CARTAS AL DIRECTORIO - Febrero 2008
Agradecemos las múltiples muestras de apoyo. También las críticas. No las publicaremos aquí. Este espacio lo reservamos para vuestros "artículos". Vuestras aportaciones, que, sin ser periódicas, sí compartan vuestras experiencias, conocimientos, alegrías y tristezas en vuestra/nuestra Iglesia. En catauña o en cualquier otro lugar. Lo único que pedimos es que respeten las cuatro máximas: Constantia, meritum, fortitudo, fidelitas.
Todo esto lo podeis enviar a:
Escuchar a los que están o escuchar a los que disienten
En estos días observamos una nueva campaña de movilización en Bilbao en contra de una decisión de la Santa Sede. Aquí en Barcelona ya estamos acostumbrados a ello. Algunos hasta se manifiestan megáfono en mano. Pero que no le tiemble la mano a la Santa Sede, ese es el camino. Para ello pondré un ejemplo que pasa en nuestras pobrísimas parroquias y comunidades.
En nuestra amada Cataluña se da la circunstancia que hay un amplio laicado separado de la Iglesia. No lo vemos en las misas ni en las Parroquias. No lo vemos cuando hay que ayudar para las obras, ni lo vemos cuando hay que arrimar el hombro. Eso si, cuando hay que criticar a los obispos, ahí está. Cuando hay que firmar en contra de…
Firman lo que sea con tal de ir en contra. Si se hace una charla cuaresmal o retiro no asomaran ni el morro, pero como de lo que se trate es de hacer escarnio de la Iglesia, hay están. Claro, el resultado es que ese laicado, alentado por sacerdotes, y en gran parte religiosos, no se siente Iglesia. El resultado es nefasto. Nuestras pobres parroquias se mueren porque no hay quien eche una mano. Este laicado prefiere que se muera una parroquia antes que venga un cura del Opus (tesis sumamente extendida en Barcelona).
Hay otro laicado, un laicado no ideologizado, sino que busca al Señor y lo encuentra en el rostro de la Iglesia. Ese es el laicado que se debe buscar y el que se está formando en pequeñas comunidades parroquiales y movimientos en Barcelona y seguro que en Bilbao y tantos lugares. Ese laicado es el que está al lado del sacerdote, el que da un golpe de mano sin que nadie lo sepa, el que sostiene y alienta.
Que no se equivoque pues la Santa Sede, ni lo dude, si alguien amenaza con marchar es porqué ya está fuera. Que no dude la Santa Sede que en Barcelona un buen obispo encontrará colaboradores y podrá trabajar para el bien de la Iglesia, contando que se encontrará con oposición de aquellos que se ponen el cartel de cristianos sólo para firmar en contra de…
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27/02/2008 por el Cid Cabreador
Paradojas del Seminario de Barcelona
Cerca está el día del Seminario, este año coincidirá con el Domingo de Ramos, buena ocasión para que los pastores atraigan la atención los niños que llenarán los lugares de bendición de los palmones, el gran don de la vocación sacerdotal.
Y hablando de recuperar la memoria histórica, ¿No os acordáis del “boicot” que sufrió el pobre Ramón Corts? Pues ya es hora de empezarnos a movilizar y poner a nuestro Cardenal de cara la pared y hacer que cambie las directrices.
El rector del seminario ha puesto uniforme a todos los empleados de la casa y ha pedido “decencia” a las chicas que trabajan allí, sobre todo en verano. Pues bien: ¿Por qué no llama también la atención a los clérigos que enseñan en la facultad? Los que visten como tales se cuentan con los dedos de la mano, y si entramos en el maremagnun del alumnado ni os explico… En fin 14 seminaristas no cuestan tanto mantener… A lo mejor el Sr. Cardenal y Mn. Matabosch utliarán la colecta para tapar el agujero.
También recuperando la memoria histórica, no olvidéis que los obispos de Gerona, Lérida, Solsona, Seo de Urgel, fueron todos promovidos por el cardenal Carles: se cubrió de gloria,
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Canción de cuna
El título lo he puesto recordando una bonita película que vi hace tiempo, aunque propiamente tiene poco que ver con el escrito. Pienso simplemente en la importancia de esa etapa de la persona, que de una manera decisiva configurará toda su existencia.
