lee o es un burdo manipulador. El cardenal no le pide a la Iglesia algo que la Iglesia no quiere. Y sin embargo, sí pide a la sociedad que acepte el mensaje de la Iglesia, precisamente para que no haya un pensamiento único en el que los valores cristianos no tengan cabida.

Con esto se demuestra que algunos periodistas están tan ideologizados que son incapaces de entender lo que la Iglesia plantea o, lo que es peor, manipulan lo que dice un cardenal y ponen en su boca las palabras que esos periodistas querrían que hubiera dicho. Lo menos que podemos pedirles es que no manipulen. Es preferible el silencio informativo que la manipulación.

 

Roma miró a Miró - 18/04/2008

Seamos sinceros. Cuando Josep Miró i Ardevòl dejó la política activa hace unos años para fundar e-cristians, pocos dábamos un duro a largo plazo por la supervivencia de ese proyecto. Miró no es la encarnación del líder carismático que engancha a las masas y el catolicismo “civil” en Cataluña estaba tan moribundo, que no parecía que don Josep pudiera reanimarlo. Pocas veces un error de diagnóstico ha resultado tan providencial.

Lo que el fundador de e-cristians y de Forum Libertas ha demostrado es que el que quiere, puede. Él es la prueba viva de que cuando los cristianos fieles a la Iglesia se ponen a trabajar, los frutos llegan. Que cuando el Señor bendice la labor de sus siervos, no hay heterodoxos ni pastores tibios que puedan pararles. Todos los desprecios,  todos los ninguneos, todas las palmaditas insinceras en la espalda de Miró i Ardevòl han recibido del Vaticano un sonoro puntapié en el trasero: Josep es nuevo miembro del Pontifico Consejo para los laicos. Roma manda un mensaje claro a la Iglesia en Cataluña y en España. Ese es el camino a seguir. Con todos los defectos que pueda tener el fundador de e-cristians, el suyo es un ejemplo para los demás. Los laicos han de hacerse presentes en medio de la sociedad y no conformarse con ir a misa cada domingo.

Aunque lo que Miró ha creado sobrepasa los límites de la archidiócesis de Barcelona, sería de desear que el cardenal Martínez Sistach, que por otra parte es uno de los consultores del Pontificio Consejo, tomara nota. ¿No estará desperdiciando los talentos que tiene a su disposición en el grupo que lidera el seglar que el Papa acaba de promocionar? ¿No cree que en futuras convocatorias en el Palacio de Congresos o en el Mini Estadi hará bien en no largarse corriendo tras celebrar una misa? Piense, medite en ello, querido arzobispo.

A los que están molestos con el nombramiento de Miró i Ardevòl(1 y 2)les recomiendo calma. Ya tendréis tiempo de ver como vuestro enfado crece exponencialmente. En el Vaticano han decidido que vuestro tiempo el frente del catolicismo en esta tierra es ya parte de la historia, y ahora el viento sopla en una nueva dirección. Eso sí, no deis el espectáculo de escribir artículos felicitando a Miró a la vez que le lanzáis vuestros acostumbrados dardos envenenados. Es que, ¿sabéis?, a la hipocresía le pasa como a Lázaro tras llevar tres días muerto: hiede. Y no está claro que todos vosotros queráis salir de vuestra tumba a la voz del Señor.

 

Pere tendrá su peli - 11/04/2008

Causalidades de la vida –sí, he escrito causalidades, no casualidades-, el obispo catalán más conocido en todo el mundo durante las últimas décadas, no ha desempeñado su labor en tierras catalanas sino allende los mares, en el país de las playas despampanantes, la selva profunda, el gran río, el fútbol preciosista, el carnaval más carnal y la samba. También es el país de las favelas, de los explotadores sin escrúpulos que asesinan a quienes les plantan cara, de la gran esperanza blanca, ya un tanto aguada, de la izquierda latinoamericana. Hablamos, ¿cómo no?, de Monseñor –lo siento, pero ese es el trato para los obispos- Pere Casaldàliga y del Brasil de Lula da Silva.

Hemos sabido por la prensa que va a realizarse una película sobre su vida, basándose en el libro Descalç sobre la terra vermella (Descalzo sobre la tierra roja) publicado hace 9 años por el periodista Francesc Escribano. El proyecto está en su primera fase, que es la de adaptación del libro como guión de la película, tarea encargada al oscarizado Marcos Bernstein, y todo parece indicar que el rodaje tendrá lugar en la primavera y verano del próximo año.

Casaldàliga es una figura emblemática para el progresismo eclesial en todo el mundo. De entre todos los obispos afines a la Teología de la Liberación, él ha sido sin duda el más mediático. Ha sido tan defensor de los derechos de sus fieles contra los terratenientes y paramilitares, como ardiente defensor de la dictadura castrista. El Pere que se jugó la vida por plantar cara a los que explotaban a sus gentes es el mismo Pere que escribe una carta a Castro, en la que le considera compañero de camino y alaba su proceder. Es el típico problema de la izquierda política y eclesial: los malos dejan de ser malos si son de los nuestros.

La relación del obispo Pere con Roma ha sido de lo más variada. En sus primeros años como obispo en su diócesis de Sao Felix do Araguaia, recibió el apoyo explícito de la Santa Sede. Cuando en cierta ocasión estaba claro que los pistoleros a sueldo de los terratenientes iban a asesinarle por revolucionar a los campesinos, Pablo VI envió un mensaje, muy claro y directo, a los responsables de la dictadura militar brasileña: “Tocar a Pere es tocar a Pablo”. Parece ser que aquel aviso le salvó la vida. Pero cuando Juan Pablo II accedió al pontificado y vio que la teología de la liberación estaba siendo una herramienta fundamental de la Komintern comunista para controlar todo el continente americano al sur de los Estados Unidos, las relaciones entre el obispo catalán en Brasil y el Vicario de Cristo se enturbiaron.

Aquel que había sufrido la opresión del comunismo en su tierra natal, no podía entender ni aceptar que se quisiera cambiar la opresión de los pobres en Latinoamérica a manos de dictaduras militares y gobiernos corruptos, por la opresión a manos de dictaduras comunistas. Y menos con la excusa de un Cristo revolucionario que poco o nada tiene que ver con el de los evangelios.

Pere Casaldàliga vive ya jubilado en la diócesis donde desempeñó su ministerio episcopal. La película sobre su vida puede ser la corona final a su repercusión mediática en un mundo que ya tiene los dos pies en el tercer milenio. Pero probablemente la historia le recuerde como aquel que con una mano defendía a hombres y mujeres de la injusticia, y con la otra acariciaba el lomo del mayor dictador que Latinoamérica ha tenido en la historia moderna. Finalmente el juicio sobre Pere, como el de todos, queda en manos de Dios. A su misericordia le encomendamos mientras está en vida con nosotros.

 

A Soler no le gusta la Cope - 28/03/2008

El Abad de Montserrat ha sido protagonista esta semana en los medios de comunicación por sus declaraciones acerca de la Cope. Soler califica como “misterio” el hecho de que todas las presiones que tanto él como algunos obispos han hecho en Roma para que la Santa Sede pida el cambio de algunos programas, no han traído consecuencia alguna.

Josep María Soler afirma que desde la Cope se insulta y se fomenta el odio a Cataluña. No sé si el abad escucha la Cope. Yo sí lo hago a diario. Y he escuchado críticas de todo tipo a la actuación de la clase política catalana o a la actitud pasiva y cómplice ante la misma, por parte de la mayoría de los medios de comunicación de por estos pagos. Pero no he oído ni una sola muestra de desprecio a Cataluña como pueblo. De hecho, algunos de los tertulianos de esos programas que tanto disgustan al benedictino son catalanes de pura cepa. Lo cual no implica que no sea tan críticos o más con la situación político-mediático-social que vivimos en esta tierra. ¿Les convierte eso en malos catalanes, estimado abad?

Tanto quejarse desde Cataluña porque los obispos españoles se meten en política, y ahí tenemos a abades y obispos catalanes acercándose a Roma para pedir que se tape la boca a quienes han representado la auténtica oposición mediática y política en este país. ¿No les da vergüenza ser tan hipócritas? ¿tan de cemento armado tienen el rostro que se prestan a hacerles el juego sucio a unos políticos que se dedican a sacar leyes que amenazan hasta la libertad religiosa en nuestra tierra? ¿Acaso creen que en Roma no tienen otra cosa más importante que hacer que dedicarse a escuchar lo que dicen Losantos, Villa y Vidal para luego pedirle a Rouco que les eche? ¿No es lógico pensar que, por el contrario, lo que en la Santa Sede debe de preocupar es la desastrosa situación del catolicismo catalán?

El Abad de Montserrat quiere que centenares de miles de radioyentes catalanes se queden sin la actual Cope. Quizás él prefiera que nuestros obispos entierren esa cadena de radio convirtiéndola en una Radio Estel bis, que ya sabemos el éxito de audiencia que tiene. Se entendería que se recomendara no escuchar la Cope. Pero pedir su censura es señal de hasta qué punto una parte importantísima de la anglicanizada Iglesia Católica en Cataluña, ha encarnado el ideal fascista que identifica la nación con sus gobernantes y sus partidos políticos mayoritarios.

 

Nuestro Seminario – 14/03/2008

Según las estadísticas dadas esta semana por la Conferencia Episcopal española, el seminario de Barcelona cuenta con treinta y dos seminaristas en el curso 2007-08, tres menos que el año pasado. El caso es que no salen las cuentas, porque se nos dice que hay siete nuevas incorporaciones, cinco bajas que pasan a otro seminario o abandonan la preparación para el sacerdocio, y dos ordenaciones que hubo el curso pasado. Pues si a los treinta y cinco del 07-08 se le suman siete y se le restan otros siete, no se entiende por qué hay tres menos.

El caso es que nuestra archidiócesis tiene más o menos los mismos seminaristas que las diócesis de Cartagena, Córdoba, Orihuela-Alicante, Tenerife, Valencia y…. Terrassa. Nuestra diócesis vecina y hermana cuenta con veintiocho seminaristas, ocho más que el curso pasado. Si la cosa sigue así, el año que viene se producirá el curiosísimo hecho de que Terrassa tenga más seminaristas que Barcelona, lo cual necesariamente habrá de sumir en un estado de preocupación a nuestro arzobispo. Lo quiera Monseñor Sistach o no, el dato es sintomático.

En Germinans sabemos que de la misma manera que las pocas vocaciones que surgen de nuestra diócesis parten de las parroquias dirigidas por sacerdotes conservadores, cada vez son más los que dirigen dichas vocaciones a otros seminarios. La razón es bien sencilla. No confían en los actuales responsables de nuestro seminario. Y por mucho que el arzobispo confíe en Turull y cía, si los que plantan y abonan la semilla de la vocación religiosa son de la opinión de que la misma puede echarse  a perder si reciben una deficiente formación, ya puede don Lluis ir haciéndose a la idea de que al final de su pontificado puede tener una cifra ridícula de seminaristas. Ya habrá tiempo después de conseguir que algunos regresen como sacerdotes.

Si nuestro pastor quiere revitalizar de verdad nuestro seminario, del cual depende el futuro de nuestra iglesia local a menos que pensemos que sin curas puede haber verdadera Iglesia, tiene que decidirse de una vez por todas a dar un giro de ciento ochenta grados.  Monseñor, hable usted con los rectores de las parroquias donde la pastoral juvenil y vocacional merece la pena ser llamada de esa forma. Pregúnteles qué tipo de seminario consideran el más adecuado. Eche un vistazo a los movimientos que son mirados con desprecio por esa curia anquilosada en un modelo eclesial que ya ha demostrado ser un campo estéril. De esos movimientos saldrán, si son adecuadamente tratados, un buen número de sacerdotes. No le vamos a dar nombres porque no queremos quemar a nadie, pero vaya buscando nuevo rector, nuevo director espiritual y profesores que vayan en dirección a los vientos que soplan desde Roma. Sólo en su mano está la capacidad de hacer que nuestro seminario sea atractivo para los chavales que quieren ser sacerdotes fieles a la Iglesia y no curas amargados ante el giro conservador que está teniendo lugar en los últimos años, y que ya es irreversible. Si no dirige usted el cambio, lo harán otros, no lo dude. Nosotros quedamos a la espera de su decisión.

 

Cambios en Añastro – 07/03/2008

A pesar de que nuestro cardenal hizo campaña a favor de la reelección de Monseñor Blázquez como presidente de la Conferencia Episcopal, finalmente fue elegido el cardenal arzobispo de Madrid, Monseñor Rouco Varela. A diferencia de Monseñor Sistach, ningún obispo había manifestado públicamente antes de la Asamblea su deseo de que el cardenal de Madrid volviera a dirigir la sala de máquinas en Añastro, pero las elecciones en la Conferencia Episcopal no siguen el patrón de otras elecciones “seculares”. Las campañas electorales, de haberlas, se hacen de puertas adentro.

Sistach sigue, como no podía ser de otra forma, en el Comité Ejecutivo, el cual mantiene a los mismos obispos que en el anterior trienio pero con el cambio en la presidencia y la vicepresidencia. Dicho comité es importante pues se encarga de supervisar aspectos tan importantes como es todo lo relacionado con la cadena Cope y los asuntos de carácter urgente que no pueden esperar a la convocatoria de la Comisión Permanente.

Precisamente es en la Comisión Permanente donde la representatividad de la iglesia catalana ha aumentado. En el pasado trienio estaban sólo Monseñor Sistach y el obispo de Urgell, Monseñor Vives. Ahora formarán parte de la misma Monseñor Saiz Meneses, nuevo presidente de la Comisión Episcopal para Seminarios y Universidades –precisamente en sustitución de Mns Vives-, y el arzobispo de Tarragona, Monseñor Pujol Balcells, en representación de su provincia eclesiástica.

La frialdad de los datos no esconde un hecho fundamental. Los obispos españoles han optado por no renovar a Monseñor Vives al frente de la comisión en la que llevaba sólo un trienio como presidente. De hecho, es el único obispo al que le ha ocurrido tal cosa en esta asamblea general, pues los otros cambios de presidencia de comisiones lo han sido de obispos que llevaban al menos dos trienios, lo cual les hacía difícil la renovación al requerir dos tercios de los votos. Es decir, el obispo de Urgell es el único, junto al mismísimo ex-presidente de la CEE que no repite en el cargo por decisión de sus compañeros de episcopado. Como consolación, si es que se puede usar ese término en estas circunstancias, pasa a ser miembro de la subcomisión de asuntos económicos. O sea, estará allá donde se manejan los presupuestos de la Conferencia.

¿Por qué ha sido apartado Monseñor Vives de la presidencia de esa comisión y, por tanto, de la Permanente? Creo que las razones hay que buscarlas en su actitud ante la Nota de la propia Permanente con motivo de las elecciones generales del próximo domingo. Una cosa es que él fuera uno de los votos contrarios a dicha nota –adivinen cuál fue el otro-, y otra que diera la impresión de atentar públicamente contra la colegialidad del episcopado español, con unas declaraciones que no ayudaron en nada a su relación con el resto de obispos de España. Esa manía tan característica de un sector amplio de la Iglesia en Cataluña de seguir a la clase política en el camino de significarse contra el resto de España, que Vives ha personificado de forma ostentosa en las últimas semanas, necesariamente había de traer consecuencias. Monseñor Vives tiene perfecto derecho a opinar según le venga en gana y mucho más en cuestiones que no afectan al núcleo de la fe católica. Pero de la misma manera, los obispos españoles están en su derecho de impedir que participe en futuras decisiones encomendadas a la Comisión Permanente. Y para que quede claro que no se trata de un problema con la iglesia catalana, su sucesor es otro obispo de una diócesis de nuestra tierra, que además se ha significado por su acción pastoral a favor del seminario de su iglesia local.

En definitiva, nuestro Cardenal,  y con él la Iglesia catalana, estará más y mejor acompañado en Madrid. Sería deseable que en el futuro inmediato, ahora que se acercan relevos importantes en algunas diócesis catalanas, Roma tuviera en cuenta que es necesario que la Iglesia en Cataluña, aun teniendo una voz propia, esté más en sintonía con el resto de la Iglesia en España. No por razones políticas sino de eficacia pastoral. Cuanto más andemos todos en una misma dirección, más creíbles seremos ante el resto de la sociedad.

 

¡Qué buenos somos todos, cuánto nos respetamos! – 29/02/2008

Uno de los pasajes más enigmáticos de los evangelios es el de la mujer sirofenicia que pedía al Señor que expulsara un demonio de su hija. Jesús no parecía muy dispuesto  atender a su petición, pues Él había venido primeramente a atender a la casa de Israel. Mas la respuesta de aquella mujer, que se humilló hasta compararse con los perrillos que se alimentan de las migajas que caen de la mesa de sus amos, conmovió a Cristo de tal forma que la hija de esa buena mujer quedó libre.