El asunto consiste en reflexionar sobre lo que se “anuncia y se cree” en nuestra Archidiócesis de Barcelona, a partir de lo que los futuros pastores han recibido en su etapa inicial de formación. Para ello parto desde la cuna de la misión. Y me tomo la libertad de poner la cuna (con el debido respeto a los seminaristas que Dios nos da) en el Seminario y en la Facultad de Teología.
Para todo esto daré un par de brochazos:
El primer brochazo trata sobre el alimento (no material) que se da en el seminario y que puede ser síntoma de un nacionalismo, como mínimo, inapropiado. Como muestra de ello se puede tomar el hecho de que cuando apareció el nuevo Estatuto de Cataluña, al parecer inconstitucional y con ramalazos de la llamada cultura de la muerte, el rector del Seminario, tuvo la genial y, claramente, parcial idea (se supone que fue suya), de llamar a un político profesional (nacionalista, por supuesto, aunque podía haber sido peor), para que “hablara” a los seminaristas sobre dicho Estatuto. El político en cuestión es un cura secularizado. Así las cosas, aparece un dilema que consiste en determinar si la intención del rector era la de presentar a los seminaristas un modelo a seguir (cura secularizado) o la de presentar un partido político al que apoyar (como desgraciadamente suelen hacer muchos curas, de una manera más o menos “publicitaria”, con éste y con otros partidos. Aunque ninguno de ellos sea mucho más defendible que otro desde la fe, aunque sí rechazables). También cabría una tercera opción teniendo en cuentas los contenidos anticristianos (y por tanto antihumanos) del Estatuto al que el partido en cuestión votó favorablemente y que parece ser que muchos miembros de la progresía eclesial no ven con unos ojos “especialmente malos”, pero no parece tener sentido y la descartamos.
El segundo brochazo sería sobre la Facultad de Teología de Sant Pacià (¡si levantara la cabeza: cristiano es mi nombre y católico mi apellido, decíanuestro santo padre de la Iglesia, y obispo de Barcelona!). En ella te puedes (o te podías) empapar del espíritu, como mera orientación, de ese materialista y pseudoateo que fue Bultmann, de ese Bonhoeffer teólogo al que mucha falta no parece, según él, que le hicieran Dios y la religión para vivir como cristiano y ciudadano en esta vida… No es de extrañar que un espíritu así, que viste tanto(al que está desnudo), dé sus propios frutos. Por poner un par de ejemplos de ellos se puede hablar de impartir una moral católica en la que la ley natural (tal y como la entiende la Iglesia), no tiene cabida (en el mejor de los casos), o de alguna teología fundamental en la que al profesor le molesta que se hable del cielo (es precioso el texto que la Liturgia de las Horas nos presenta sobre Santa Escolástica el 10 de febrero).
No se trata de condenar ni de despreciar la reflexión teológica que tanto ayuda al desarrollo de la misión de la Iglesia y a la presentación comprensible y actualizada de la fe; a esto último también han contribuido, para bien y para mal, esos dos grandes pensadores citados, aunque sus “teologías” sean esencialmente no católicas. Pero el problema está, en que una facultad de teología católica donde se confunde la teología con el Magisterio y la Revelación, en el sentido de que la reflexión teológica se convierte en doctrina y la doctrina de la Iglesia se convierte en pura especulación, más que discutible; es cualquier cosa menos instrumento evangelizador. Lo mismo se puede decir de un seminario en el que su rector, movido por ese indómito celo nacionalista que le caracteriza, parece tener como objetivo “nacionalistizar” el seminario.
En estas condiciones, difícilmente el seminario podrá ser ese corazón de la diócesis, que tanto necesitamos; ya que da la impresión de que a los seminaristas se les pretende mutilar doctrinalmente e idiotizar ideológicamente.
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20/02/2008 por el Cid Cabreador
Ómnibus omnia factus sum
Querido Kim (véase Cartas al Directorio del 31/01/2008): pienso que respetamos a los nacionalistas; pero piensa que en Catalunya no todos son nacionalistas. Yo me identifico catalán como el primero, toda mi sangre lo es; pero también me identifico como español: igual que el primero; ¿No será que a los que nos consideramos españoles y catalanes somos considerados como ciudadanos de segunda? ¿No tenemos derecho a ser las dos cosas? Amo a esta tierra con toda mi alma; la tentación de marcharme de aquí más de una vez ha pasado por mi mente: en cualquier latitud fuera de los límites de nuestra tierra se respira un ambiente eclesial diferente; aquí te has de romper los cuernos y dejarte la piel para llevar una parroquia adelante: la asistencia la misa diaria se reduce a muy pocas personas; los domingos por la tarde cuando hacemos vísperas y adoración al Santísimo, la gente que viene a mi parroquia se puede contar con los dedos de la mano… Francamente, pienso que aquí lo que primero interesa es ser catalán y el catolicismo se ha convertido en un sucedáneo. Yo respeto a los nacionalistas, y no creas, muchas reacciones de “españolistas” me exasperan; pero mi religión no es política, intento seguir el ejemplo de Pablo: “hacerme débil con les débiles, judío con los judíos”…sin renunciar ni a mis raíces ni a mi tierra; solo quiero servir la una, santa, católica y apostólica, respetando pero pidiendo también respeto y desde una postura coherente. ¿No te parece hipócrita que nuestro cardenal mandara una carta de adhesión al acto de Madrid? ¿Estos son los nacionalistas? Nadie ha criticado este hecho. Yo intento respetar a todos, puedo estar equivocado, pero intento ser coherente.
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20/02/2008 por Tusculanus Fenicius
Carnavales en Gerona
He tenido hoy una gran decepción. Le había prometido a mi mujer acercarla a la catedral donde podría ver al señor nuncio. Aprovechando su visita a Gerona hoy domingo tenía previsto visitar la sede episcopal. Verle le hemos visto, aunque de lejos. Pero lo que más aliciente daba a su visita ha sido un fracaso. Yo, al igual que mi mujer, queríamos retratar al famoso ceremoniero con su sotana roja. Y, si fuera posible, también al porrero. Nos hemos quedado con las ganas. El uno estaba con su clergyman de circunstancias y el otro no lo he visto. Al menos si estaba no he sabido ver su 'look' a lo 'New Hair'.
El nuncio nos ha dejado ya. Los legos y no entendidos tenemos que conformarnos con fotos de su visita. Me ha parecido ver a mossén Naspleda, canónigo de la catedral. Ha pasado de la corbata negra al cuello romano. Mi mujer me dice que no lo era. Que más bien parecía un collarín de esos que ponen los médicos. El pobre quizás está enfermo y lo propio es desear que se mejore.
Y a otros, por las fotos, los he visto muy ennegrecidos: cuellos altos, camisas blancas bajo prendas grises, polos de cura de los 60... También, hay que decirlo, algun clergyman negro de esos de toda la vida.
Enfín que el nuncio se llevó la grata impresión que la clerecía de Gerona está en sintonía con el pueblo que celebra estos días el Carnaval.
A mi aquello de que ‘el hábito no hace al monje’ ya me va bien.. El párroco de nuestra iglesia es de los de la 'crucecita'. Mi mujer, que es más detallista, se fija más. Convertir un signo en un disfraz le parece absurdo. Querer aparentar lo que no se es le parece realmente triste. Y creo que tiene razón. ¿Se habrá enterado el nuncio?.
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20/02/2008 por Cecília Vives Brescó
Carta a Omnes Dicamus
Con estas letras quiero puntualizar algunas afirmaciones vertidas en el artículo del día 12 “Protestas en Puig-reig”, firmado por Oriolt.
Concretamente, el último párrafo del escrito resulta rocambolesco, pues me pregunto qué tiene que ver el carlismo con las querellas internas de nuestro clero.
Por cierto, Savalls era ampurdanés, de La Pera, y Tristany, su contemporáneo, no era sacerdote. Ni la palabra carca viene de carlismo, siendo en todo caso un adjetivo etimológicamente asimilable a reaccionario, concepto que hoy tiene poco predicamento, aunque quizás tenga mejor futuro.
No deja de sorprenderme el ataque al carlismo, un ataque gratuito y totalmente incausado. Muestra una cierta cobardía, pues se ampara en el hecho de creer que el carlismo ya no tiene valedores. Y se equivocan. A los carlistas nos apena comprobar la ligereza y la ignorancia de algunos miembros de nuestro clero, aunque a veces se hace difícil distinguir la ignorancia de la mala fe.
Un clero que, por lo demás, muestra mala memoria histórica, ya que en el carlismo encontró siempre la Iglesia refugio y amparo en los tiempos difíciles y en los días de desolación. En fin, como decimos en catalán “de desagraïts l’infern n’està ple”.