Si Dios atiende a los que ni siquiera son suyos, tanto más lo hará con quienes somos sus hijos.  Pero no pensemos que ocurre lo mismo con los que gobiernan el mundo, porque nos llevaremos desagradables sorpresas. La Iglesia no puede hacer de perrillo que espera a que los poderosos tengan a bien dignarse a regalarle unas pocas migajas de atención y de gloria mundana. ¿Qué sentido tiene que actuemos como gatos que ronronean cuando les pasan la mano por el lomo los mismos que están dispuestos a pisarles el cuello? ¿No fue el Señor quien nos advirtió que debemos ser prudentes como las serpientes?

Hay determinados eclesiásticos que gustan de hacerse fotos sonrientes con quienes trabajan en contra de la Iglesia, pero que son conscientes de la importancia de aparecer como moderados y tolerantes en tiempo electoral. Como marineros que acuden sin remedio al canto de las sirenas que les harán prisioneros, esos eclesiásticos ensanchan sus sonrisas y sus brazos para agasajar a aquellos que trabajan para construir una sociedad donde el cristianismo sea una especie de ghetto consentido.

El silencio de los que gobiernan nuestra Iglesia ante el avance del laicismo y la conculcación de los derechos religiosos en nuestra querida Cataluña parece tener un precio más bien escaso. Un discursito del “Molt Honorable” en el que reconoce algo que es obvio sirve para colmar de felicidad a aquellos que lo mismo pasado mañana tendrán que pedirle permiso hasta para rezar en público. Ya se sabe. Nosotros no somos como los talibanes de otras latitudes de la península ibérica. Acá el seny se impone. ¡Qué buenos somos todos, cuánto nos respetamos!  Todos quietos, todos callados, todos sonrientes. Nada nos turba, nada nos espanta. A quien está a bien con el que manda, nada la falta.

 

Esperando acontecimientos – 22/02/2008

A nadie se le escapa que los próximos nombramientos de obispos para diócesis catalanas revisten gran importancia. Lérida y Gerona esperan a los pastores que van a tomar el timón de sus barcas durante los próximos años. Y en Barcelona esperamos ver  en qué queda el pulso del Cardenal Sistach con Roma para saber quién será su auxiliar.  Monseñor Carrera se merece disfrutar ya del descanso que se ha ganado durante sus años de servicio entre nosotros.

Por más que se buscara lo contrario, la reciente visita del Nuncio a Gerona va a influir muy poco en la elección del sucesor de Monseñor Soler. Gerona no puede ser un desierto en medio de los oasis en que se van a convertir las diócesis catalanas si son pastoreadas por obispos con visión de futuro y determinación a acometer los cambios necesarios. La Iglesia en Cataluña necesita seguir la indicación de San Pablo en Filipenses 3,13, olvidando lo que queda atrás y mirando hacia adelante, hacia la meta, que en nuestro caso implica poner las bases para la revitalización del catolicismo en nuestra tierra.

Sabemos que un obispo por sí solo no puede hacerlo todo, pero lo que está claro es que sin buenos obispos no habrá un futuro mejor. De ellos depende el nombramiento de vicarios, arciprestes, delegados de pastoral, de liturgia, etc., etc. Y sobre todo, de ellos depende el nombramiento de los rectores de los seminarios, que son la pieza clave para la recuperación de cualquier diócesis, pues los obispos pasan pero los sacerdotes se quedan.  La pastoral vocacional y la formación de los nuevos sacerdotes no pueden dejarse en manos de quienes son parte del problema que afecta a la iglesia catalana. De lo contrario, las vocaciones de nuestras diócesis saldrán fuera de Cataluña, pues quien hoy tiene vocación al sacerdocio no quiere caer en manos de quienes están en una línea eclesial que ya es pasado.

A Dios demos gracias de que el seminario de Tarrasa puede parar la sangría de vocaciones hacia fuera del territorio catalán. De hecho, ya está recibiendo seminaristas que provienen de otras diócesis catalanas. Monseñor Sistach debe de tomar nota si no quiere ver como nuestra archidiócesis -que excepción hecha del carácter simbólico del primado tarraconense, sigue siendo la más importante de Cataluña-, pasa a ir a la zaga de la que pastorea Monseñor Saiz Meneses en número de seminaristas. Pero si se empeña en mantener a Turull al frente del seminario, eso es precisamente lo que va a ocurrir. Nadie puede obligar a un chaval con verdadera vocación al sacerdocio a entrar en un seminario donde su formación, a todos los niveles, va a ser peor que la que tendrá acudiendo a otro seminario que está a tiro de piedra.  Por ejemplo, si alguno de mis hijos alcanza la gracia de ser llamado al sacerdocio, puede tener bien claro el cardenal que no irá a un seminario donde esté Turull de rector y Arenas de director espiritual. En definitiva, más importante que al auxiliar que tendremos lo va a ser la decisión de don Lluís sobre el futuro de nuestro seminario.

Ojalá dentro de un par de años Germinans pueda dedicarse a alabar la trayectoria de nuestra archidiócesis y de las diócesis hermanas. Nada nos gustaría más. Queremos lo mejor para nuestra Iglesia, aunque para ello haya que atravesar por una etapa difícil y de conflicto con quienes quieren que todo siga igual. Cuanto antes se haga bien lo que se tiene que hacer bien, mejor.

 

 

Felicidades, Paco Pepe - 15/02/2008

 

 

Este domingo se cumplen dos años desde que “La Cigüeña de la torre” anidara en el campanario de los blogs católicos de internet. No sabemos si venía de París, pero desde luego ha traído una pléyade de niños  en forma de artículos de opinión, de información y de puro y simple entretenimiento.  No se otea en el horizonte a ningún animal alado que le pueda hacer competencia. Esta cigüeña es la mejor y la más prolífica.

Bromas aparte, nadie duda a estas alturas que Francisco José Fernández de la Cigoña ha sabido ocupar un lugar que estaba vacío. Pasó de ser un articulista en revistas de no mucha difusión y de escribir en foros más o menos concurridos, a convertirse en el referente más influyente de la opinión católica en lengua española. Su blog ha recibido millones de visitas en estos dos años. Y los comentarios a sus artículos se cuentan por decenas de miles.

Pero por encima de las estadísticas, lo que realmente cuenta es la calidad humana y cristiana de este hombre. Entre sus críticas y sus elogios, entre sus juicios y sus pronósticos, entre sus primicias y sus advertencias, lo que aparece es el amor de un católico por su Iglesia. Un católico que, como todos los que nos dedicamos a esto, puede equivocarse en alguna ocasión, puede errar en determinado juicio, puede excederse o quedarse corto al analizar hechos, personas y personajillos, pero que siempre busca el bien de la Iglesia de la que se siente plenamente hijo.

Germinans germinabit le debe mucho a Francisco José. Él fue quien anunció nuestro nacimiento y él ha sido quien, en repetidas ocasiones, ha informado en su blog de lo que acá nos traemos entre manos. Con eso no hace sino seguir una pauta que ya desarrolló con el blog “De Bello Pallico”.  Y es que si Fernández de la Cigoña se preocupa por la salud de toda la Iglesia en España, con mayor razón se interesa por la situación que vivimos en Cataluña, tierra que tantos santos ha dado a la Iglesia a lo largo de los siglos, como Francisco José se encargó de recordarnos en uno de sus artículos.

Desde aquí queremos felicitar a Paco Pepe por estos dos años. Le damos gracias por todo el apoyo que nos ha prestado y le aseguramos que cuenta con nuestras oraciones para que pueda desarrollar su labor durante muchos años más.

 

 

El camino a seguir está marcado - 01/02/2008

Una de las consecuencias obvias del éxito del acto del pasado domingo en el Palacio de Congresos es que ha quedado demostrada la capacidad que tiene el sector “conservador” de la Iglesia catalana para movilizar a los fieles. No es fácil llenar el Palau en la actual coyuntura político-social y se ha conseguido. Pero con conforme con el éxito conseguido, Josep Miró ha lanzado el reto de celebrar futuros actos en el Mini Estadi, lo cual es hablar de palabras mayores.

Lo cierto es que nadie debería de sorprenderse por lo ocurrido. Los católicos han demostrado que cuando se les llama a movilizarse por causas justas, lo hacen. Y en Cataluña no íbamos a ser menos que en el resto de España. Si además recibimos el apoyo de nuestros pastores, tanto mejor. La presencia de nuestro cardenal arzobispo ha sido signo de comunión, de forma que quedan acalladas las voces que querían describir el acto como la obra de unos cuantos locos ultras, ajenos al sentir de la archidiócesis barcelonesa.

Lo cierto es que basta con echar un vistazo a la red para constatar la buena salud del catolicismo de corte conservador, fiel al verdadero concilio –no confundir con ese fantasma al que aluden los heterodoxos- y consciente de su capacidad de ser verdadera luz en un mundo tan necesitado de una voz que llame a las cosas por su nombre. Esta web, mismamente, a pesar de la evidente ausencia de medios técnicos y la necesaria autolimitación a la hora de crecer, recibe ella sola muchas más visitas que la retahíla de webs y blogs del sector progresista del catolicismo catalán. De la misma manera que las parroquias que están en manos de curas fieles a la Iglesia son las más activas, las webs que no se separan ni una coma de la fe católica suscitan muchas más visitas que las que reciben las de los Foc-nou y Esglesia Plural de turno. El páramo espiritual que convierte en un erial todo lo que tocan los del ala izquierda del catolicismo tiene un espejo perfecto en la red de redes, donde ni todos los recursos técnicos del mundo les hace atrayentes a los fieles, que son los únicos que en realidad están interesados en entrar en webs y portales que se dicen cristianos. Eso es igualmente constatable en Religión Digital, donde los blogs de los católicos conservadores reciben muchas más visitas que los blogs heterodoxos. Finalmente la gente quiere aquello que es genuino y no fotocopias mala de los originales.

Todo esto no debe de llevarnos a caer en el error de morir de éxito. Seríamos necios si nos lo creyéramos. Sin humildad no hay futuro y la soberbia es una fatal compañera de viaje. A veces es preferible quedarse corto que pasarse de largo, pues los excesos acaban lastrando todo el bien que podamos ofrecer a la Iglesia y a la sociedad. Seremos más creíbles si mantenemos las formas sin renunciar al fondo. En ese sentido, el acto del pasado domingo fue un ejemplo a seguir. El fondo fue fantástico y las formas estuvieron a la altura del acontecimiento. Ese es el camino a seguir.

 

El 27-E, todos al Palacio de Congresos – 18/01/2008

Lo que e-cristians viene realizando desde hace años en nuestra sociedad ha ocupado un lugar que permanecía vacío y que era absolutamente necesario llenar. Josep Miró i Ardévol tuvo la visión adecuada en el momento preciso, y a ello añadió la necesaria perseverancia para sobreponerse a las inevitables dificultades que ha tenido que afrontar al frente de e-cristians y Forum Libertas. Se demuestra una vez más que donde hay cristianos dispuestos a dar un paso al frente, los frutos acaban por llegar.

El próximo 27 de enero tendrá lugar en el Palacio de Congresos de Barcelona (Av. Maria Cristina, s/n.) un acto convocado por e-cristians bajo el lema "Por la vida, la familia y las libertades ¡¡¡Unidos podemos!!!". Está confirmada la presencia de nuestro cardenal, Monseñor Martínez Sistach, que presidirá la misa inaugural, que tendrá lugar a las 10:30. Nada mejor que una misa para sintonizar con el verdadero protagonista del acto, que no es otro que el Señor que nos llama a ser luz del mundo y a alzar la voz en defensa de los más débiles, de la institución familiar y de la verdadera libertad que sólo puede proceder de la verdad.

Tras la celebración litúrgica, tomarán la palabra una serie de oradores que, si mis fuentes son correctas, son los siguientes:

Juan Jerónimo y la señora Reyes, miembros del Camino neocatecumental. Es conocida por todos la importancia de este movimiento eclesial en la reciente historia de la Iglesia. Es, sin duda, uno de los mejores frutos del Concilio Vaticano II.

Daniel Arasa, presidente del Grupo de Entidades Catalanas (GEC) de la Familia, que es una asociación no confesional de la que forman parte Asociaciones de Padres de Alumnos de colegios y Asociaciones de Padres de Hijos con Minusvalías físicas o psíquicas, así como diversas organizaciones activas en el campo familiar: Telespectadores Asociados de Cataluña, Acción Familiar, las diversas organizaciones Pro-vida, Ayuda a Matrimonios en Crisis, organizaciones relacionadas con la UNESCO, asociaciones de Derechos Humanos, organizaciones de ocio y cultura familiar, el Fert y organismos de orientación familiar, grupos de matrimonios, etc.

Dolores Voltas, doctora y veterana activista en los grupos Pro-vida, a quienes hay que felicitar por haber conseguido que más de 20.000 niños hayan podido nacer en España en los últimos 25 años, en vez de acabar su existencia en manos de los que aumentan sus cuentas corrientes con el negocio del aborto.

Antoni Arasanz, presidente de la FAPEL (Federació d'Associacions de Pares i Mares d'Escoles Lliures de Catalunya), entidad que aboga de forma ciertamente activa por el derecho pleno de los padres a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos.

José María Alsina, Rector de la Universidad Abat Oliva CEU, que no creo que necesite más presentación, y...

Miró Ardevol, fundador y presidente de e-cristians, del que ya hemos hablado sobre su papel en la revitalización del cristianismo catalán, y de paso español, como sal de la tierra.

Por encima de nuestras diferencias y de nuestras diferentes sensibilidades, todos los católicos estamos llamados a acudir el día 27 a esta gran convocatoria. Sobran todas las comparaciones con otros acontecimientos recientes. No se trata de hacerlo mejor o peor, sino simple y llanamente de hacerlo lo mejor que podemos. Ojalá la participación sea un éxito y el Palacio esté lleno a rebosar. No cabe esperar que recibamos una atención mediática justa y mucho me temo que habrá medios que decidan no hablar siquiera del acto. Da lo mismo. Lo importante es que todos tengamos claro que este no es sino un paso más en la tarea que nos corresponde como cristianos y ciudadanos preocupados por el futuro de una sociedad cada vez más alejada de la fuente de la vida. Malo sería que los medios de comunicación mundanos hablaran bien de nosotros. Pero lejos de arredrarnos por las críticas, sabemos que nuestra causa merece mucho la pena.

Quiero hacer una última petición. Organizar todo esto cuesta dinero. Tanto si acudimos al acto como si no podemos hacerlo, deberíamos plantearnos seriamente contribuir a su financiación. Merece la pena ayudar a quienes nos están ayudando a ser lo que como cristianos debemos ser. Que cada uno dé según la medida de sus posibilidades económicas. Nadie dude que este aspecto será verdaderamente sintomático para saber el grado de compromiso que tenemos los cristianos de Barcelona. Demos a todos una lección también en esta área.

 

La terapia de la sonrisa – 04/01/2008

Monseñor Carrera, es de agradecer los intentos que hace usted para buscar la conciliación en el seno de la iglesia en Barcelona. Por momentos encarna a nivel eclesial la figura del pacificador de las bienaventuranzas. Se lo digo sin ironía alguna. Su llamamiento a hacer piña en torno a nuestro cardenal es muy necesario en estos momentos. En verdad que la falta de unidad es un mal testimonio de cara al mundo y nuestra iglesia está pagando por ello.

Pero, usted lo sabe muy bien, esto no es nuevo. No hace falta que le recuerde lo que le montaron al cardenal Carles, tan cardenal y arzobispo en su día como lo es ahora Monseñor Sistach, aquellos que ahora están hipnotizados por la sonrisa de nuestro pastor. Si están quietecitos es porque Martínez les ha dado casi todo lo que querían. Bastaría con que se moviera en la dirección opuesta para que volvieran las manifas, las asambleas eclesio-revolucionarias, los documentos de protesta, los artículos en prensa, etc, etc.