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Los últimos de Filipinas
Al comienzo del Pontificado de Mons. Martínez Sistach se abrió un horizonte de cierta esperanza. No para todos, para muchos comenzaba una larga travesía por el desierto. Algunos por el contrario veían la posibilidad de una nueva manera de hacer y de avanzar.
Después de transcurridos estos años la situación ha cambiado. Unos continúan en su particular travesía por el desierto y cada vez más se suman a ella.
Se ha apoderado de toda la diócesis un gran estupor. Muchas parroquias están apunto del cierre por fin de existencias. Las pocas parroquias que todavía queda algo malviven de los que otros plantaron y cultivaron. Y la situación se degrada con un clero de edad avanzada y sin fuerzas.
Delante de esta situación nuestro amado Pastor, que ve la situación, hace como si nada. Solo ve lo positivo, que también lo hay claro está, pero en dosis famélicas. Esta actitud es la que más desmotiva a todos: clero y seglares que ven que no se hace nada, que solo se hacen cosas de cartón-piedra como el Plan pastoral o la recientemente anunciada Visita pastoral. Esta actitud es la que sume a gran parte de la Diócesis en el escepticismo y la falta de ilusión apostólica.
Claro está hay algunos que tan contentos, los que gobiernan, los cuatro que se han hecho con el poder real de la diócesis. La mayoría ve con pavor el abismo que se abre a sus pies, un abismo de 10, 20 o 30 años, que pasará entonces. Quizás no estemos ya aquí y el Señor nos haya hecho llegar a la Tierra prometida, pero si estamos aquí que quedará de nuestras Parroquias.
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Cuatro, pero abiertos.
Con lo de “cuatro” me refiero a aquello de “cuatro y el cabo”, para decir que en la Archidiócesis de Barcelona, somos muy pocos los cristianos que intentamos ser practicantes; y vamos a menos (también en lo que se refiere a la gente que se acerca a la Iglesia para pedir algún sacramento, celebración…,lo que sea).
Con lo de “abiertos” me refiero a esa coletilla tonta,(por la profunda mediocridad que suele encerrar ese adjetivo (y que me perdonen, pero también a algunos de los que lo suelen utilizar), en boca de los que se autodefinen como tales; me refiero a lo de abiertos ) que algunos utilizan para definir ciertas acciones, manifestaciones y posicionamientos que son heterodoxas, contrarias, y en muchos casos beligerantes y denigrantes con respecto al decir y al hacer del magisterio de la Iglesia. Son cosas que mucha gente de Iglesia, especialmente sacerdotes y teólogos, hacen públicamente ante el pueblo de Dios y ante el resto de los paisanos.
Así, por ejemplo, si un sacerdote lee el Evangelio sentado y entre el pueblo(quiero decir ni en el ambón ni en el presbiterio), da signos de una gran abertura. Otro ejemplo son los que en misa o en otra celebración litúrgica, siguen (progres ¿de los 60?)leyendo textos como un diario o cualquier otro texto que no pertenece a la Sagrada Escritura(un espíritu muy del concilio, DV), pero que el celebrante se toma la licencia, para leer ante el pueblo suyo, quiero decir el Pueblo de Dios, en vez de las Lecturas que tocan en aquel momento. En este caso ya se crea como un “climax” o un sentir(odio, soberbia) de rebeldía(desprecio) hacia esa Iglesia institución (que no lo es todo), tirana, impositiva y opresora (les pone una pistola en la sien para que sigan en la Iglesia) y que da tan mal testimonio(…no como nosotros). O que decir cuando de esa manera picarona, y por qué no, descarada, ya sea en las homilías o en sus círculos más selectos (quiero decir íntimos), ponen a parir (cubriéndose ellos de gloria) cualquier decisión o manifestación del magisterio o de esos laicos voceros y testimonios de lo que la Iglesia enseña, de lo que en ella viven y de la que se alimentan con amor y alegría.
Todo esto de “cuatro, pero abiertos” solo pretende reflexionar sobre esta situación actual de nuestra Iglesia, afectada a mi entender, por un profundo y malsano nacional-progresismo, que parece cerrarse a la acción del Espíritu en la Iglesia. Carne y espíritu. Iglesia en encarnada. Institución y Espíritu.