A usted, monseñor Carrera, le podrá parecer que la paz eclesial es preferible a la verdadera acción evangelizadora. Podrá creer que es mejor tener contentos a los anteriormente disidentes, aunque sean responsables en buena medida de la prostración de nuestra Iglesia, antes que enfrentar de verdad la tarea de la revitalización de la iglesia barcelonesa. Pero para eso no cuenten con nosotros. En eso no podemos hacer piña ni con el cardenal, ni con usted ni con nadie. Porque por encima del cardenal y de usted y de ellos, está la necesidad de que a nuestro pueblo, a nuestra gente, se le predique de verdad el evangelio, se le atienda sacramentalmente como es debido y se procure el bien común que nace de la comunión auténtica, no meramente aparente, de toda nuestra diócesis con la fe de la Iglesia y el Vicario de Cristo. En torno a esos parámetros de fidelidad al evangelio y a la misión de nuestra Iglesia nos encontrarán dispuestos a sonreír, a hacer la mayor de las piñas y a colaborar hasta el final. Pero no nos encontrarán embelesados ante la terapia de la sonrisa, que pretende esconder la cara triste que tiene el Señor por ver cómo se conduce su Iglesia en nuestra diócesis.

 

Lo que no se cuenta en las visitas ad limina – 21/12/2007

En el año 1976 la Congregación para los Obispos emitió un decreto por el que se fijaba en cinco años la periodicidad de las visitas ad limina. En dichas visitas los obispos ordinarios -o alguien delegado por ellos en caso de que por alguna razón no puedan asistir- acuden a Roma a presentar un informe del estado de sus diócesis. Nuestro estimado cardenal arzobispo fue de los últimos obispos en ser recibido por Juan Pablo II antes de la muerte de ese gran Papa con el que Dios bendijo a su Iglesia. Era febrero del año 2005. Por tanto, no será hasta principios del año 2010 cuando le toque informar al Papa, esperemos que siga siéndolo Benedicto XVI, de cómo van las cosas por Barcelona.

De entre todo los informes que han de presentarse en el Vaticano: economía, vida del clero, seminario, vida religiosa, planes de pastoral, curia, etc., no creo que se les pregunte directamente sobre el trato personal con los sacerdotes, y lo que sí dudo es de la respuesta que a este respecto daría su Eminencia nuestro Cardenal Arzobispo, don Lluís Martínez Sistach.

Si tal pregunta se le hicieran a usted, Señor Cardenal que pastorea una de las arquidiócesis más importantes del mundo, ¿qué respondería?: ¿Diría por ejemplo, que no siempre visita a los sacerdotes que permanecen algunas semanas en hospitales de la ciudad donde reside? ¿Diría que le encanta decir "ya te veré" y luego "no ve"? ¿Diría que algunos sacerdotes sólo reciben noticias de su arzobispo, generalmente vía vicarios, cuando hay alguna polémica por medio? ¿Diría que está tan ocupado, tan atareado, que no tiene tiempo de dedicar un tiempo cada día para ir llamando personalmente a sus curas, a sus rectores, siquiera sea para saber qué tal suena su timbre de voz por teléfono? ¿Diría que, a pesar de todo, es un buen padre de todos ellos? ¿O reconocería que en esa cuestión del trato personal y de la caridad con sus sacerdotes, todavía tiene mucho que aprender de quien sigue siendo su obispo auxiliar?

Créame, señor arzobispo, que resulta tristísimo oír la misma queja de muchos sacerdotes, entre ellos monseñores, ancianos, hombres de nombre y prestigio por su acción pastoral, algunos dedicados a sus parroquias después de haber cumplido setenta y cinco años, hasta caer en profundas depresiones, algunos otros algo más jóvenes pero acosados por la salud y los problemas personales o pastorales, y hombres de Iglesia que han dado su vida por instituciones diocesanas. La queja es, repito, siempre la misma. Falta calor humano, no digamos ya cristiano, en la diócesis que usted preside. Calor humano que falta entre el mismo clero porque no hay de donde tomar ejemplo ni puntos de referencia, y porque la frialdad de trato se palpa también en la formación del seminario.

Algunos sacerdotes viven en una depresión silenciosa sin que apenas nadie haga nada. Eso no sale en los informes que se presentan a Roma, pero hablan tanto o más de la salud espiritual de nuestra iglesia local que el número de seminaristas, bautismos, comuniones, confirmaciones, bodas y fieles practicantes de misa dominical o diaria. El Papa, señor arzobispo, difícilmente le examinará del amor. Pero el Señor sí. Dios le pedirá un día cuentas por el trato que está dispensando a sus más preciados hijos. Porque usted ya sabe que los sacerdotes han de ser la "niña de mis ojos" de todo aquel que se precie de ser un buen obispo. Si ellos están mal, toda la diócesis está mal. Así que, por el amor a los clavos de Cristo, haga el esfuerzo de dedicarles tiempo a todos. A veces basta con una palabra afectuosa del obispo para que un sacerdote se anime. Vivimos en la era de la comunicación. Existe el teléfono móvil. Haga uso del mismo. Y visite a los que están enfermos o con el ánimo por los suelos.

 

 

Aunque nos podamos equivocar, no callaremos - 07/12/2007

Germinans germinabit ocupa ya un lugar destacado en el panorama eclesial de Cataluña. Desde el anonimato que siempre nos ha caracterizado, hemos conseguido ser, siquiera en parte, la voz de ese gran número de catalanes barceloneses católicos descontentos y desesperados con el rumbo que nuestra iglesia ha seguido durante las últimas décadas. Hemos visto como buena parte de nuestras parroquias se vacían. Hemos constatado que las vocaciones brillan por su ausencia y las que hay cada vez optan más por buscarse otro lugar de formación distinto a nuestro seminario. Y la vista nos alcanza para observar que los responsables del desplome siguen ocupando los mejores cargos en el gobierno diocesano y en parroquias de postín.

Lo más cómodo sería no hacer nada. Para muchos de los que escriben en Germinans el peligro que supone ser descubiertos no es pequeño. Sospechamos que la falta de firmeza episcopal pasada y presente ante los que han conducido a nuestra archidiócesis al desastre, daría paso a una demoledora acción disciplinar contra los sacerdotes que osan tener la valentía de colaborar con este portal. Los seglares de Germinans no tienen nada que perder. Los sacerdotes sí. Y por eso todos optamos por un anonimato que no es síntoma de cobardía sino de prudencia.

En todos estos meses hemos cometido errores. Negarlo sería un acto de necedad. Algunos notoriamente visibles. En ocasiones ha sobrado soberbia y ha faltado una crítica más constructiva. Pero dado el momento histórico que nos toca vivir, sería más pecado el no llegar que el pasarse de largo, así que el balance es realmente positivo. Y nuestro arzobispo debe de tener bien claro que aunque hayamos sido muy críticos con su actuación al frente de nuestra diócesis, en nosotros no encontrará enemigos de la Iglesia ni deseos de convertir a la misma en algo que, si se quiere mantener en comunión con Roma, no puede ser. En Germinans no encontrará a nadie que ponga en duda un solo punto y una sola coma del Catecismo y el resto del magisterio de la Iglesia. No encontrará a un solo sacerdote que no celebra la liturgia y los sacramentos como deben de celebrarse. No encontrará a un seglar que quiera ocupar un lugar que no le corresponde. Don Lluís, si nosotros estamos hoy aquí es porque hay sacerdotes que andan en la frontera de la doctrina católica, que litúrgicamente son heterodoxos, que no se toman en serio las disposiciones de la Iglesia sobre los sacramentos. Y porque creemos que el futuro de nuestra archidiócesis no puede estar en manos de seglares mal formados y sí en sacerdotes que salgan de un seminario que debería ser el mejor de toda Europa. Monseñor, usted pasará y la diócesis quedará. Cuando usted no sea nuestro Ordinario, nosotros seguiremos siendo sacerdotes y seglares trabajando para que el evangelio llegue a los que se han apartado del mismo o nunca lo han recibido de verdad. Por eso, querido cardenal, aunque nos podamos equivocar, aunque a veces podamos ser injustos, por amor a esta iglesia que hoy tanto nos duele, no callaremos.

 

Dignidad del sacerdocio – 29/11/2007

(San Juan Crisóstomo, Sobre el sacerdocio III,4-6)


Cuando contemplas al Señor sacrificado y puesto sobre el altar, y al sacerdote que ora y asiste al sacrificio, y a todos los presentes bañados con la púrpura de aquella sangre preciosísima, ¿acaso piensas que estás aún entre los hombres y que pisas la tierra?, ¿no te sientes más bien trasladado a los cielos donde, desterrado de tu alma todo pensamiento carnal, miras con alma desnuda y mente pura las realidades mismas de la gloria? ¡Oh maravilla! ¡Oh benignidad de nuestro Dios! El que está sentado en la gloria junto al Padre, es tomado en aquel momento en manos de todos, y se deja abrazar y estrechar de los que quieren. Así lo hacen con los ojos de la fe.

¿Quieres ver la soberana santidad de estos misterios? Imagínate, te ruego, que tienes ante los ojos al profeta Elías; mira la ingente muchedumbre que lo rodea, las víctimas sobre las piedras, la quietud y el silencio absoluto de todos y sólo el profeta que ora; y, de pronto, el fuego que baja del cielo sobre el sacrificio… Todo esto es admirable y nos llena de estupor.

Pues trasládate ahora de ahí y contempla lo que entre nosotros se cumple: verás no sólo cosas maravillosas, sino algo que sobrepasa toda admiración. Aquí está en pie el sacerdote, no para hacer bajar fuego del cielo, sino para que descienda el Espíritu Santo; y prolonga rato su oración, no para que una llama desprendida de lo alto consuma las víctimas, sino para descienda la gracia sobre el sacrificio y, abrasando las almas de todos los asistentes, las deje más brillantes que plata acrisolada.

¿Quién habrá, pues, tan loco, quién tan perdido de juicio que desprecie soberbiamente misterio tan tremendo? ¿Acaso ignoras que, sin una particular ayuda de la gracia de Dios, no habría alma humana capaz de soportar el fuego de ese sacrificio, sino que nos consumiría a todos absolutamente?

Si alguien considera atentamente qué cosa significa estar un hombre envuelto aún de carne y sangre, y poder no obstante llegarse tan cerca de aquella bienaventurada y purísima naturaleza; ése podrá comprender cuán grande es el honor que la gracia del Espíritu otorgó a los sacerdotes. Porque por manos del sacerdote se cumplen no sólo los misterios dichos, sino otros que en nada les van en zaga, ya en razón de su dignidad en sí, ya en orden a nuestra salvación.

En efecto, a moradores de la tierra, a quienes en la tierra tienen aún su conversación, se les ha encomendado administrar los tesoros del Cielo, y han recibido un poder que Dios no concedió jamás a los ángeles ni a los arcángeles. A ninguno de éstos dijo: lo que atareis sobre la tierra será también atado en el cielo (Mt 18,18). Cierto que quienes ejercen autoridad en el mundo tienen también poder de atar, pero sólo los cuerpos. La ligadura del sacerdote toca el alma misma y penetra dentro de los cielos. Lo que los sacerdotes hacen aquí abajo, Dios lo ratifica allá arriba; la sentencia de los siervos es confirmada por el Señor. ¿Qué otra cosa es esto, sino haberles concedido todo el poder celeste? A quienes perdonareis –dice-  los pecados, les serán perdonados; y a quienes se los retuviereis, les serán retenidos (Jn 20,23). ¿Qué poder puede haber mayor que este? Todo el juicio se lo ha dado el Padre al Hijo (Jn 5,22); pero yo veo que ese juicio ha sido a su vez enteramente puesto por el Hijo en manos de sus sacerdotes…

Sin la dignidad del sacerdocio no podríamos salvarnos ni alcanzar los bienes que nos han sido prometidos. Porque si nadie puede entrar en el reino de los cielos, si no es regenerado por el agua y el Espíritu (Jn 3,5), si se excluye de la vida eterna al que no come la carne y bebe la sangre del Señor (Jn 6,53-54), y todo esto puede cumplirse por las manos santas del sacerdote, ¿cómo podría nadie escapar al fuego del infierno y alcanzar las coronas que nos están reservadas?

Los sacerdotes son quienes nos engendran espiritualmente, los que por el Bautismo nos dan a luz. Por ellos nos revestimos de Cristo (Rm 13,14; Gal 3,27), nos consepultamos con el Hijo de Dios (Rm 6,4) y nos hacemos miembros de aquella bienaventurada Cabeza. De suerte que los sacerdotes debieran merecernos más reverencia que los magistrados y reyes, y sería incluso justo tributarles mayor honor que a nuestros mismos padres. Porque éstos nos engendran por la sangre y la voluntad de la carne (Jn 1,13), mas aquéllos son autores de nuestro nacimiento de Dios, de la regeneración bienaventurada, de la libertad verdadera y de la filiación divina por la gracia.

Los sacerdotes judíos tenían poder de librar de la lepra del cuerpo; digo mal: sólo tenían poder de examinar a los ya curados de ella, y bien sabemos cuán disputada era entonces la dignidad sacerdotal. Mas los sacerdotes cristianos han recibido potestad, no sobre la lepra del cuerpo, sino sobre la impureza del alma; no de examinar la lepra ya curada, sino de limpiar absolutamente de ella. Por eso, los que desprecian al sacerdote cometen un sacrilegio mayor que Datán y sus secuaces, y merecen más severo castigo (Num 16)

… Pero no sólo en orden a castigar, sino también para hacernos bien, ha dado Dios a los sacerdotes mayor poder que a los padres naturales. Va de los unos a los otros la diferencia que corre entre la vida presenta y la venidera, pues los unos engendran para aquélla y los otros para ésta. Además, los padres no pueden librar a sus hijos de la muerte corporal, no son capaces ni de alejar de ellos una enfermedad que les acometa; los sacerdotes, en cambio, curan muchas veces a un alma enferma y salvan a la que está a punto de perderse; a unas les mitigan el castigo que merecen, a otras les impiden en absoluto caer. Y eso no sólo por sus enseñanzas y amonestaciones, sino también con la ayuda de sus oraciones. Y es así que los sacerdotes no sólo tienen poder de perdonar los pecados cuando nos regeneran por el Bautismo, sino también los que cometemos después de nuestra regeneración… Además, los padres naturales poco o nada pueden hacer a favor de sus hijos, cuando éstos ofenden a algún personaje o poderoso de la tierra; los sacerdotes, en cambio, nos reconcilian muchas veces, no ya con magistrados o emperadores, sino con el Dios mismo irritado contra nosotros.

Queridos lectores de Germinans germinabit, a la luz de esta impresionante enseñanza de San Juan Crisóstomo sobre la condición y dignidad del sacerdocio cristiano, ¿en qué lugar quedan aquellos que promueven una pastoral encaminada a restar protagonismo a los sacerdotes en la vida del pueblo de Dios?, ¿dónde paran los que promueven la sustitución de presbíteros por seglares, por muy preparados que estén estos últimos?, ¿qué futuro puede tener una diócesis donde los sacerdotes son una especie en extinción, predestinada a ser sustituida por no se sabe bien qué, por los fautores de una nueva eclesialidad?

Eminentísimo y Reverendísimo Cardenal Arzobispo de Barcelona, Don Lluís María Martínez Sistach, aparte de su dignidad de príncipe de toda la Iglesia, es usted nuestro padre y pastor. No permita que nos den gato por liebre. Si el padre natural da a sus hijos hambrientos pan y carne en vez de tierra o estiércol, tanto más usted, padre espiritual de todos los fieles cristianos de Barcelona, debe garantizar que nuestras almas sean alimentadas adecuadamente. Como bien decía San Agustín en uno de sus sermones “…ciertamente es bueno para nosotros el ser buenos obispos que presidan como deben y no sólo de nombre; esto es bueno para nosotros. A quienes son así se les promete una gran recompensa” (San Agustín, Sermón 340). Sea usted un buen padre, un buen obispo. No que no lo haya sido hasta ahora, sino que lo sea mejor a partir de ahora. Empiece, así se lo rogamos muchos, por extirpar completamente del cuerpo diocesano cualquier intento de restar protagonismo al papel del sacerdote como guía y mediador principal de la gracia divina para el pueblo de Dios. Don Lluís, necesitamos sacerdotes, no seglares suplantándoles. El seglar puede y debe ayudar al sacerdote en la medida de sus capacidades. Pero no puede sustituir a quien es insustituible. Usted lo sabe. Sé que no hace falta que se lo diga. Pero no está claro que otros lo sepan. Y si lo saben, como si no lo supieran porque van en dirección contraria. Tome el timón y llévenos a todos a buen puerto.

 

Lo bueno, si breve, dos veces bueno - 23/11/2007

Enfrentarse a una página en blanco cuando no se tiene nada nuevo que decir no es una experiencia agradable, sobre todo si se tiene el compromiso de entregar algo que realmente merezca la pena ser leído. Lo fácil es recurrir a la repetición de argumentos ya trillados, o a la poca trabajosa tarea de pontificar desde detrás de la pantalla del ordenador sobre cómo ha de comportarse el resto del mundo. Mas como dice la Escritura en el libro de Proverbios,  “es parco en palabras quien tiene la sabiduría” y “aun el necio, si calla, pasará por sabio, y por prudente si cierra los labios".

Por tanto, como no es plan de acudir a los recursos facilones que he adquirido con el paso del tiempo, procuraré esconder mis muchas necedades escribiendo menos e intentaré hacer brillar mi poca sabiduría siendo conciso en la exposición de mis ideas.

Como quiera que el último fin de "Germinans germinabit" es lograr que la iglesia de Barcelona sea más fiel a su misión de mediadora de la salvación que nos es dada en Cristo, quisiera hacer una breve recapitulación de cuáles son, según mi entender, los pasos a dar de cara a alcanzar dicho objetivo:

1- Predicación del evangelio. Pidamos un nuevo Pentecostés para que el Espíritu Santo inflame nuestros corazones y así podamos perder todo miedo a predicar a Cristo. Sólo así seremos colaboradores con Dios en la tarea de salvar a todos los hombres.

2- Meditación en la Palabra de Dios. Dijo San Jerónimo que quien no conoce las Escrituras, no conoce a Cristo. Pues me temo que hay mucho ignorante de Cristo entre nuestros hermanos. Hagamos caso pues a la reciente exhortación que Benedicto XVI nos hizo para que leamos diariamente la Biblia.

3- Vida de oración. Quien no ora no vive en Dios. Quien ama a Dios, le busca constantemente en oración. San Pablo nos pedía que estuviéramos en constante oración. A veces el alma parece seca y cuesta mucho sacar de ella las palabras para dirigirnos al Señor. Pero el tesoro de oraciones de la Iglesia acude en nuestra ayuda y nos facilita el camino. Alternemos la oración de y con la Iglesia con la oración personal.

4- Vida sacramental. Eucaristía y confesión son las ruedas del carro que nos conduce a las puertas del cielo. No podemos avanzar si una de ellas se rompe. Y se romperán si no nos tomamos en serio cada misa y cada momento de acercarnos al confesionario para dejarnos perdonar por Dios.

Sin duda podrían añadirse más puntos. Pero si conseguimos guiar a la Iglesia por el camino que marcan esos cuatro, el resto se nos dará por añadidura. Recórrase el camino de la predicación del evangelio, de la meditación en la Palabra de Dios, de la vida de oración y la vida sacramental, y en cuestión de pocos años nuestros templos volverán a llenarse, nuestro seminario rebosará de jóvenes deseosos de servir como sacerdotes a Dios y la sociedad en la que estamos inmersos tendrá un verdadero referente al que agarrarse cuando las fatales consecuencias de su alejamiento de Dios se hagan más patentes de lo que se ven hoy.

 

 

La necesidad de ir a lo fundamental - 16/11/2007

Los obispos portugueses que están esta semana en Roma de visita “ad limina” han recibido del Papa una serie de recomendaciones y consejos que bien podrían servir para ser aplicados en nuestra archidiócesis. Benedicto XVI advirtió de que la Iglesia “no debe hablar ante todo de sí misma, sino de Dios”. “Con esto -añadió- no quiero decir que no haya que discutir sobre la recta organización en la Iglesia y sobre la atribución de responsabilidades: siempre hay desequilibrios que exigen correcciones. Ahora bien, estas cuestiones no deben distraernos de la auténtica misión de la Iglesia”.

O sea, es necesario evitar los desmanes internos pero más lo es centrarse en lo fundamental, que no es otra cosa que la predicación del evangelio, el ofrecer a Cristo como referencia fundamental para el ser humano que está alejado de Dios. Dado que nuestra tierra es hoy tierra de misión, debemos dedicar nuestros esfuerzos a cumplir el mandato del Señor: “id y haced discípulos a todas las gentes”.

Tal cosa no podremos llevarla a cabo si no llenamos la cisterna de nuestro espíritu con el agua viva que sólo nos viene dada de nuestra relación personal con el Salvador. Si estamos secos, no podremos dar de beber al sediento. Como bien ha recordado Su Santidad a los obispos lusos “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. La evangelización de la persona y de las comunidades humanas depende totalmente de este encuentro con Jesucristo”. Por tanto, desengañémonos. Si nuestra vida espiritual está debilitada, si no tenemos comunión con Dios por medio de la oración, si no pasamos horas en su presencia, si no nos alimentamos de la Eucaristía, dará igual que arreglemos todos los problemas internos de nuestra iglesia local. Seremos pámpanos inútiles, sin fruto, listos para ser arrancados de la viña y ser tirados al fuego.

Centrémonos, pues, y entendamos que el primer servicio que debemos hacer a la Iglesia de Barcelona no es la denuncia de los males que la aquejan, que son muchos. Tampoco es pedir o exigirle al arzobispo que haga lo que creemos que tiene que hacer y no hace. No, nuestro primer servicio es profundizar en nuestra relación con Cristo para así ser agentes activos de la evangelización a la que somos llamados, tanto si el resto de la Iglesia acompaña como si se queda durmiendo en los laureles. Sólo cuando hayamos practicado el bien tendremos  la autoridad moral para denunciar el mal.

Tampoco pretendo que debamos a ser santos inmaculados para seguir realizando la labor que venimos llevando a cabo en Germinans desde hace meses. Mientras damos pasos en la buena dirección, no está de más que, desde el respeto y el cariño filial, recordemos a quien nos pastorea que el Vicario de Cristo dice a quien le quiera oír que “es necesario cambiar el estilo de organización de la comunidad eclesial portuguesa (=catalana) y la mentalidad de su miembros para tener una Iglesia en sintonía con el Concilio Vaticano II, en la que quede bien definida la función del clero y del laicado, teniendo el cuenta el hecho de que todos somos uno, desde que fuimos bautizados e integrados en la familia de los hijos de Dios, y todos tenemos la común responsabilidad del crecimiento de la Iglesia”. O sea, Monseñor Sistach, vigile usted que en la porción de pueblo de Dios que le ha tocado a usted pastorear no se manipule a la gente dando a los laicos funciones que sólo pueden llevar a cabo los sacerdotes. Todos estamos llamados a levantar nuestra iglesia con la ayuda de Dios. Pero cada cual en su sitio. Haga usted el favor de ordenarnos bien.

 

 

Volverían a ser mártires - 02/11/2007

“Colaboracionistas” y “fascistas”. Esos fueron los epítetos que algunos energúmenos pintaron sobre las imágenes de los cuatro mártires que están situados a la entrada de la Escola Llissach de Santpedor, en el pueblo del mismo nombre perteneciente a la diócesis de Vich. Mártires que acaban de ser beatificados en Roma durante la ceremonia que tuvo lugar el pasado domingo.

Habrá a quien le sorprenda lo acontecido en Santpedor, pero como ya dijimos en Adversus Haereses la semana pasada, algunas de las siglas que estaban detrás de los asesinos de nuestros mártires siguen existiendo hoy. La ideología que mató a nuestros mártires está hoy viva en nuestras calles. Las formas se han suavizado, al menos por ahora, pero en esencia son lo mismo. Llaman fascistas a todos los que no piensen como ellos. O sea, “dijo la sartén al cazo: apártate que me tiznas”. El día menos pensado, cuando escriban la palabra fascista en una pared, la tinta del spray saltará a sus rostros y se les quedará pegada para siempre, como testimonio de lo que siempre han sido y serán. Son tan miserables como lo serían quienes fueran hoy a Auswitch a pintar un “se lo merecían por judíos de mierda”.

Por supuesto, no es descartable que haya algún monje benedictino en Montserrat que achaque esas pintadas a la respuesta político-social de un pueblo oprimido, a la agitación política creada por la derecha española y la Cope. Triste es tener que reconocerlo, pero en nuestra Iglesia hay quienes son antes hermanos políticos de los hijos de los asesinos de los mártires beatificados en Roma, que hermanos espirituales nuestros.  Y triste es tener que constatar que es poco probable que los responsables del rebaño, al menos por ahora, levanten su voz para constatar esto que estamos diciendo.

De algo sí que podemos estar seguros. Si los cuatro mártires de Santpedor no dudaron en entregar su vida por Cristo, hoy no dudarían en volver a dar testimonio público de su fe por muchas pintadas que hubiera en su contra. Y si seguimos su ejemplo, cosa que debemos hacer si en verdad somos hijos de Dios y de su Iglesia, no podemos amilanarnos ante la agresividad de los cachorros del totalitarismo nacional-socialista, que mora entre nosotros como león rugiente que busca a quién devorar.

 

 

El pastor, la memoria y los mártires – 26/10/2007


Sin duda una de las imágenes del pontificado de Monseñor Martínez Sistach en Barcelona se produjo el día que se anunció que Su Santidad Benedicto XVI le creará cardenal de la Santa Iglesia Católica en el próximo consistorio. En la misma se ve a don Lluis bajando por la escalinata del palacio episcopal con los brazos abiertos, como un padre que quiere acoger a todos en amoroso abrazo. Nuestro arzobispo ya no es un simple arzobispo, sin que con esto queramos decir que ser arzobispo es una simpleza. No, Monseñor Sistach ha sido elegido por el Sumo Pontífice para ser un príncipe de la Iglesia, uno de los elegidos para ayudar al Papa a pastorear la barca de Pedro en la que estamos todos subidos. Y ello implica que a partir de ahora sus declaraciones tendrán un peso mayor, deberán ser tenidas aún más en cuenta si cabe que antes. Ya no habla el pastor de una diócesis, por muy importante que esta sea, sino alguien en quien el Vicario de Cristo ha depositado la mayor de las confianzas.

Y desde su inminente promoción a la púrpura, nuestro arzobispo acaba de declarar que no tiene sentido que se apruebe la Ley de memoria histórica en el parlamento español. Martínez Sistach advierte que no ha pasado el tiempo suficiente como para tratar ecuánimemente la cuestión de la Guerra Civil, que partió España en dos hace setenta años. Bien sabemos en Barcelona y en Cataluña el dolor que causó a nuestro pueblo aquel enfrentamiento fratricida. Somos junto a Madrid la diócesis que más mártires serán elevados a los altares el próximo 28 de octubre.
Por tanto, este fin de semana  vamos a celebrar en Roma la beatificación de un buen número de hermanos que dieron su vida por Cristo. Pero nosotros celebraremos una fiesta, no una lista de agravios. No señalaremos a los culpables de esas muertes, aunque algunas de las siglas que las provocaron siguen existiendo hoy. En los mártires celebramos su victoria a la muerte y el perdón que prácticamente todos ofrecieron a sus asesinos. Esa es la verdadera ley de la Iglesia cristiana, que brilla con especial fuerza ante la otra ley, que no busca la reconciliación sino la apertura de heridas que todavía pueden supurar odio y enfrentamiento.

Debemos felicitarnos también de que en Roma estará nuestro pastor acompañado de todos aquellos que él ha elegido para que le ayuden en el gobierno de nuestra iglesia local. Independientemente de lo que podamos pensar sobre la idoneidad de unos y otros, lo cierto es que estarán, junto con algunos de nosotros, representando a todos los cristianos de esta diócesis. La cristiandad barcelonesa estará presente en la beatificación más masiva de la historia de la Iglesia. Y eso debe de unirnos. Aunque no sea nada más que para honrar a nuestros padres en la fe, debemos de ser uno con nuestro pastor, bajo su autoridad y amor paterno. Pidamos a esos mártires que desde su atalaya privilegiada en el cielo intercedan por nuestra iglesia y, especialmente, por nuestro arzobispo, cardenal electo. Que ellos le obtengan de Dios la gracia de poder corresponder fiel y sabiamente a la confianza que el sucesor de Pedro ha depositado en su persona. De ser así, todos nos veremos altamente beneficiados.


Soli Deo gloria

 

 

El monje sarabaíta - 19/10/2007

La Regla de San Benito es un pozo de sabiduría y guía de santidad para todo aquel cristiano que quiera abrazar la vida monástica. Como el gran santo era conocedor de la condición humana, sabía que entre los monjes había de todo, como en botica. Es por ello que el primer capítulo de su regla lo dedica a describir cuatro clases de monjes. A nosotros nos interesa la tercera, que dice así:

La tercera, es una pésima clase de monjes: la de los sarabaítas. Éstos no han sido probados como oro en el crisol por regla alguna en el magisterio de la experiencia, sino que, blandos como plomo,  guardan en sus obras fidelidad al mundo, y mienten a Dios con su tonsura.  Viven de dos en dos o de tres en tres, o también solos, sin pastor, reunidos, no en los apriscos del Señor sino en los suyos propios. Su ley es la satisfacción de sus gustos: llaman santo a lo que se les ocurre o eligen, y consideran ilícito lo que no les gusta.

Si Hilari Raguer hubiera sido coetáneo de San Benito, ya sabríamos bien en quién había pensado el padre del monasticismo occidental cuando escribió sobre esa tercera clase de monjes. Aunque, seamos claros, si  nuestro santo se entera de que un monje a su cargo se dedica a insultar a los obispos de su país y a mancillar la memoria de los mártires cristianos, lo más seguro es que hubiera ido en persona a aplicarle aquello que mandó hacer a los abades, y que leemos en el segundo capítulo de la mencionada regla:

El abad debe, pues, guardar siempre en su enseñanza, aquella norma del Apóstol que dice: "Reprende, exhorta, amonesta", es decir, que debe actuar según las circunstancias, ya sea con severidad o con dulzura, mostrando rigor de maestro o afecto de padre piadoso. Debe, pues, reprender más duramente a los indisciplinados e inquietos, pero a los obedientes, mansos y pacientes, debe exhortarlos para que progresen; y le advertimos que amoneste y castigue a los negligentes y a los arrogantes.

No disimule los pecados de los transgresores, sino que, cuando empiecen a brotar, córtelos de raíz en cuanto pueda, acordándose de la desgracia de Helí, sacerdote de Silo. A los mejores y más capaces corríjalos de palabra una o dos veces; pero a los malos, a los duros, a los soberbios y a los desobedientes reprímalos en el comienzo del pecado con azotes y otro castigo corporal, sabiendo que está escrito: "Al necio no se lo corrige con palabras", y también: "Pega a tu hijo con la vara, y librarás su alma de la muerte".

No es que desde Adversus Haereses propongamos que Josep María Soler le abra la cabeza de un baculazo a ese monje que se dedica a llamar fascistas , o neofranquistas, a los obispos españoles.  No es que Patianus sugiera al abad mitrado de Montserrat  que azote con una vara verde la espalda del monje que niega la condición de mártires a los miles de sacerdotes, religiosos, obispos y laicos que derramaron su sangre por Cristo en España el siglo pasado. No, no queremos que la cosa llegue a tanto. Nos basta con que ponga en la puñetera calle a ese Judas Iscariote que vive bajo los techos donde vivieron veintitrés de esos mártires. Me basta con que a la orden benedictina le quede la suficiente dignidad como para expulsar de su seno a esa serpiente venenosa que lanza espumarajos por la boca contra los obispos de la Iglesia y sus mártires.

E incluso de no ocurrir tal cosa, bastaría con que los obispos catalanes desautorizaran públicamente y de forma bien contundente a ese mísero monje, al que le queda corto el apelativo de sarabaíta. El silencio en este caso sería una señal de complicidad. Y no es plan de que tengamos que llamar obispos sarabaítas a nuestros pastores, ¿verdad, señores míos?

 

Estimado arzobispo: o ellos o la Iglesia del Concilio - 05/10/2007

El órgano “oficioso” de la progresía eclesial catalana ha vuelto a pronunciarse a favor de un modelo de Iglesia que es contrario al dogma, contrario al Concilio Vaticano II y contrario al sentido común. Sus argumentos vienen a ser los siguientes:

  1. No es posible solucionar el problema de la falta de vocaciones sacerdotales en el ámbito del modelo de Iglesia que queremos y hemos fomentado.  En otras palabras, somos incapaces de suscitar vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa.

  2. La idea de intentar arreglar esa cuestión con vocaciones que salen de grupos conservadores es intolerable. Y es muy preocupante que muchos seminaristas decidan formarse en seminarios de una línea contraria a la nuestra, aunque para ello tengan que trasladarse fuera de Cataluña.

  3. Hay que replantearse la revisión y actualización de toda la estructura jerárquica de la Iglesia. Hay que fomentar los ministerios laicales como sustitutos del modelo actual, con sacerdotes al frente de las comunidades cristianas. Es decir, hay que protestantizar la Iglesia Católica.