Muchas veces esgrimen a Mns. Casaldáliga, a veces a Madre Teresa de Calcuta, etc. y los ponen como modelos. Del primero no lo sé, pero de la segunda tengo claro que abrazaría como hermano (en este caso) cristiano igualmente a Escrivá de Balaguer, que a cualquier voluntario que se ensucia las manos con la gente tirada de la calle, que a cualquier devoto que reza una novena con la esperanza de recibir frutos espirituales, etc. Qué veneno les impide ver la acción de Dios en su Iglesia y por la Iglesia en el mundo. Qué soberbia les lleva a despreciar a los hermanos pequeños que viven en el seno de la Madre Iglesia una fe sencilla, o a los hermanos mayores una fe confrontada con los valores mundanos(no en el sentido tonto del término) que nos rodean y nos acechan.
La Madre Teresa de Calcuta está, porque hay un Rouco, un Carreras,… que se mantienen fieles a lo recibido y con sus limitaciones intentan hacerlo presente y transmitirlo a la gente de hoy. Uno y otro podrán tener sus desviaciones partidistas y serán denunciables como cristianos que somos, pero ellos forman con nosotros la Iglesia encarnada y real; no lo que “a mí me gustaría desde mi omnisciencia y super santidad”. Por qué algunos se empeñan en formar (deformar)a su propia imagen y semejanza los cuatro gatos que quedamos en la Iglesia. El Espíritu actúa y actuará por ella y en ella. ¿Dónde están los frutos, que siempre quiere dar?.
Por qué se da ese profundo odio y desprecio hacia esos movimientos de la Iglesia, actuales y con una fuerte representación laical, que bullen (juventud, formación, etc) en nuestra Iglesia (e-cristians, quicos, cursillistas, opus, etc).
¿Qué pasa?, que les molesta su juventud, su savia ancianidad, su fidelidad, su alegría, su oración, su coherente ortodoxia, su libertad, etc.
¿Son ricos?(tu en soberbia), también los hay pobres. ¿No se comprometen socialmente? En lo político a muchos los amenazan, los insultan, los desprecian, etc. En el servicio más de tú a tú, te los ves en los voluntariados, en las misiones, son capaces de negarse para sacar sus familias adelante, sostienen económicamente ONGs de verdad. ¿En lo parroquial? Pídeles algo(sin pretender manipularlos o deformar su identidad su fidelidad, su carisma). ¿En lo personal y comunitario? Rezan, se descuernan estudiando, intentan hacer bien su trabajo, tienen muy presente la necesidad de conversión, se nutren con los sacramentos y la Sagrada Escritura.
Ciertamente hay muchas excepciones y limitaciones, pero resulta muy penoso ver como estas (también en marcha) excepciones, y sino, simplemente el “lo que todo el mundo dice (y algunos promueven)”, es lo único que parecen ver de ellos, estos insanos nacional-progresistas que tanto ruido hacen (pocos, pero tienen quien los respalde y nadan a favor de la corriente…del mundo por redimir).
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Una historia del Seminario de Gerona, años 50
Hoy el protagonista de mi relato es una persona viuda, mayor ya, que tuvo unos buenos estudios y un respetable negocio profesional, reconocido en la ciudad de Gerona. Pero si nos trasladamos años atrás, entre los 40 y 50, lo hallamos estudiando en el Seminario de Gerona. Allí el Rector era Mn. Estela. Y tanto si dejó 'estela'... Una vez terminó los estudios en el seminario, nuestro personaje esperaba encontrar su nombre entre los seleccionados para la ordenación, pero... no apareció su nombre allí. Tenía él un pariente sacerdote o religioso en la ciudad, y fue a explicarle lo sucedido. Su pariente examinó la situación, sus notas (brillantes) y no encontró motivo o razón. Le aconsejó que pidiese ser atendido por el Rector Mn. Estela. Así lo hizo. Éste le afirmó que era cosa del Obispo, (Cartañá entonces) el cual no lo había seleccionado. Se quedó abatido, pero todavía esperanzado y aconsejado de nuevo por su pariente, acudió al Obispo. Este le dijo que el Rector proponía la lista de los seminaristas preparados y él (el Obispo) únicamente la firmaba, pero que en ningún caso había limitado su acceso, sacándolo de la lista. El Rector del seminario MINTIÓ, para sacárselo de encima. Repito: sus notas eran brillantes y, a la luz de su pariente-consejero, no había nada que impidiese completar su VOCACIÓN.