Reconocen que no se pueden basar en el Concilio Vaticano II para apoyar sus pretensiones aunque aluden a que en el mismo ya hay pistas e intuiciones que marcan el camino que quieren recorrer. Aluden a que Cristo era un laico y que no actuaba con el consentimiento sacerdotal sino bajo la guía del Espíritu Santo. O sea, quieren otra Iglesia, otra forma de vivir la fe, otra realidad distinta a la que representa el catolicismo ortodoxo.

Pues bien, tienen perfecto derecho a querer otra Iglesia. Tienen perfecto derecho a desear que los laicos presidan comunidades cristianas. Tienen perfecto derecho a ser protestantes o a buscarse otro apellido que acompañe a su supuesta o real condición de cristianos. Pero no pueden ser católicos, apostólicos y romanos. No pueden recibir ni el apoyo ni el consentimiento cómplice de los pastores de nuestra Iglesia.

Monseñor Sistach no puede mantenerse equidistante entre quienes queremos que la Iglesia sea fiel a sí misma y los que quieren minar aquello - su organización jerárquica - que es parte de su constitución divina. En nombre de la paz diocesana no puede permitir que el sector que no es fiel al dogma católico ni al concilio pueda seguir ocupando parroquias, cargos y prebendas. No puede consentir que las conciencias de muchos laicos sean formadas equivocadamente, de tal manera que acaben ante la tesitura de abandonar la Iglesia o estar en constante rebeldía contra la misma. No cabe tibieza alguna entre la verdad y aquello que se opone a la verdad.

Don Lluis, tiene usted que optar de una vez por todas. O está con ellos o está con los que somos fieles a la Iglesia. Tiene años por delante para quedar en la historia como el arzobispo, quizás cardenal, que dio el paso definitivo para reconducir la iglesia de Barcelona, y de paso la de Cataluña, por la buena senda que nunca debió de abandonar. De no hacerlo, quedará como una figura gris y sin sustancia. Pero sobre todo  quedará delante de Dios como el obispo que ha sabido pastorear el rebaño de Cristo que le ha sido encomendado o como el mal pastor que no ha sido fiel a su Señor. Usted elige. Pero hágalo pronto.

 

Los Germi "semos peligrosos" – 21/09/2007

El gran Ivá, desaparecido ya hace algunos años, parió algunos personajes inolvidables políticamente incorrectos y moralmente poco dados a ser ejemplo de castidad y virtud, que cobraron vida en El Jueves, esa revista a la que un fiscal y un juez un tanto toribios han dado recientemente una publicidad enorme al secuestrarla. Una de esas creaciones era Makinavaja, que llegó a ser objeto de algunas películas y una serie de televisión, protagonizada esta última por ese gallego afincado en Cataluña que gusta de insultar a España.

El caso es que una de las frasecitas favoritas de Makinavaja y su inseparable Popeye, era: “semos peligrosos”. Pues eso es lo que hemos pensado algunos al leer ese artículo que desde el Triangle se nos dedica graciosamente a los conspiradores ultra-carca-tridentinos-derechistas que formamos parte de Germinans germinabit. Semos peligrosos, señores. Y lo demuestra el interés cuasi enfermizo que tienen en el sector progresista de la iglesia barcelonesa en averiguar quién está detrás de esta web. Dan palos de ciego que da gusto, pero es obvio que todavía no saben ni quién era De Bello Pallico ni quién mueve los hilos de Germinans. Por supuesto, por mera eliminación, acabarán acertando con algún nombre algún día, pero nadie estará junto a ellos para decirles: mira, esta vez sí has dado en el centro de la diana.

En realidad importa poco quiénes estamos metidos en esto. Lo que importa es lo que decimos y cómo lo decimos. Da igual quién sea el quién. Lo fundamental es el qué. Y en eso hay que reconocer que el autor del articulito de El Triangle, que sí tiene nombre y apellidos reconocidos, indica una serie de cosas que nos hace pensar que no vamos por mal camino. Afirma que detrás de todo esto hay sacerdotes jóvenes de alto perfil académico. O sea, que se nota que acá hay un buen nivel. No es mala cosa, no. Dice que en Germinans estamos bien informados de lo que ocurre en la archidiócesis. Pues es verdad, señores. Acá hablamos sobre lo que sabemos, no sobre fantasmas o ectoplasmas eclesiales inaprensibles, que desaparecen cuando se creen tener entra las manos. En definitiva, semos peligrosos. Y más que lo vamos a ser.

Humor e ironías aparte, es difícil negar la importancia que De Bello Pallico y Germinans están teniendo en la vida reciente de la iglesia catalana. Todos nos leen. Y los que no nos leen, se informan de lo que escribimos. Ya es triste que tengamos que elegir el anonimato para no sufrir represalias. Ya es triste que haya tenido que pasar tanto tiempo para que se haga presente en algún medio de comunicación, e internet hoy es el MEDIO, la voz de los que denuncian cuáles son los males que aquejan a la salud de esta archidiócesis. Pero no tenemos derecho a ser pesimistas. Somos conscientes de que nos ha tocado ser la semilla de un árbol que dará buenos frutos a medio y largo plazo. Y eso lo saben aquellos que son hojas secas de la higuera estéril que amenaza con dejar sin fruto a la iglesia de Barcelona y Cataluña. Es necesario que nosotros crezcamos y ellos mengüen.

 

El mayor de los desprecios a los mártires - 14/09/2007


El centurión, pues, viendo la oposición levantada por parte de los judíos, le puso en medio y lo quemó según su costumbre. Y así nosotros, después, recogimos sus huesos, que son mucho más valiosos que piedras preciosas y que oro refinado, y los pusimos en un lugar apropiado; donde el Señor nos permitirá congregarnos, según podamos, en gozo y alegría, y celebrar el aniversario de su martirio para la conmemoración de todos los que ya han luchado en la contienda y para la enseñanza y preparación de los que han de hacerlo más adelante.

El autor de esas palabras fue testigo del martirio de San Policarpo de Esmirna, santo varón de Dios que no dudó en dejarse matar antes que renunciar a Cristo. Y los hermanos en la fe del mártir, como no podía ser de otra forma, estaban prestos a honrarle como se merecía. Dando ejemplo a los herejes gnósticos, para los cuales la materia era algo despreciable, no dudaron en hacerse con los restos del tabernáculo humano de aquél cuyo espíritu acababa de entrar en el cielo por la puerta grande.

Por tanto, es claro que desde muy temprano la Iglesia ha amado a sus mártires, ha honrado a quienes honraron a Cristo entregando su vida por él, ha venerado a los que ocupan un lugar de privilegio en el cielo. Una Iglesia que no recordara con gratitud a sus mártires sería una Iglesia muerta, indigna de llevar el nombre de cristiana. La persecución y el martirio producen santos. La tibieza, la acomodación a los patrones políticamente correctos de un mundo que da su espalda a Dios, sólo produce sepulcros blanqueados, muertos que creen estar vivos y que no se dan cuenta que sus almas hieden.

Dice el refranero español que “no hay mejor desprecio que no hacer aprecio”. Pues bien, eso es lo que está pasando en buena parte de la archidiócesis de Barcelona en relación con los mártires que van a ser beatificados en Roma el próximo 28 de octubre. Por ejemplo, tres de los mártires son hijos de Mataró. ¿Sabe alguien si el Consell Pastoral de Mataró ha movido un solo dedo para dar a conocer a sus mártires, para honrarles como se merecen? ¿tanto se avergüenzan de ellos que quieren ningunearles con el mayor de los desprecios, que es ignorar su existencia? ¿hasta dónde vamos a llegar, señores míos? ¿hasta dónde?

En Roma deberían de tomar nota de estas cosas. Sin duda Monseñor Sistach, Turull y cía se dejarán ver en la Ciudad Eterna el día de la beatificación. Pero alguien debería decirle al Papa, o a quien corresponda de la Curia, que en sectores de la archidiócesis que pastorea don Lluis hay un pacto no escrito y no público de ningunear a sus mártires.
Decía también el autor del relato del martirio de San Policarpo que

a los mártires, como discípulos e imitadores del Señor, los respetamos y queremos como merecen, por su afecto incomparable hacia su propio Rey y Maestro. Que nuestra suerte sea también ser hallados copartícipes y condiscípulos de ellos.

Negar a los mártires es negar a Cristo. Despreciarles con el silencio es negar la propia condición de discípulos del Señor. Hay una iglesia local que está muerta. Y hiede tanto que quizás el mal olor llegue hasta Roma, pues el perfume de una sonrisa cómplice del silencio no puede ahogar los efluvios putrefactos.

Hace falta abrir las ventanas, limpiar el patio, retirar los cadáveres y perfumarlo todo con el incienso de nuestros mártires, aquellos que fueron ejecutados por el delito de ser hijos de Dios y de la Iglesia. Todavía están a tiempo de reparar la iniquidad que se está cometiendo. ¿Lo harán?

 

La Blogosfera cristiana avanza, dice Llisterri - 07/09/2007

Pues sí señores, Jordi Llisterri está muy contento porque Foc Nou ha alcanzado la voluminosa cifra de 300 visitas diarias. Lo cual, dado que el portal tiene más de 30 blogs y por tanto tocan a 10 visitas cada uno, es todo un acontecimiento eclesial, mediático y digno de abrir cualquier telediario.  Ciertamente esas 300 visitas diarias actuales de Foc Nou están un poco por encima de las 270 de media que Germinans geminabit ha tenido desde que empezamos esta aventura tan peculiar. Pero es que acá no estamos ni los quince que empezaron Foc Nou ni los treinta y pico que son ahora. No, no, seguimos siendo cuatro y el de la guitarra. Y es obvio que nuestros medios son escasos y nuestros concimientos de programación de páginas webs limitadísimos. Pero no creo que nadie dude de que la repercusión real de Germinans en la vida de la archidiócesis barcelonesa, a pesar de o precisamente gracias a la condición de cuasi-clandestinidad de sus componentes, es bastante superior a la del portal de Llisterri. Y cada vez será mayor, para mayor desgracia de aquellos que estaban acostumbrados ser los amos de todos los medios y los monopolizadores de toda opinión organizada en la Iglesia catalana.

Ahora bien, precisamente por eso mismo la responsabilidad que tenemos en Germinans es mayor. Llevar a la blogosfera y a internet la voz crítica de los que llevan décadas denunciando, en la casi total nadería mediática, las causas de la aniquilación del catolicismo en esta tierra, es una labor muy oportuna y necesaria. Sólo desde la asunción de los errores del pasado y del presente se puede pensar en construir un futuro mejor. Por ello, lo que empezó en De Bello Pallico y sigue ahora en Germinans es imparable. Y cada vez serán más las voces y las plumas que se sumen a esta iniciativa. No necesitamos 30 bloggers para crecer. Basta con que la calidad de las aportaciones se mantenga o mejore, aunque sin duda siempre vendrá bien alguna incorporación al grupo, y con que cada vez sea más los lectores que se animen a enviar sus cartas con sus opiniones, sus ideas y sus sugerencias.

Quienes nos movemos en el ámbito de la presencia católica en Internet, intuimos o sabemos que algo se está cociendo en la cocina de los blogs católicos. Sobre todo en aquellos que, sin necesidad de caer en un oficialismo estéril, se caracterizan por su fidelidad al magisterio. Es posible que Germinans sea un referente de futuros proyectos que abarquen al resto de España. Hace un año esto era impensable y hoy es una realidad que va camino de ser un fenómeno que marque un antes y un después en la vida eclesial de nuestro país. Así que, aunque no en el sentido que él quiere darle, Llisterri tiene razón. La blogosfera cristiana está avanzando. De nosotros depende que sea para bien.

 

 

Queremos obispos católicos - 31/08/2007

Sí, queremos obispos católicos, libres, a ser posible no contaminados por partidismos diocesanos, por querencias personalistas, por condicionamientos políticos. Queremos obispos dispuestos a usar el bisturí allá donde haga falta extirpar tejido gangrenoso. Queremos obispos valientes, que no teman liarse a pedradas con los lobos que se han aplatanado entre las ovejas, de las que se alimentan cuando tienen hambre. Queremos obispos que hablen el idioma de los fieles católicos. No el catalán o el castellano, aunque es deseable que conozca ambos, sino el de la fe, la sana doctrina y la plena comunión con el Vicario de Cristo. Es preferible un buen obispo procedente del Senegal que un mal obispo nacido en el Passeig de Gràcia esquina a la Avinguda Diagonal. El senegalés puede aprender el idioma que habla la gente de la calle, pero casi siempre es tarde para que un mal obispo aprenda el lenguaje y las acciones de los buenos pastores.

Tenemos derecho a ser pastoreados sabiamente. Tenemos derecho a que nuestros futuros sacerdotes sean formados de acuerdo al sentir de la Iglesia, del magisterio y del verdadero Concilio Vaticano II (no ese holograma falso del mismo, que nos quieren vender algunos). Tenemos derecho a que nuestros hijos sean catequizados conforme a la fe católica. Tenemos derecho a asistir a misas católicas, no a shows pseudo-litúrgicos hechos a imagen y semejanza de curas y/o grupos “creativos”. Tenemos derecho a que se nos administre correctamente el sacramento de la confesión y no a que se nos engañe con un simulacro colectivo del mismo. Tenemos derecho a que se nos dé la misa en nuestro idioma materno o en el idioma oficial de la Iglesia latina.

No pedimos mucho. Sólo queremos ser buenos católicos. Sólo queremos que nuestra Madre y Maestra nos trate conforme a nuestra dignidad de hijos de Dios. Sólo queremos que desde la Sede Apostólica se mire nuestras necesidades y no la forma de evitar diplomáticamente un conflicto con los que han secuestrado nuestra fe desde hace décadas. Sólo queremos que nos envíen obispos que contiendan ardientemente por la fe que fue dada una vez a los santos (Jud 3), aun a riesgo de quemarse personalmente en la tarea. Sólo queremos y deseamos que a nuestros pastores no haya que aplicarles las palabras del capítulo 34 del libro del profeta Ezequiel. Solo queremos que lo poco o mucho que quede del catolicismo en nuestra tierra, sea verdadero catolicismo y no una copia falsa del mismo.

 

Regresamos - 24/08/2007

Las vacaciones veraniegas van llegando a su fin. En poco más de una semana todo volverá al ritmo habitual del resto del año. Monseñor Sistach retomará su febril actividad en pro de la reactivación de la archidiócesis y la curia diocesana recuperará su  empeño en la ardua tarea de animar a sacerdotes, religiosos y fieles para que sean agentes de la evangelización de los alejados de la Iglesia y de los que apenas han puesto sus pies en un templo católico. Es más, de todos es conocido el eficacísimo plan pastoral para llevar a Cristo a los jóvenes catalanes, cuya punta de lanza está precisamente en esta querida Barcelona.

Pocos dudan que el Papa premiará tanta diligencia pastoral concediéndole al arzobispo el capelo cardenalicio que sin duda merece. Además, desmintiendo a todos los agoreros que preveían una nueva negativa de la Santa Sede a rechazar los candidatos que don Lluis ha sugerido como obispos auxiliares, en breve veremos como Monseñor Carrera puede por fin jubilarse siendo sustituido por un sacerdote de buena ortodoxia, mejor cualificación pastoral e insuperable promotor de la manifestación visible de la caridad cristiana.

Sin duda uno de los objetivos a corto plazo que se verán coronados con el éxito es el aumento exponencial de las vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa. Será la consecuencia inmediata de la mencionada pastoral juvenil. Si a eso le sumamos la obvia mejora de la formación de los nuevos sacerdotes que vendrá dada por la nueva realidad del seminario diocesano, que va camino de convertirse en un modelo para los seminarios europeos, el futuro se presenta esplendoroso.

……

………

 

¿A que suena bien? Pues no será porque el Señor no quiere que las cosas sean así. No será porque el Espíritu Santo no esté presto a ayudar a esta iglesia local a llevar a cabo todo eso y más. ¿O es que no hay apenas sacerdotes y fieles con ganas de que lo que hoy es solo un sueño, pueda ser una bendita realidad en un futuro no muy lejano?

No tenemos derecho a dejarnos llevar por la corriente de pesimismo y de dejadez de tiempos pasados. San Pablo nos llama a no mirar atrás sino a proseguir hasta la meta, a obtener el premio del supremo llamamiento en Cristo Jesús. Aunque todo a nuestro alrededor parezca igual, cada uno de nosotros podemos ser agentes del cambio que Dios quiere realizar. Somos sus brazos, manos, pies y boca. A trabajar, pues.

Patianus

PD: Dios mediante, la semana que viene retomaré la serie sobre los Papas del siglo XX.

 

 

Papas del siglo XX: Pío X (I) - 03/08/2007.

"No permitáis que vosotros mismos seáis engañados por las taimadas declaraciones de aquellos que persistentemente claman que desean estar con la Iglesia, amar a la Iglesia, luchar para que la gente no salga de ella... sino juzgarlo por sus obras. Si ellos desprecian a los pastores de la Iglesia e incluso el Papa, si intentan por todos los medios evadir su autoridad para eludir sus directivas y juicios... entonces, ¿de qué Iglesia hablan esos hombres? Ciertamente no de la establecida sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, con Jesucristo mismo como la piedra angular" (Ef 2,20)

Esas sabias palabras fueron dichas por un Papa santo, que ya en vida fue mediador de milagros, y que supo ver cuáles serían las consecuencias para la Iglesia si triunfaban determinadas tesis…. que acabaron triunfando, al menos temporalmente. Me refiero, por supuesto, a San Pío X.

Nació en Riese el 2 de junio de 1835, siendo el segundo hijo de Giovanni Battista Sarto, cartero y alguacil de profesión, y Margarita Sanson, costurera. Siguiendo la sanísima costumbre de la época, que hoy, para no variar, hemos perdido, fue bautizado al día siguiente de nacer bajo el nombre de Giuseppe Melchiorre Sarto. Sus padres quisieron que estudiara y para ello le enviaron a la escuela de su pueblo natal, para lo cual tenía que recorrer todos los días 6 kms de ida y otros tantos de vuelta. Siendo todavía niño se quedó huérfano de padre, y quiso dejar de estudiar para ayudar a la manutención de sus 8 hermanos. Su madre no se lo permitió. A los quince años de edad fue tonsurado por el Obispo de Treviso, quien le concedió una beca para poder estudiar en el seminario de Papua. En los archivos del mismo, junto a las calificaciones del futuro Papa, aparece la nota: "Discípulo irreprochable; inteligencia superior; memoria excelente; ofrece toda esperanza".

Ordenado diácono el 27 de febrero de 1858, el 18 de septiembre de ese mismo año recibe en la catedral de Castelfranco y de manos de Monseñor Fariña, obispo de Treviso, el orden sacerdotal. Al día siguiente canta su primera misa en su pueblo natal, ante las lágrimas y gozo de su madre y hermanas.

Su carrera eclesiástica tuvo la particularidad de estar jalonada por periodos de nueve años. Son los que estuvo de vicepárroco en Tómbolo, párroco de Salzano, canónigo de Teviso, Obispo de Mantua -consagrado el 20 de noviembre de 1884 por el Cardenal Lucio Maria Parocchi- y Cardenal Patriarca de Venecia –creado por León XIII el 12 de junio de 1893-. Entre medias le había dado tiempo de ser rector y director espiritual del seminario de Treviso, canciller de la curia episcopal trevisana, examinador prosinodial y vicario capitular.

Tras la muerte de León XIII se reunió el cónclave que habría de ser el último en el que se habría de admitir el veto de un representante del poder civil -concretamente el Emperador austro-húngaro- a cualquiera de los cardenales -concretamente el cardenal Mariano Rampolla del Tindaro-. A los cuatro días y tras siete votaciones, el 4 de agosto de 1903 fue elegido Papa el Cardenal Sarto, que adoptó el nombre de Pío X. Fue instalado como Sumo Pontífice el 9 de agosto de dicho año. Empezaba entonces el primer pontificado plenamente desarrollado en el siglo XX de la era cristiana. De la santidad de Pío X, de su magisterio y de la impronta que dejó en la Iglesia, nos ocuparemos en el siguiente capítulo de esta serie que comienza hoy en Germinans germinabit.

 

 

¿Qué opinará la Moreneta de la pluralidad pluscuamperfecta del Abad? - 27/07/2007

La Madre de nuestro Señor Jesucristo, cuyo faro quiere seguir iluminando al pueblo cristiano en Cataluña bajo la advocación de Nuestra Señora de Montserrat, ha sido reconocida por la Iglesia como la Destructora de toda herejía. Fue su figura quien aniquiló la mentira gnóstica que afirmaba que el Hijo de Dios no se había encarnado. Ella era la carne de la que el Logos tomó carne. Fue su figura quien se levantó en Éfeso como verdadera Madre de Dios, para abatir el error nestoriano. Cuando el protestantismo se levantó rebelde para abandonar el seno de la Madre Iglesia, abandonó igualmente a la Madre del Salvador y dejó de honrarla y venerarla. De haber triunfado completamente esa falsa Reforma, probablemente no se habría cumplido la profecía que nuestra Madre hizo en su Magnificat: “Ecce enim ex hoc beatam me dicent omnes generaciones” (Luc 1,48). Mas la Abogada de Eva y causa de nuestra salud (San Ireneo, Adversus haereses) también ha vencido a esa burda mentira protestante que pretende que la honra que se le debe a Ella se le resta a su Hijo.

La Madre de Dios es pues, enemiga acérrima de la herejía y el error que aparta a las almas de su Hijo. Es por ello doblemente doloroso que el Abad mitrado del monasterio donde está el santuario mariano más importante de Cataluña, no sólo no sea enemigo de la heterodoxia que amenaza con hundir la fe católica en nuestra bendita tierra, sino que demuestre abiertamente sus simpatías con los sectores que de la iglesia catalana más alejados de la comunión con el resto de la Iglesia en España y con Roma. Pues a nadie se le escapa que “Església plural” sólo tiene de plural el número de heterodoxias de todo tipo que ampara, anima y ayuda a extender. La pluralidad que alienta el Abad Soler atenta contra el sensus fidelium, contra la fe de la Iglesia, contra la comunión eclesial.

En su escrito a los responsables de “Església plural” don Josep María afirma lo siguiente: “Aquestes disposicions d'esperit hem d'estar ben convençuts que ajuden a canviar estructures caduques.” Quizás no le falte algo de razón. Podríamos empezar por cambiar la estructura caduca que él encarna en estos momentos. ¿Qué sentido tiene la existencia de un abad mitrado amigo de los heterodoxos en Montserrat? Viendo por dónde sopla el Espíritu en la Iglesia pastoreada por Benedicto XVI, ¿hay algo más caduco que el apoyo a los que huelen a la naftalina del progresismo eclesial de los años 70 y 80 del siglo pasado?

No, la Moreneta no se merece un Abad así. La orden benedictina no se merece un Abad así. La Iglesia en Cataluña no se merece un Abad así.

 

Los obispos pasan, las diócesis quedan - 20/07/2007

No hay más que darse un paseo por la web de Catholic Hierarchy para comprobar que la mayoría de los obispos no suelen quedarse más de diez años al frente de las diócesis. Y sólo en casos muy contados las gobiernan durante dos o más décadas. Ciertamente pueden bastar muy pocos años para que un prelado deje su impronta, pero la semilla de un buen pontificado a veces tarda bastante en dar buen fruto. Y puede ser ahogada por un sucesor poco diligente o, sencilla y llanamente, necio.

Cuando una diócesis es tan grande como, incluso tras su partición, la de Barcelona, es casi imposible que en la misma no haya un buen número de sacerdotes capaces de sobreponerse a la mala actuación de un mal obispo. El buen sacerdote hace tanto bien en una parroquia “menor” como el que pueda hacer en las parroquias de postín de la diócesis. Y antes o después, el que ha sido fiel en lo poco será puesto sobre lo mucho (Mt 25,21). La desesperación, prima hermana de la falta de fe, es una señora pesada a la que conviene echar a patadas del alma. Si la Iglesia ha sobrevivido a Papas nefastos gracias a la luz de los santos, las diócesis pueden sobrevivir a malos obispos si hay sacerdotes que permanecen fieles a su llamado y no se dejan llevar por un pesimismo paralizante. Es más, todos conocemos a buenos curas, no necesariamente ancianos, que han sabido navegar con presteza en medio de tormentas pastorales.

Téngase en cuenta lo que acabo de decir a la hora de afrontar el futuro a corto y medio plazo de las diócesis catalanas en general, y la archidiócesis de Barcelona en particular. En todas hay buenos curas. En todas hay ejemplos de lo que se debe hacer para dar un giro de 180º a la situación. Y, piano piano va lontano, es cuestión de tiempo que se establezca una red de contactos entre esos buenos curas. No hace falta, al menos de momento, que tome cuerpo en forma canónica. Una de las ventajas que tiene Internet, como bien demuestra Germinans germinabit, es que permite hacer el bien con pocos medios y sin necesidad de una cobertura oficial. Un arzobispo puede vetar, aunque lo dudo, la constitución de una sociedad sacerdotal pero no puede impedir que esos sacerdotes creen listas de correo, foros o blogs. Sabemos que los hijos de este siglo son más sagaces que los hijos de la luz (Luc 16,8), pero eso no implica que estos últimos sean tontos. Y además, últimamente han espabilado bastante. El futuro es de ellos, pues sólo ellos permanecerán unidos a la vid.

 

El ojo que todo lo ve - 13/07/2007

De entre las peores acusaciones que puede recibir un religioso, un sacerdote y sobre todo un obispo, está la de que realiza su labor como si fuera un funcionario. Y sin que esto signifique el más mínimo desprecio a los muchos funcionarios que hacen bien su trabajo, cabe preguntarse si el actual arzobispo de Barcelona es más un funcionario de alto rango de la administración eclesial que un auténtico pastor de almas.

Al poco de llegar a su sede dejó bien claro a sus vicarios que allá no se podía mover una sola hoja sin que él lo supiera. Es decir, Monseñor Sistach quiere ser el “Ojo que todo lo ve” de la Iglesia en Barcelona. Bien, nada que objetar a dicha intención. Es preferible tener un obispo que lo quiera controlar todo a uno del que se diga que “está pero como si no estuviera”. Pero de nada vale querer tener un control total sobre todo lo que se mueve en la archidiócesis, si luego el propio arzobispo se olvida de cuál es la cualidad fundamental que cabe esperar de un pastor cristiano: la caridad en el trato.

Sin caridad todo se acaba convirtiendo en mera burocracia. Los traslados, los nombramientos, los avisos a párrocos que sufren acusaciones más o menos fundadas. Hay cosas, don Lluis, que no se pueden llevar a cabo usando a los vicarios como si fueran mandos a distancia con los que cambiar de canal. Usted se debe a toda la iglesia diocesana pero sobre todo a sus curas. Porque sin sus curas, ni la iglesia ni usted son nadie. Y sus curas necesitan un pastor cercano, que les dedique tiempo, apoyo y claridad cuando se trata de abordar asuntos espinosos.

Suponemos que su agenda estará plagada de compromisos, pero existe el teléfono e incluso el email. Así que aunque lo ideal sería el encuentro personal, sería un detallazo que usted se dedicara a llamar o escribir a aquellos sacerdotes que hasta ahora reciben noticias suyas por el vicario de zona o por otros curas. En otras palabras, si usted quiere ser el pastor que todo lo controla, acérquese personalmente a tratar con las ovejas que están en problemas. Sobre todo si esas ovejas son a su vez pastores de parte del rebaño que le ha sido encomendado.

Sea un buen obispo, no un administrador diocesano burócrata y sin corazón.

 

Las sendas antiguas - 06/07/2007

Haec dicit Dominus:
“ State super vias et videte
et interrogate de semitis antiquis,
quae sit via bona, et ambulate in ea
et invenietis refrigerium animabus vestris ”
Et dixerunt: “ Non ambulabimus! ”.
(Ieremiae VI, XVI)

Cuarenta años en la vida de un hombre son sin duda muchos años, pero son más bien poca cosa en el contexto de dos mil años de historia del cristianismo. Sin embargo, son muchos los que piensan, o viven como si así lo pensaran, que esto del catolicismo nació con el último de los concilios ecuménicos, y que los mil novecientos sesenta y un años anteriores son agua pasada que no mueve molino. Mas de la misma manera que si a un árbol milenario le cortas todas las raíces profundas, lo más probable es que se seque, si al pueblo católico se le corta la comunión con diecinueve siglos de cristianismo, es seguro que morirá.

Hay varias formas de cometer ese asesinato espiritual. Una es a través de la puñalada litúrgica, que convierte el culto católico en una pálida sombra de su grandeza pasada. La belleza y solemnidad acumulada en siglos de historia se desechan por un buffet pseudo-litúrgico hecho a imagen y semejanza del cura progre o grupo de laicos iluminados de turno. Curiosamente, mientras la liturgia antiquísima, como el buen vino, no se agria con el paso de los años, las “liturgias moderno-progre-protestantizadas” post-conciliares desprenden ya un olor a naftalina que echa para atrás.

Otra de las formas de cometer el crimen es por medio del sablazo heterodoxo, que secciona la yugular del creyente, impidiendo que la savia de la sana doctrina forme su conciencia. Pasa entonces a convertirse en una especie de vampiro espiritual, que huye de la luz de la ortodoxia como el conde Drácula huía de la luz del sol o como Zapatero huye de la verdad en nombre de una falsa Libertad, hija del Gran Arquitecto. Y sin embargo, es necesario que la luz de la verdad convierta en cenizas la vasija de barro de la heterodoxia para que el creyente pueda convertirse de nuevo, por la gracia de Dios, en un vaso de honra.

Y no digamos nada del método del envenenamiento anti-sacramental, que priva a los hijos de Dios de la gracia del perdón y de la auténtica Eucaristía. Una Iglesia sin confesionarios y reclinatorios es incapaz de producir santos, y sin santidad, como dice la Escritura, nadie verá a Dios.

Es hora ya de acabar con las estratagemas del error que han demostrado su valía para vaciar las iglesias y alejar las almas del Señor. En un tiempo cuando el pueblo de Israel había perdido el norte, Dios habló por medio del profeta Jeremías:
Así ha dicho el Señor: "Deteneos en los caminos y mirad. Preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad en él; y hallaréis descanso para vuestras almas." (Jer 1,16a). ¿Seremos tan necios de responder como hizo el pueblo de Israel?: “Pero ellos dijeron: "¡No andaremos en él!" (Jer 1,16b). ¿No es tiempo de que echemos la vista atrás para ver qué hizo la Iglesia cuando tuvo que afrontar graves crisis internas? ¿no tenemos el testimonio de los santos y de los padres de la Iglesia? ¿Acaso alguien cree que Trento no tiene nada que decirnos hoy? ¿de verdad se puede pensar que es posible sacar todo el jugo al Concilio Vaticano II arrancándolo del árbol de la Tradición?

 

Pastor de todos, pastor de nadie - 29/06/2007

Un buen obispo no debe ser parcial ni dejarse llevar por favoritismos personales o incluso “carismales”. Es decir, como pastor de toda la Iglesia que le ha sido encomendada, debe de ser padre de todos sin distinción. Si antes de ser obispo perteneció a alguna orden religiosa o movimiento eclesial es normal que su labor pastoral esté influenciada por su trayectoria personal, pero como buen católico promoverá el desarrollo de todos los carismas presentes en su diócesis.

Ahora bien, en la condición de pastor de la Iglesia Católica no puede figurar como mérito el ser consentidor de situaciones enquistadas que han demostrado ser nefastas para la salud espiritual del pueblo de Dios. La excusa de “quiero ser pastor de todos” puede convertirse en la puerta hacia no ser pastor de nadie. Quien conoce a la progresía eclesial, que en Cataluña suele ir acompañada de una querencia hacia el nacionalismo exacerbado, sabe bien que usan el “numquam satis” no para favorecer la veneración a la Madre de Dios, sino para adjetivar sus intenciones de reformar la Iglesia, siguiendo el modelo que Alfonso Guerra profetizó y Zapatero está cumpliendo respecto a España. “No la conocerá ni la madre que la parió”, dijo uno y el otro está empeñado en que así sea.

Pues eso es lo que le está ocurriendo con la Iglesia en Barcelona: que va camino de que no la conozca nadie. Es más, muchos de sus hijos son plenamente conscientes de que la paz que quería su pastor, y que tanto De Bello Pallico como Germinans Germinabit están desbaratando, era más la paz de los cementerios que la paz de Cristo que no es otra que la paz con Dios de una Iglesia fuerte, evangelizadora, con vocaciones religiosas y con presbíteros ilusionados en vez de apocados y derrotistas.