Podemos añadir alguna información más: este seminarista pertenecía a una familia tradicionalista significada, y Mn. Estela sería un 'incipiente' progre-nacionalista. Hoy Mn. Estela, ya difunto, y que Dios le tenga en la Gloria, no puede explicarnos esto. Pero sí se hallaron de Mn. Estela cartas y documentos simpatizando con ideología de izquierdas.
Muchos fueron los que, como nuestro protagonista, no llegaron a ser ordenados.
En el pueblo de mi madre, que no citaré, pero perteneciente a la Costa Brava, hasta cinco jóvenes fueron misteriosamente 'rechazados' del Seminario.
Mi opinión es que ya entonces se 'calibraba' el nacional-progresismo de los candidatos.
Añado que, de Mn. Estela se recuerda sobre todo, la demolición del Seminario, y que muy buenos profesores sacerdotes fueron arrinconados, y destinados a otros asuntos, con tal de alejarlos de allí.
Puede que alguien que tenga más información sobre esto o similar, sobre nuestro 'difunto' seminario de Gerona, pueda aportarla.
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Es posible un cambio y comienza por el Seminario
Al ver nuestras diócesis catalanas y observar a sus miembros nos puede entrar un poco de desesperación y desánimo. Las actitudes criticistas de muchos miembros de la Iglesia y la poca vida de oración, y por tanto mirada sobrenatural, se palpa por doquier. Todo ello, nos podría hacer pensar que nada puede cambiar y que son así nuestras iglesias diocesanas, el “hacer barcelonés”.
Pero como pasa en la vida personal esta tesis es una falacia. Se puede cambiar por la fuerza del Espíritu y desde la fidelidad a la Iglesia. Ese es el camino trazado por los santos, manifestado en su amor a Jesucristo y a su Iglesia. Ese es el camino que cabe tomar.
Y ese camino de amor a Jesucristo y a la Iglesia tiene que comenzar en el Seminario, pues es el hogar desde donde se formaran los sacerdotes para después irradiar ese Espíritu a toda la diócesis.
Para ello, la Iglesia con la sabiduría de los siglos, los creó en el Concilio de Trento, con la fuerza del Espíritu Santo, inspiró esta escuela de formación sacerdotal para reenvangelizar. Desde Trento los Seminarios han sido el gran motor de las iglesias diocesanas.
También es verdad que con el paso de los años estas instituciones formativas fueron anquilosándose. Hacía falta pues una reforma de los seminarios y así se hizo en el postconcilio durante los años 60. Caso paradigmático fue el Seminario Barcelonés.
Hubo un curso donde el Seminario no abrió sus puertas en el mes de septiembre si no que tuvieron que pasar tres meses hasta que las volvieran a abrir. ¿Pero qué sucedió en ese intervalo? Algunos sacerdotes, que no todos, idearon una nueva iglesia, según esta tesis el Concilio Vaticano II suponía el comienzo de una nueva manera de entender a la Iglesia y el sacerdocio. Para aplicar pues esta nueva manera de hacer se necesitaba emprender esta tarea en el Seminario. Así sucedió, el Seminario se fragmento en residencias, los estudiantes se dispersaron por las universidades civiles, se les urgió a entrar en los movimientos sociales: sindicatos y partidos… Se les formó para otra cosa muy distinta a la que se encontraron después en las Parroquias: misas, comuniones, funerales, bodas, rosario… La consecuencia fue nefasta: el Seminario se vació y los pocos que quedaron se fueron. Para ello, solo hace falta mirar cuántos celebran 25 años de sacerdote. Ya llevamos unas cuantas remesas que la celebran 1 a 3 sacerdotes y de ellos a veces ninguno formado en Barcelona.
¿Que sucede en la actualidad con nuestro Seminario? Hay dos líneas de actuación:
La tesis del “hacer barcelonés”, formulada por el rector actual del Seminario, Mn. Turull. Según esta, la situación actual es fruto de una manera concreta de ser en Cataluña. Todo va bien. El modelo de sacerdote y de Iglesia continua siendo el de los años sesenta. Se cree que caminamos hacía una nueva Iglesia y un nuevo sacerdocio. Con lo que no hace falta cambiar nada. Esta tesis la comparte el Sr. Cardenal pues no solamente lo mantiene en el cargo si no que no pierde oportunidad para respaldar su gestión delante del clero diocesano.