Nunca es tarde si la dicha es buena. Y no es tarde para la archidiócesis de Barcelona si su arzobispo sigue los pasos de su predecesor, San Paciano. Entre los pocos escritos que hemos conservado de aquel santo a quien tanto alabó el gran San Jerónimo, rescato los siguientes párrafos:

Aunque en algunas ocasiones, si bien desordenadamente, hablé de la reconciliación de los penitentes, recordando ahora la solicitud del Señor, que, ante la pérdida de una sola oveja, no titubeó en cargarla sobre su cuello y espaldas, devolviendo su querida (oveja) pecadora para completar su rebaño; trataré, en la medida de mis posibilidades, de describir con mi pluma tan gran dechado de virtud y, aunque siervo con mi escaso talento de siervo, imitaré la industriosa laboriosidad del Señor.

Mi único temor, amadísimos míos, es que, vituperando las costumbres de quienes se resisten a mis habituales amonestaciones, les enseñe a pecar más bien que a reprimir el pecado: que tal vez fuera mejor, a ejemplo de Solón, el ateniense, silenciar los delitos graves que precaverse de ellos; y que hasta tal punto hayan degenerado las costumbres de nuestras gentes que se consideren incitadas a una cosa cuando se les prohibe.

Efectivamente, creo que el tratado del Ciervo logró últimamente este resultado: que se pusiera tanto mayor afán en celebrarlo cuanto era mayor el empeño en censurarlo. Y toda aquella crítica de un vicio frecuentemente señalado y condenado, no parece haber frenado sino enseñado el libertinaje. ¡Pobre de mí! ¿Qué crimen es el mío? Me parece que no sabrían hacer el ciervo si yo, con mi censura, no se lo hubiera enseñado.

Sea ello cierto. Los apóstatas o los excluidos de la Iglesia suelen ofenderse por la censura, indignados desde luego al ver que alguien se atreve a vituperar sus costumbres. Y así como el cieno suele oler mal principalmente cuando se mueve, y una hoguera arde más cuando se agita, y la rabia se irrita con mayor vehemencia si se la provoca, así también ellos suelen romper a patadas el aguijón de una censura necesaria, no por cierto sin lastimarse y herirse en la lucha.

Vosotros en cambio, amadísimos míos, recordad que ha dicho el Señor: Reprende al prudente, y te amará; reprende al necio, y te aborrecerá. Y también: Yo reprendo y castigo a los que amo. Y en consecuencia, creedme: el celo suave y atento puesto en este trabajo que he emprendido como vuestro hermano y vuestro obispo atendiendo a la voluntad del Señor, es fruto no del rigor sino de la caridad, que pretende ganaros con cariño, no venceros a fuerza de resistencia.

¿Podríamos imaginarnos lo que haría San Paciano hoy? ¿Alguien piensa que dudaría en hacer de verdadero obispo, en vez de mirón consentidor, con aquellos sacerdotes que no siguen las normas de la Iglesia en cuanto a liturgia y sacramentos, o que proponen abiertamente modelos de iglesia contrarios al dogma?

No pedimos determinación episcopal desprovista de caridad. Pero no hay caridad para con el pueblo de Dios sin un obispo determinado a acabar con aquello que está secando el pámpano de su iglesia.

 

 

Sin presbíteros no hay Iglesia - 22/06/2007

Lo peor de determinadas pastorales inocuas e inanes no es que hayan quemado el campo de las vocaciones al sacerdocio. No, lo peor es que quieren cubrir ese déficit echando cemento para cubrir su fracaso. De las cenizas de un campo quemado puede resurgir la vida si se le abona adecuadamente. De un campo de cemento no se puede cosechar nada. Pues bien, preparar a laicos para que sean agentes de pastoral con la idea de que sustituyan permanentemente a los sacerdotes, es echar cemento en el campo de la Iglesia en Cataluña.

La solución a la falta de sacerdotes no puede ser nunca el esperar a que la Iglesia cambie el modelo de sacerdocio tradicional, ni hacer que los laicos se encarguen de aquello que corresponde a los ministros ordenados. Cristo quiso que su Iglesia fuera gobernada por pastores. Poner a ovejas a hacer la función de los pastores puede solucionar temporalmente alguna situación extrema, pero no es esa la voluntad de Dios para su Iglesia.

Desde muy temprano la Iglesia fue consciente del papel imprescindible del ministerio ordenado:

De la misma manera, que todos respeten a los diáconos como a Jesucristo, tal como deben respetar al obispo como tipo que es del Padre y a los presbíteros como concilio de Dios y como colegio de los apóstoles. Aparte de ellos no hay ni aun el nombre de iglesia.
(Epístola a los Trallianos, III San Ignacio de Antioquia)

Sólo desde la ignorancia o la negación de la doctrina católica sobre el sacerdocio se pueden plantear soluciones que se basan en una hipotética perpetuación de la ausencia de presbíteros en comunidades parroquiales. El sacerdote, y sólo él, actúa “in persona Christi”, tanto al celebrar el sacrificio de la misa como al administrar los sacramentos. Y no hay laico, por muy preparado que esté, que pueda sustituir al presbítero en ese papel, tan fundamental, queridos hermanos, que del mismo depende la salud espiritual de toda la comunidad cristiana.

En un discurso a la Asamblea Plenaria de la Congregación para el Clero, el Siervo de Dios Juan Pablo II advirtió de que “tener un sacerdote como pastor es de fundamental importancia para la parroquia. El título de pastor está reservado específicamente al sacerdote. En efecto, el orden sagrado del presbiterado representa para él la condición indispensable e imprescindible para ser nombrado válidamente párroco. Ciertamente, los demás fieles pueden colaborar activamente con él, incluso a tiempo completo, pero, al no haber recibido el sacerdocio ministerial, no pueden sustituirlo como pastor.”

¿Puede por tanto ser fiel a la Iglesia una pastoral que busque la formación como agentes pastorales permanentes de quienes no pueden ser pastores? ¿No se estará aprovechando una situación desdichada, la falta de nuevos sacerdotes, para introducir un modelo de comunidad parroquial en la que no sea necesaria la presencia del presbítero?

No tiene sentido que quienes han echado agua al fuego de las vocaciones sacerdotales pretendan hacernos comulgar con ruedas de molino, vendiéndonos la moto de los agentes de pastoral laicos. La solución para las comunidades que se quedan sin presbítero no es que de las mismas salgan laicos dispuestos a ocupar el lugar  del sacerdote, sino que salgan jóvenes dispuestos a ser curas. Si cada parroquia “diera a luz” un sacerdote, el problema estaría resuelto. Que nadie piense que Dios no sigue avivando el fuego de la vocación sacerdotal en el corazón de nuestros hijos. Más bien pensemos cómo preparar esos corazones para que sepan responder con un “Heme aquí, envíame a mí” (Is 6,8) al llamamiento de Dios.

 

 

Cataluña, tierra de misión - 15/06/2007

Pocos pueden dudar ya de que Cataluña es hoy tierra de misión, pues gran parte de su población está totalmente descristianizada o en vía de estarlo. Ciertamente la cultura catalana, como la del resto de los pueblos de España, hunde sus raíces en la fe católica de tal forma que no se puede hablar de una Cataluña real sin hacer referencia a sus santos, sus iglesias, sus monasterios y sus advocaciones marianas, con Montserrat de faro luminoso de la identidad cristiana de ese pueblo. Pero aunque el pasado está ahí y no puede ser borrado ni anulado, lo que debe preocupar al pueblo cristiano que queda en tierras catalanas es tanto el presente, ciertamente poco alentador, como el futuro, que si en verdad somos de Cristo ha de afrontarse con la esperanza que nace de la conciencia de ser luz en medio de las tinieblas y sal que dé sustancia a la Cataluña del siglo XXI.

Factores externos aparte, que además se dan con mayor o menor fuerza en otros lugares de España y de Occidente, la Iglesia en Cataluña tiene que afrontar una etapa de clarificación interna, que le sirva para revisar dónde está su auténtica identidad, cuáles son sus objetivos a corto y medio plazo y cuál es el papel que le corresponde jugar en una sociedad que está dando la espalda a Cristo y su Iglesia. Porque si algo debe de quedar claro a la iglesia catalana es que si ya de por sí su futuro es difícil, será catastrófico si se afronta desde la división, desde la politización que implica el adulterio espiritual de los que sirven más a pequeños césares que al gran Dios, desde el enquistamiento y pervivencia de los sectores contrarios en mayor o menor medida al magisterio de la Iglesia, desde el sectarismo que aísla lingüísticamente a la mitad de la población catalana.

La Iglesia en Cataluña, como dicho sea de paso en todo el mundo, ha de ser la voz profética que predica el evangelio verdadero, no adulterado ni disminuido en sus exigencias. Las aguas del bautismo se secan en la tierra de las almas si no se predica la necesidad de la conversión personal. El sacramento es eficaz “per se”, pero ni somos de los que creemos en la gracia irresistible, ni se nos oculta que la ignorancia de los fundamentos de la fe es el principal muro de resistencia que para la eficacia sacramental. El pueblo perece por falta de conocimiento. Decía el profeta Isaías de Israel “El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.” (Is 1,3) ¿No se podrá decir algo parecido del pueblo catalán? ¿en verdad se les está dando a conocer la altura y la profundidad del misterio de Cristo? ¿o habrá que decir de los pastores de la iglesia catalana lo que dijo el profeta Oseas: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos” (Os 4,6)?

No se puede dar lo que uno no tiene. Y un ciego no puede guiar a otro ciego. Los responsables de la ceguera del pueblo de Dios en Cataluña no pueden seguir un minuto más al frente de responsabilidades pastorales. No vemos, ni en el evangelio ni en las epístolas del Nuevo Testamento, una invitación a los pastores para que sean poco diligentes a la hora de extirpar del seno eclesial a los que causan daño al resto de fieles. Prolongar en el tiempo situaciones de las que se es consciente que no tienen futuro y que lastran la misión de la Iglesia, es una grave irresponsabilidad. Si hay que reevangelizar Cataluña, no se puede contar con los que han colobarado a su descristianización desde el seno de la Iglesia. O esto se entiende y se sacan las consecuencias lógicas de ello, o el futuro será tan poco alentador como lo es el presente.

 

 

Hay esperanza - 03/06/2007

Sí, hay esperanza. No todo está perdido. Por mucho que la Iglesia en Cataluña esté pasando por una de sus crisis más profundas, cabe decir también aquello de que las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Una iglesia que ha dado tantos santos no puede secarse cual pámpano destinado a ser quemado. No daré los nombres de los responsables de que la situación haya llegado a donde está ahora, porque de poco vale ya señalar con el dedo a los culpables. A Dios darán cuenta por su comportamiento y de Él recibirán la recompensa por sus obras.
Es posible que todavía queden unos años de travesía por el desierto, a la espera de que pasen a mejor vida eclesial aquellos que cruzaron el mar del Concilio Vaticano II pero, por su actitud irresponsable y rebelde, no han sido encontrados dignos de llegar a la tierra prometida de los buenos frutos de dicho concilio. Buenos frutos que, nadie lo dude, todavía están por madurar a pesar de los muchos años que han pasado desde que fue plantada la semilla.
Hay bastantes sacerdotes jóvenes o ya en edad “episcopable” que quizás desesperen al ver pasar los años sin que se tomen las decisiones necesarias para cambiar el rumbo en dirección al Jordán, pero deben confiar en que el mismo Señor que, en una nube, guiaba a su pueblo en el desierto, guiará a su pueblo en Cataluña por medio de nuevos pastores que sabrán conducir al rebaño de Cristo por la buena senda.
A todos esos buenos sacerdotes y a los miles y miles de laicos que anhelan un resurgir de su iglesia local, debo decirles que el ritmo del cambio dependerá de lo poco o mucho que desgasten sus rodillas orando ante el Sagrario o a los pies de sus camas frente a los crucifijos que las deben presidir. Valen más las oraciones que las quejas, los sacrificios personales que los discursos grandilocuentes que diseccionan perfectamente al enfermo.
Dice la Escritura que la oración del justo puede mucho. Pues seamos todos un poco más justos por la gracia de Dios. Amemos un poco más. Entreguémonos más al prójimo. Perdonémonos aquello en que nos hemos ofendido. Si cada uno de nosotros somos un poco más santos, la Iglesia entera se verá empujada hacia la santidad y resurgirá de cualquier ceniza en la que esté semi-enterrada.
En el regazo de la Moreneta está sentado el Señor de la Iglesia. Que esa Madre ayude a la Iglesia en Cataluña a servir fielmente a su Hijo para reverdecer glorias pasadas. Y que el Espíritu Santo derrame de sus dones abundantemente para que las montañas, campos, costas, pueblos y ciudades de Cataluña sean regados de nuevo con la Palabra de Dios que limpia las conciencias, sana los corazones y libera a los cautivos por el pecado.

 

Contra las confesiones generales - 25/05/2007

Vimos la semana pasada como el virus del protestantismo, en su versión liberal, ha provocado grave daño espiritual al pueblo católico, haciendo tambalear el “sensus fidelium” y la comunión entre pastores y ovejas. Una de las características de la rebelión interna más peligrosa para la salud espiritual de los fieles, es la perniciosa costumbre que tienen no pocos sacerdotes de realizar confesiones generales(*), abandonando la confesión auricular como forma ordinaria de administrar el sacramento del perdón de los pecados. Y eso, señores, es una estafa espiritual que no se debe tolerar. De hecho, lo que subyace detrás de esa práctica es ese espíritu protestante que huye de la confesión privada como alma que lleva el diablo –nunca mejor dicho- bajo mil excusas supuestamente escriturales. Mas de quienes son de ese espíritu ya dijo San Agustín “Nec eos audiamus, qui negant Ecclesiam Dei omnia peccata posse dimittere” (No oímos a esos, que niegan que la Iglesia de Dios puede perdonar todos los pecados. De Agon Crist XXIII)

La confesión es sin lugar a dudas la herramienta más poderosa que tiene un pastor de almas para guiar al cristiano por la senda de la santidad. No sólo la que llega a los altares, que también, sino aquella sin la cual nadie verá al Señor (Heb 12,14). El buen confesor, además de ministro del perdón de Dios, es también maestro y fuente de sabidos consejos para el peregrino que camina hacia la Jerusalén celestial. Pero todo eso se pierde en la frialdad y lejanía de una confesión general, donde es imposible que se dé el tratamiento personal que sin duda necesita el católico de principios del siglo XXI, siglo donde el concepto de pecado es negado, donde el relativismo está a la orden del día, donde más que nunca son necesarios sacerdotes que, con sus lógicas limitaciones personales, sigan los pasos de el Santo Cura de Ars, San Pío Pietralcina, San Juan Nepomuceno y tantos otros apóstoles del confesionario.

En uno de sus comentarios sobre el libro del Levítico, Orígenes mostraba las remisiones de los pecados que se contienen en el Evangelio. Tras el bautismo, el martirio, la limosna, el perdón al hermano por sus ofensas contra nosotros, el rescate de aquel que está en el error y la caridad, señalaba que “...hay todavía una séptima, áspera y penosa, que se cumple por la penitencia, cuando el pecador baña su lecho con lágrimas y no tiene vergüenza en confesar su pecado al sacerdote del Señor, pidiéndole curación.” (Comentario sobre Levítico II, 4).

Y el gran San Juan Crisóstomo, tras declarar que ni los ángeles ni arcángeles han recibido tal poder y después de mostrar que los soberanos del mundo pueden atar solo los cuerpos de los hombres, declara que el poder de los sacerdotes de perdonar los pecados “penetra el alma y alcanza hasta el Cielo”. De donde concluye “sería manifiestamente insensato condenar tan gran poder sin el cual no podemos ni obtener el cielo ni lograr el cumplimiento de las promesas...No solo cuando ellos (los sacerdotes) nos regeneran (bautismo) sino también luego de nuestro nuevo nacimiento, nos pueden perdonar nuestros pecados” (De sacred., III, 5 sq.).

¿Son pocos esos testimonios de la Iglesia de los grandes concilios? Pues leamos a San Atanasio: “Así como el hombre bautizado por el sacerdote es iluminado por la Gracia del Espíritu Santo, así también aquel quien en penitencia confiesa sus pecados, recibe a través del sacerdote el perdón en virtud de la gracia de Cristo” (Frag. contra Novat. in P. G., XXVI, 1315); o a San Ambrosio de Milán: “Dios no hace distinción; Él prometió misericordia para todos y a Sus sacerdotes les otorgó la autoridad para perdonar sin ninguna excepción” (op.cit., I, iii, 10).