La tesis de la reforma, presupone que hace falta un Seminario que sea foco para irradiar el Espíritu una nueva evangelización. Por tanto cabe cambiar el Seminario pues el que ahora se tiene fue ideado para una “nueva iglesia” y una forma distinta del sacerdocio católico. Hace falta un Seminario de formación sólida y fiel al magisterio, de espiritualidad sacerdotal clara y abierto a los nuevos métodos. Con un Seminario renovado empezaría a cambiar la diócesis.
Por tanto nos encontramos en una encrucijada entre las dos tesis: no hay nada que cambiar pues el Seminario actual refleja el “hacer barcelonés” o hay que reformar el Seminario para poder comenzar una nueva evangelización.
Ya sabemos hacía donde se decanta nuestro amado Cardenal, la línea Turull, continuista con aquellos que desearon un nuevo Seminario y lo crearon para crear una nueva iglesia y un nuevo sacerdocio.
Lo que no sabemos hacía donde se decanta la Santa Sede, si hacía continuar con este Seminario, o apuesta por una reforma para crear un nuevo Seminario para la nueva evangelización. Esperemos que apueste por la reforma y “Quan primum”.
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Solo ante el peligro.
Supongo que todos nos hemos dado cuenta de que cuando nos ponemos ante una luz, se producen una o más sombras nuestras a nuestro alrededor. Esto viene a cuento de que algo parecido sucede con nuestro Cardenal. Hay una serie de sacerdotes, altos cargos de la Curia, que en según que celebraciones o actos siempre están porque tienen que estar. Aunque de estos hay algunos que parecen padecer omnipresencia para según que cosas. Algunos de los cuales parecen sus sombras y quedan bien como floreros, ya que posiblemente, debido a una desmesurada confianza en sus propias capacidades, desde mucho tiempo a tras deben haber cogido aquel pasaje de san Pablo que habla sobre algunas de las cualidades que ha de tener un buen obispo, y seleccionando alguna o algunas de estas se han curtido en ellas lo suficiente como para dar, lo que se dice, el pego.
En el acto celebrado el domingo en defensa de la familia, la educación, la libertad religiosa y la vida, al que asistieron unas cinco o seis mil personas (fenómeno extraordinario para nuestra diócesis), miembros del Pueblo de Dios, al frente de los cuales estaba el Sr. Cardenal; esas sombras brillaron por su ausencia. Parecía como si quisieran decir al mundo mundial que ellos no tenían nada que ver con todo aquello.
Todo el acto era conforme a la fe y costumbres de la Iglesia, nadie les podía acusar de ir o decir contra lo que la Iglesia cree y enseña. Nadie excepto el lelo de turno tanto intra como extra eclesial que meando fuera de tiesto puede apelar a la explotación del tercer mundo, etc. o la progresía intra o extra eclesial que también puede apelar y apela al eZpíritu de la letra (de la doctrina de la Iglesia, del Concilio, etc.), con el que suelen hacer virguerías.
Estamos en unos momentos en los que por desgracia vivimos en una sociedad muy paganizada (soltado de la mano de Dios es bien cierto aquello de que “el hombre es lobo para el hombre” más débil) y hasta la libertad de expresión del ciudadano y de según que instituciones pacíficas, se coarta injustamente por parte de una aristocracia política y de una elite económica que monopoliza los medios de comunicación, en nuestro régimen demagógico. Así, se persigue, se calumnia, se manipula y se violenta contra todo y contra todos los que no se doblegan ante lo políticamente correcto marcado por el poder de turno. Es en esta situación tan difícil, en la que estos seis mil testigos del Señor han dado la cara aguantando todo tipo de insultos y desprecios tanto desde dentro como desde fuera de la Iglesia. Bienaventurados.
La cuestión es, que en el acto había unos seis mil cristianos, con el Cardenal al frente, dando la cara por algunos aspectos de nuestra fe (y por tanto en defensa del ser humano, especialmente del más débil) y algunas de esas sombras que deberían haber estado no estaban. Como “el asalariado que no es pastor y al ver venir al lobo huye y deja solas las ovejas” (y al pastor).
Esperemos que este no sea un primer paso para que algunas de esas sombras que ya le montaron un circo al Cardenal anterior y a las decisiones de Roma, se lo monten ahora al Cardenal actual. Hay que tener cuidado por aquello de “el que la hizo suele volver al lugar del delito”.
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