No hablamos pues de una cuestión menor. Es absolutamente necesario que el sacramento de la confesión vuelva a ocupar el lugar que tenía en la vida de la Iglesia décadas atrás. Es vital formar a los seminaristas para que entiendan que buena parte del éxito de su labor sacerdotal dependerá de las horas que pasen en el confesionario. Es imprescindible arrancar de cuajo, con suspensiones a divinis si es necesario, la costumbre de las confesiones generales donde posiblemente no haya ni sacramento si el fiel no realiza un acto de contricción adecuadamente. En este sentido cabe citar la carta que escribió recientemente Monseñor Sebastián para preparar la Cuaresma. Tratando la cuestión del sacramento de la confesión, el arzobispo de Pamplona decía:
Nadie, ningún sacerdote, ningún grupo, tiene capacidad para modificar las normas de la Iglesia acerca de cómo celebrar este sacramento. El desconcierto y los abusos existentes en torno a este sacramento están haciendo mucho daño en la vida de las parroquias y de los cristianos. Los cristianos tienen que saber que el ordenamiento eclesial para recibir el perdón de los pecados en el nombre de Dios requiere la confesión personal de los pecados a un confesor autorizado por la Iglesia y la manifestación de un verdadero arrepentimiento con sincero deseo de la enmienda que nos prepara para recibir personalmente del confesor la absolución de los pecados por el ministerio de la Iglesia y en nombre del mismo Dios. Esta manera de celebrar el sacramento no se puede modificar ni sustituir por otras formas llamadas comunitarias en las que se suprimen la confesión de los pecados y la recepción directa y personal de la absolución en nombre de Dios con la fórmula prevista por la Iglesia.

Y añadía después:
Con toda mi autoridad y el mayor empeño de que soy capaz pido a los sacerdotes que siguen impartiendo estas falsas absoluciones generales que desistan definitivamente de esta práctica abusiva, gravemente ilícita y perjudicial. Los fieles no deben dar crédito a quienes les inviten a celebrar el sacramento de la penitencia en contra de las prescripciones de la Iglesia.

Lo único que cabe esperar es que los sacerdotes que siguen impartiendo esas falsas absoluciones generales dejen de ser sacerdotes. Un obispo responsable no puede permitir que el pueblo que le ha sido encomendado sea objeto de esa farsa. Y no es al pueblo a quien corresponde dar o quitar crédito a los sacerdotes. No es al pueblo a quien le toca apartar del ministerio a los que no quieren ministrar de acuerdo a como manda la Iglesia. Eso le corresponde a los obispos. Su autoridad no consiste sólo en admonestar de palabra. Pueden y deben tomar las medidas necesarias para acabar con esta lacra. Y si no lo hacen, se convierten en cómplices y acabarán dando cuentas a Dios por ello.

*Usamos el término "confesión general" por ser el que la gente utiliza para referirse a la celebración comunitaria de la penitencia con absolución general sin confesión auricular

 

En defensa de la fe católica - 18/05/2007

El Protestantismo o religión reformada, como orgullosamente la llaman sus fundadores, es el compendio de todas las herejías que hubo antes de él, que ha habido después y que pueden aún nacer para ruina de las almas.
(art 129 Catecismo de San Pío X)

Puede que hoy no sea política, ecuménica y eclesialmente correcto hablar del protestantismo en los mismos términos que San Pío X usó en su Catecismo de 1905, pero no por ello hemos de negar la razón que asistía a aquel Papa santo. De hecho, quien conoce bien la naturaleza del protestantismo sabe que las palabras del Papa Sarto son tan duras como ciertas. Una religión basada en el libre examen de las Escrituras, sin magisterio o autoridad eclesial alguna que pueda definir qué es ortodoxia y qué heterodoxia, es una puerta abierta de par en par a la división eclesial, a la proliferación de doctrinas opuestas entre sí, a.... lo que fue, es y será el protestantismo desde sus orígenes. Pero nos equivocamos gravemente si pensamos que sólo hay protestantismo fuera de los límites de la Iglesia Católica. Más bien hay que decir que lo que no lograron los protestantes en el siglo XVI, han estado a punto de provocarlo muchos “católicos” en el último tercio del siglo XX.

Señalaba San Pío X que Lutero y Calvino “al rechazar la Tradición divina, reduciendo toda la revelación a la Sagrada Escritura, y al sustraer la misma Sagrada Escritura al legítimo magisterio de la Iglesia para entregarla insensatamente a la libre interpretación del espíritu privado, demolieron todos los fundamentos de la fe, expusieron los Libros Santos a las profanaciones de la presunción y de la ignorancia y abrieron la puerta a todos los errores.” Pues bien, ¿en qué se diferencian Lutero, Calvino, Zwinglio y demás reformadores de los Boff, Küng, Masiá, Tamayo y demás caterva de teólogos que han hecho de la oposición al magisterio de la Iglesia su “modus vivendi”? ¿es que oponerse al magisterio a finales del siglo XX o principios del XXI es menos grave que en el siglo IV o en el XVI?

Mas aunque estamos ante un fenómeno con muchos paralelismos, debemos señalar algunas diferencias entre lo que ocurre con el protestantismo del siglo XVI y aquello a lo que estamos asistiendo tras el Concilio Vaticano II:

1.-
a)  El protestantismo pretendía basarse en las Escrituras. Creía en la inerrancia de las mismas. Aunque rechazó irresponsablemente los deuterocanónicos, al menos no puso en duda la fiabilidad del resto de libros que forman parte de la Biblia. La excepción que confirma la regla es, curiosamente, el propio Lutero, quien sí dudó de la bondad de la epístola de Santiago -su “sola fide” se va al cubo de la basura con Stg 2,24, a la que llamó “epístola de paja”. Pero finalmente no tuvo valor para quitarla de su Biblia y tampoco hubo nadie que quisiera seguir sus pasos de menosprecio a esa parte de la Revelación escrita.

b) Los heterodoxos “católicos” de nuestro tiempo no creen en las Escrituras. Al menos no creen lo que la Iglesia confiesa acerca de las mismas. Casi todos ellos están imbuidos de la herejía del liberalismo, consideran que la Biblia está llena de mitos y ponen en duda, en mayor o menor medida, la historicidad de los evangelios, los milagros de Cristo y hasta su propia resurrección corporal. En realidad son hijos del protestantismo liberal, que es la perversión más peligrosa del protestantismo. Y es que si al libre examen que rechaza la autoridad del Magisterio de la Iglesia unimos la herejía liberal, que mina la credibilidad de la propia Biblia, el resultado no puede ser otro que la peor de las ponzoñas espirituales contra las que la Iglesia de Cristo se haya enfrentado en sus veinte siglos de historia.

2.-
a) Los protestantes salieron de la Iglesia y la atacaron desde fuera. Furibundamente, dicho sea de paso. Con saña, con odio en no pocas ocasiones. Es más, durante siglos el protestantismo se “olvidó” prácticamente de evangelizar a pueblos no cristianos y se dedicó sólo a extenderse entre la Cristiandad. Precisamente una de las cosas que diferencia a católicos y protestantes es su forma de conquistar el continente americano. Mientras que las naciones católicas quisieron llevar el evangelio a los pueblos pre-colombinos, los nativos de Norteamérica no tuvieron tanta suerte, salvo quizás algunos intentos aislados. No hay, ni de lejos, un rey, príncipe o gobernante protestante que tuviera la visión evangelizadora de nuestra Reina Isabel la Católica, que en su testamento hablaba de “procurar inducir y traer los pueblos de ellas y convertirlos a nuestra santa fe católica, y enviar a las dichas Islas y Tierra Firme, prelados y religiosos y otras personas doctas y temerosas de Dios, para instruir a los vecinos y moradores de ellas en la fe católica, y enseñarlos y doctrinarlos en las buenas costumbres, y poner en ello la diligencia debida

b) Los “católicos” heterodoxos de nuestra generación permanecen en la Iglesia y hacen el daño desde dentro. Es más, viven muy bien dentro. Saben que fuera de la comunión eclesial hace mucho frío y no tienen la virtud del Flautista de Hamelín, que con su flauta engatusaba a los críos para alejarlos de la presencia paterna. Estos hacen algo peor. Consiguen que buena parte de los hijos de la Iglesia se rebelen contra la misma. Son el arma que ha usado el enemigo de Cristo y de su Iglesia para asestar el más duro golpe al “sensus fidelium”, que nunca flaqueó entre el pueblo católico cuando apareció el protestantismo pero hoy se arrastra por el suelo esperando que alguna mano milagrosa lo levante. El protestantismo se separó de la Iglesia pero no consiguió dividirla. Más bien al contrario, se dividió a sí mismo vez tras vez, exponencialmente, mostrando así al mundo, y en especial a los que tienen un buen discernimiento espiritual, su verdadera naturaleza. Pero estos heterodoxos modernos sí están consiguiendo crear una brecha no pequeña en el pueblo católico. Brecha que sabemos que no prosperará porque Cristo prometió que las puertas del Hades no prevalecerían, pero que aun así está siendo causa de un grave perjuicio para las almas, para la credibilidad de la Iglesia y para el éxito de su labor más importante: llevar el evangelio a toda criatura.

3.-
a) Contra el protestantismo se levantó Trento y una legión de santos. Al mayor golpe, salvo quizás el Cisma de Oriente, recibido por la Cristiandad se respondió con el más importante de los Concilios ecuménicos celebrados en el segundo milenio de la Historia de la Iglesia. Y también con los San Ignacio de Loyola, San Francisco de Sales, San Carlos Borromeo, San Roberto Belarmino, etc., etc. La Iglesia respondió a la herejía con ortodoxia y santidad, únicas armas eficaces contra el error y la corrupción. De igual manera que en el Antiguo Pacto Dios corrigió a su pueblo con profetas, en el Nuevo nos ha corregido no con cismáticos y herejes, sino con santos y una Iglesia determinada a acabar con el error que hace peligrar las almas. No en vano, San Pío X decía en su citado Catecismo:
Con una lucha que dura sin tregua hace veinte siglos, no ha cesado la Iglesia católica de defender el depósito sagrado de la verdad que Dios le ha encomendado, y de amparar a los fieles contra la ponzoña de las heréticas doctrinas.” 

b) Contra la heterodoxia “católica” de finales del siglo XX y principios del XXI, se ha levantado algunas sanciones canónicas, algunas notas de condena, alguna reprensión más o menos moderada y algunos documentos en los que la jerarquía se lamentaba del daño que los heterodoxos causan al pueblo de Dios. Eso sí, también se ha levantado un Papa santo y magno: Juan Pablo II. Sin él, mejor no imaginarse cómo estarían las cosas. Pero aun con él, y con su sucesor Benedicto XVI, cabe preguntarse si no habría sido abundar en lo que, otra vez vuelvo a citarle, describía San Pío X en su Catecismo:
A imitación de los Apóstoles, siempre que lo ha exigido la pública necesidad, la Iglesia, congregada en Concilio ecuménico o general, ha definido con toda claridad la verdad católica, la ha propuesto como dogma de fe a sus hijos, y ha arrojado de su seno a los herejes, lanzando contra ellos la excomunión y condenando sus errores.

Con todo, no parece necesario celebrar un Concilio ecuménico para definir la verdad católica. La fe está claramente expuesta en el Catecismo y su Compendio. Pero de poco vale tener la ortodoxia en papel, si luego se permite que la misma sea profanada sin que haya apenas consecuencias para los profanadores. No estamos en un era en la que sea necesario definir nuevos dogmas de fe, sino en un tiempo donde la Iglesia ha de aplicar todos los medios necesarios para proteger el depósito de la fe de la acción de los ladrones y salteadores, que se lo roban al pueblo de Dios. Los cismas han de ser evitados siempre que sea posible, pero no a costa de no defender ardientemente la verdad que nos hace libres, la fe que fue entregada una vez a los santos (Judas 3).

 

 

Como creemos, celebramos - 09/05/2007

Ex 3,1-5
Apacentaba Moisés el ganado de Jetro, su suegro, sacerdote de Madián. Llevólo un día más allá del desierto, y, llegado al monte de Dios, Horeb, se le apareció el ángel de Yahvé en llama de fuego, de en medio de una zarza. Veía Moisés que la zarza ardía y no se consumía, y se dijo: “Voy a ver qué gran visión es ésta y por qué no se consume la zarza.”
Vio Yahvé que se acercaba para mirar, y Dios le llamó de en medio de la zarza:
“¡Moisés, Moisés!” El respondió: “Heme aquí.”
Dios le dijo: “No te acerques. Quita las sandalias de tus pies, que el lugar en que estás tierra santa es”

Ap 4,9-11
Siempre que los vivientes daban gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos caían delante del que está sentado en el trono, y se postraban ante el que vive por los siglos de los siglos, y arrojaban sus coronas delante del trono, diciendo: Digno eres, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas.

El verdadero culto a Dios es una cosa mucho más seria de lo que el hombre moderno está dispuesto a admitir. En el mismo concepto del “temor de Dios”, sobre el que tan poco se predica hoy a pesar de que es el principio de la sabiduría (Prov 1,7), va implícita la idea de que existe una separación entre la santidad divina y la condición humana, que lleva necesariamente a esta última a humillarse cuando se encuentra ante la primera. Casi se podría decir que hay un instinto natural en el hombre que le lleva a arrodillarse cuando quiere establecer comunión con Dios para solicitarle algún favor o simplemente para adorarle. Sin embargo, vemos con tristeza que gran parte del pueblo católico ha perdido tanto el sentido de lo sagrado, que ni siquiera se molesta en poner rodilla en tierra cuando el sacerdote realiza la consagración. Y cabe preguntarse: ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
Una de los aspectos más interesantes con los que se encuentra el que estudia la historia de la Iglesia, es que buena parte de los cismas y herejías no llevaban aparejados un cambio fundamental en la liturgia de los que se separaban. El donatista del norte de África no celebraba una misa muy diferente de la que pudiera presidir San Agustín de Hipona. Los nestorianos que salieron de la Iglesia tras Éfeso o los monofisitas que se alejaron tras Calcedonia, no cambiaron su forma de celebrar los sagrados misterios. Pero todo fue muy diferente tras la Reforma protestante.
Cuando Zwinglio y Lutero discutieron acerca de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, lo que allá se jugaba era mucho más que una simple cuestión doctrinal. Que el Señor se haga o no presente en las especies del pan y del vino acaba afectando a la forma de celebrar el culto. Esa es la razón por la que aquellas denominaciones protestantes que han conservado, en mayor o menor medida, la creencia en la presencia real, han mantenido una liturgia más o menos común y no totalmente rupturista con lo anterior. Por ejemplo, un culto anglicano no difiere externamente en gran medida de una misa católica. Es obvio que al no haber verdadera consagración y al no darse el sacrificio eucarístico la diferencia entre una misa católica y una liturgia anglicana es abismal, pero no es menos cierto que determinadas misas católicas que se celebran hoy se parecen mucho menos al culto católico de toda la vida que lo que se pueda parecer una “misa” luterana o episcopaliana común.
La verdad, nos guste o no, es que un sector muy importante del pueblo católico ha sido protestantizado a través de liturgias poco cuidadas. La liturgia de Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como, ha sido considerada por muchos como poco menos que el sumun de la fidelidad al Concilio Vaticano II, cuando estaba lejos de los padres conciliares el dar paso al desmadre que se implantó en el post-concilio, especialmente tras la reforma litúrgica. Reforma que, independientemente de la opinión que se tenga sobre la misma, no es “per sé” causa de los abusos litúrgicos, aunque tampoco creo que se pueda negar que no ayudó a evitarlos y que los mismos habrían sido ciertamente más complicados de llevarlos a cabo con el rito anterior.
Pero lo peor, si vamos a ser sinceros, no es tanto la existencia de abusos litúrgicos que pueden ser corregidos por aquellos pastores que sean responsables (créame el lector que existen pastores así), sino que incluso celebrándose la misa conforme a lo que pide la Iglesia, los fieles han perdido en buena manera el sentido de lo sagrado. En no pocas parroquias el raro es el que se arrodilla cuando hay que arrodillarse. En no pocas parroquias la comunión se reparte como el que da golosinas a los niños. En no pocas parroquias, el incienso lleva años sin ser usado. Con la excusa de acercar la liturgia al pueblo, se ha privado al pueblo del sentido verdadero de la liturgia, que necesariamente ha de ser distinto al de cualquier otra actividad humana, comunitaria o no.
En Cristo, Dios y el hombre se reconcilian, pero no se hacen “coleguillas”. Dios sigue siendo Dios, Padre y Creador, y los hombres seguimos siendo criaturas que hemos alcanzado el don de ser hijos de Dios. Aunque los hipócritas hacen externamente lo que no está en su corazón, no puede ser que lo que está en el corazón no tenga un reflejo externo. Nuestra forma de celebrar la liturgia muestra nuestra forma de relacionarnos con Dios. Y eso es lo suficientemente importante como para que nos lo tomemos muy en serio.